por ELAINE ROSSETTI BEHRING*
Presentación del libro del sociólogo Octavio Ianni
Dedico esta presentación a la persona que puso a Ianni en mi camino de manera irreversible, Marilda Villela Tamamoto.
Con gran alegría escribo estas líneas presentando una obra que no puede pasarse por alto al pensar en Brasil – La dictadura del gran capital – publicado por primera vez en 1981. Saludo la iniciativa de Expressão Popular y Adunirio de poner a disposición en el Brasil de hoy, marcado por el intento de falsear la historia del significado de aquellos años de plomo,[i] este gran texto sobre la dictadura cívico-militar (o corporativo-militar),[ii] o Ianni mostrando los rasgos más esenciales de ese proceso. Este es un texto magisterial que pedía ser relanzado para las nuevas generaciones y también para una relectura de quienes ya lo conocían, dada su inmensa relevancia. Antes de comentar la obra, creo importante introducir brevemente al lector en el universo de Octavio Ianni.
Estamos ante un gran esfuerzo de interpretación del país, dentro de la tradición crítica del pensamiento social brasileño, dada la clara incidencia teórico-metodológica de la tradición marxista de sus reflexiones, combinada con un diálogo amplio y riguroso en el campo de las ciencias sociales, en en particular la Sociología, la Economía Política y la Historiografía. Hoy estoy muy orgulloso de ser parte de la creación del Centro de Estudios Octavio Ianni (CEOI), en la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ), creado en 2006 por iniciativa de Marilda Iamamoto, que tuvo una influencia decisiva en la pensando en Ianni en su propio trabajo.
Junto a ella y un equipo de profesores y estudiantes, realizamos ese año un Coloquio sobre el pensamiento de Ianni, que resultó en una publicación de referencia – Pensamiento de Octavio Ianni: un balance de su contribución a la interpretación de Brasil (Iamamoto y Behring (eds.), 2009), del que recojo algunos datos y conclusiones en esta presentación.
Octavio Ianni nació en Itu, São Paulo, en 1926, hijo de inmigrantes italianos. En la década de 1940 participó como estudiante de secundaria y militante del PCB en las luchas contra el Estado Novo. Sin embargo, se dice que fue una breve afiliación partidaria y que no volvió a la afiliación partidaria, actuando como intelectual independiente de izquierda. En 1948, se matriculó en la carrera de Ciencias Sociales de la Facultad de Filosofía, Ciencias y Letras de la Universidad de São Paulo, y se graduó en 1954, constituyendo la segunda generación de sociólogos en ese gran granero de intérpretes de Brasil, no todos en el campo crítico-crítico dialéctica. En 1956, Ianni pasó a ser profesor de la USP en la cátedra que ocupaba –y estábamos en el sistema de cátedras– nada menos que Florestan Fernandes, cuya influencia en su pensamiento es fundamental y muy discutida.
Ianni, por lo tanto, formó parte del núcleo fundador de la Facultad de Sociología de la USP, junto a Antonio Candido, Florestan Fernandes, Fernando Henrique Cardoso, Maria Sylvia de Mello Franco, José de Souza Martins, Leôncio Martins Rodrigues, entre otros. Allí, en torno a la cátedra de Florestan Fernandes, se fraguó la “sociología crítica” que buscaba explicar Brasil y América Latina. Permaneció en la USP hasta 1969, cuando fue expulsado por la dictadura cívico-militar y obligado y prematuramente jubilado por el Acto Institucional n.o. 5.
En 1970, participó en la fundación del Centro Brasileño de Análisis y Planificación, Cebrap, realizando estudios sobre la cuestión agraria y la Amazonía. En 1977, el decano (y trabajador social, motivo de orgullo del Servicio Social Brasileño) Nadir Kfouri abrió las puertas de la PUC-São Paulo a profesores perseguidos por la dictadura, entre ellos Octavio Ianni y Florestan Fernandes. Allí, Ianni permaneció hasta 1986, cuando pasó a la Unicamp, donde trabajó por otros 15 años hasta dos días antes de su muerte, el 4 de abril de 2004. A lo largo de esta trayectoria, recibió los más altos premios académicos, fue premiado dos veces con el Jabuti , de la Academia Brasileña de Letras, y también con un Premio Juca Pato (intelectual del año, en 2000).
En el estimulante ambiente académico de la USP, Ianni recibió una formación amplia y completa en los clásicos de la Sociología, la Política y la Economía Política, además de la literatura, que le apasionaba. Pero el acercamiento al marxismo marcó su obra de manera imborrable y profunda, y esta tradición fue constitutiva de su forma de pensar sobre Brasil. En este sentido, las tres dimensiones más queridas de la tradición marxista están presentes en su obra intelectual: el método dialéctico, la teoría del valor y la perspectiva de la revolución.
Con respecto a este último, Ana Clara Torres Ribeiro caracteriza que la obra de Ianni siempre buscó responder a los desafíos de la vida política (2009, p. 43). En medio siglo de vida académica se han publicado más de 40 libros, además de artículos y colecciones organizadas, la mayoría dedicada a dilucidar la idea del Brasil moderno, aunque más recientemente se ha dedicado a discutir los impactos de la globalización sobre el Estado Nación, la que llamó la era de la globalidad.
Pues bien, luego de algunos elementos de la trayectoria de este que pertenece a la galería de los grandes intérpretes de Brasil, vale mencionar una marca decisiva de su obra y que se relaciona con la dimensión del método marxista: la relación visceral entre Economía y Política. Un ejemplo interesante de esto es que el tema de la democracia – sus posibilidades y límites en Brasil – está subordinado a la dinámica del Estado y las clases sociales, y su relación con las bases materiales, digamos, el desarrollo del capitalismo en Brasil, o más bien , la constitución del “Brasil moderno”.
Dentro de la diversa agenda intelectual de Ianni, João Antônio de Paula (2009) identificó diez temas centrales en su obra: (1). la cuestión de la esclavitud; (dos). las relaciones entre raza y clase; (2). la revolución social; (3). industrialización brasileña; (4). el estado; (5). el tema de la cultura; (6). América Latina; (7). la sociología como campo de estudio; (8). la cuestión agraria; (9).
En este libro, Globalización e imperialismo, el problema democrático aparece en pleno desarrollo, asociado a la lucha de clases. Para ele, tratava-se de desvendar a lógica da formação social capitalista brasileira constituída no ciclo da revolução burguesa, que se completa, tal como em Florestan Fernandes, com as transformações profundas engendradas pelo golpe civil-militar de 1964 e o advento da ordem monopólica en el pais. La democracia no es un tema en sí mismo, sino un producto de condiciones históricas específicas, condiciones que nunca favorecieron la norma del Estado democrático de derecho.
Em El ciclo de la Revolución Burguesa (1984), por ejemplo, Ianni dice que desde la Independencia hemos tenido la reiteración de soluciones desde arriba que estructuran el Estado brasileño según intereses oligárquicos, burgueses, imperialistas. Para él “lo que se revela, a lo largo de la historia, es el desarrollo de una especie de contrarrevolución burguesa permanente” (1984, p. 11), ejerciendo el poder de manera autoritaria, dictatorial, “cuando no fascista” (1984, p. p. 14), que efectivamente analizó en la obra sobre tela, La dictadura del gran capital.
La burguesía, impregnada de tesis racistas (e Ianni realizó varios estudios sobre la cuestión racial en Brasil)[iii] y prácticas patrimonialistas, la mayoría de las veces requerían de un Estado fuerte para contener a las clases peligrosas. Ianni, especialmente en el citado texto, critica la idea de la protección del pueblo por parte de las élites, así como la interpretación recurrente también presente en el pensamiento de izquierda, de sociedad civil amorfa, inconsistente, incompetente. Para él, están los intentos de descalificar las luchas populares, reforzando la necesidad del pacto social, la conciliación de clases y el “desarrollo seguro”, este último sello distintivo de la dictadura posterior a 1964.
Así puede existir normalidad democrática, desde el punto de vista formal, pero en coexistencia con verdaderas estructuras autocráticas y violentas sobre los trabajadores. Estas fueron las ideas clave para la crítica mordaz al proyecto del PCB de una “revolución democrático-burguesa” en los años 1950 y 1960, al “desarrollo sin clases”, al Iseb y, sobre todo, al golpe de Estado de 1964.
Tal relación visceral entre Economía y Política, es decir, la perspectiva de totalidad, aparece en otro texto fundamental de Octavio Ianni, estado y capitalismo (de 1965, pero con una segunda edición ampliada de 1989). Este es un trabajo que necesita ser más conocido en el mundo académico, ya que es un estudio de la particularidad del Estado brasileño, que trae varios elementos universales sobre el Estado como categoría, forma de ser, y de él podemos desarrollar hipótesis sobre los límites de la democracia en la periferia del capitalismo, que se relaciona con las bases materiales que constituyen la periferia, la dependencia.
Mi hipótesis es que el avance de la exposición en este texto, que refleja un exhaustivo proceso de investigación de datos, documentos (en particular planes de Gobierno) y discursos de gobierno, se restablece enLa dictadura del gran capital. Para Ianni, conocer el Estado es conocer la sociedad. Si la sociedad funda el Estado, también es constitutiva de él. Así, es necesario observar al Estado en la totalidad de las relaciones sociales y económicas. En los procesos de planificación e intervención desencadenados por el Estado, existe una tendencia a que éste centre sus actividades en la acumulación de capital, afinando su capacidad de control del ahorro y las posibilidades de inversión.
Para él, las medidas gubernamentales son indispensables para las fuerzas del mercado. Si la ganancia no es un objetivo directo, es un objetivo indirecto a ser alcanzado por la empresa privada, con el apoyo del Estado, el cual, entonces, surge como una mediación importante en el proceso de acumulación de capital. Especialmente en el contexto del desarrollismo, en el que se enfoca este texto de Ianni, el Estado es un órgano de capitalización del excedente económico y de dinamización de las virtualidades del mercado, en especial de la diversificación del sistema productivo nacional, con énfasis en la industria. , a través de la canalización de las rentas agrarias al ámbito industrial.
Aquí tenemos una clave importante del debate de Ianni: que el capital industrial nace del capital agrícola, con la mediación del Estado. De ello se deduce que las ideas de un contraste entre arcaico y moderno y de dualismo han sido siempre una apariencia que confundió la estrategia de la izquierda, centrada durante mucho tiempo y con rezagos en el presente,[iv] en el pacto con la burguesía nacional en la etapa democrático-burguesa.
En ese sentido, creo que Ianni, siguiendo a Caio Prado Jr., profundiza una crítica al dualismo que anticipa elementos de Francisco de Oliveira en su ensayo de 1972, Críticas a la razón dualista (reeditado en 2003). La concentración y centralización del capital rigen una parte de los instrumentos puestos en práctica por el Estado, que actúa para asegurar las condiciones generales, manteniendo una parte del excedente del país como condición para la industrialización, sector estratégico en el desarrollismo.
Ianni, desde entonces, buscó desentrañar la articulación entre capital nacional, capital extranjero y participación estatal directa e indirecta como componentes esenciales del capitalismo industrial que se formó en Brasil, a pesar del discurso nacionalista de la época. Y esto se consolidará aún con más fuerza en el golpe cívico-militar de 1964, que en el presente trabajo caracterizó como la dictadura del gran capital, cuando efectivamente se generalizaron las relaciones capitalistas, es decir, se completó la revolución burguesa, en lo que en A mi modo de ver, tiene un acuerdo con Florestan Fernandes (1987).
Las observaciones de Ianni sobre la relación entre la burguesía y el Estado en Brasil son muy instructivas, demostradas con un gran volumen de datos – como ya señalamos anteriormente, era un investigador astuto, pegado a los elementos de la realidad, buscando extraer su movimiento de eso. Para él, la burguesía participa al máximo en la formulación de los lineamientos gubernamentales, con miras a hacer que el Estado actúe en pro del florecimiento del mercado, por lo que espera del mediador beneficios en relación al capital, la explotación laboral, la tecnología, digamos sí mismo, en relación con el conjunto de factores de producción.
En este sentido, los créditos estatales para la financiación, las deudas con la seguridad social y el consumo estatal (compras para el desempeño de sus funciones) vinculan el Estado y los intereses empresariales. Por eso, afirma en la obra de 1965 que “el capitalismo que emergía en Brasil necesitaba apoyarse en un Estado abiertamente comprometido con la economía y la sociedad”, y la burguesía brasileña no surge de ninguna lucha vigorosa de su parte contra el poder agrario. oligarquías. La burguesía industrial fue generada por el capital agrario, sin suplantarlo y con la mediación del Estado y el capital extranjero. Especialmente a partir de 1930, el Estado se proyectó como centro de decisiones, mediador de las relaciones de clase y ocupándose de la acumulación de capital -basada cada vez más en la extracción de plusvalía relativa-, y muy especialmente, disciplinando a los vendedores de fuerza de trabajo en el mercado.
Por tanto, según Ana Clara Torres Ribeiro, “la mirada que la autora lanza sobre el Estado está guiada por la búsqueda de aprehensión de la totalidad social en movimiento y, sobre todo, por las expectativas políticas respecto a la transformación de la sociedad brasileña” (2009, p. pág. 47).
En cuanto a Carlos Nelson Coutinho: “Ianni sabe que es imposible abordar el tema del Estado sin vincularlo orgánicamente con la totalidad social. Como marxista, rechaza la idea de que el Estado pueda ser tratado como un sujeto autónomo, situado por encima del movimiento de las clases sociales” (2009, p. 58). En este paso, según Coutinho, Ianni se opone claramente a cualquier fetichismo de Estado, observándolo en el fluir histórico, desde la centralidad de la lucha de clases. Esta concepción general, del Estado como capitalista colectivo, como mediación en la totalidad concreta, fue retomada en las obras Estado y planificación económica en Brasil (1971) y especialmente en La dictadura del gran capital (1981).
Veamos algunas características de esta obra, pero sólo para invitar al lector a adentrarse en ella y conocer el sentido más profundo de los significados de aquel “tiempo, página infortunada de nuestra historia” (vai passar, Chico Buarque, 1990).
¿Qué nos cuenta Octavio Ianni sobre la dictadura entre 1964-1985? Hay una idea central que la cara más visible y aparente era que era una dictadura militar. Pero quiere demostrar, y lo hace con maestría, que fue esencialmente una dictadura de la gran burguesía, del gran capital. El objetivo de su texto es subsidiar la lucha de las clases subalternas (alimentar a los demonios, como nos recuerda Renato Ortiz (2009) sobre las características de su obra) – especialmente obreras y campesinas para rehacer la historia.
La dictadura del gran capital comienza mostrando la relación entre la gran burguesía y el régimen. Revela cómo la planificación tecnocrática se construyó como una “fuerza productiva complementaria” para favorecer a ciertos segmentos del gran capital, en un ambiente de expropiaciones, abolición de partidos políticos, intervención en sindicatos e intensa represión política. Para él, la violencia es una fuerza productiva. El lema “seguridad y desarrollo” encubría una política económica que favorecía al imperialismo, en forma de gran capital monopolista, basada en la superexplotación de la fuerza de trabajo[V].
Los trabajadores fueron tratados con hierro y fuego, con una política salarial austera y la “restauración de la disciplina social”, según Roberto Campos, uno de los artífices de este proceso desde el punto de vista económico. De la misma manera, la dictadura indujo, con su maquinaria de “violencia concentrada y organizada” y “parafernalia tecnocrática”, la monopolización de la tierra. Así, en la base del llamado Milagro Brasileño, hay una dimensión que a veces es vista como fascista, a veces como fascista, o con “contenido fascista”: la “industria anticomunista” movilizada para silenciar cualquier oposición y reacción de abajo contra la ofensiva contra los obreros y campesinos en particular.
Es evidente aquí que la similitud no es una mera coincidencia en lo que estamos viviendo en Brasil en 2019, bajo el gobierno de la extrema derecha y que trata de convencer a la población de que no hubo dictadura en el país, incluso en el entorno de democracia blindada (Dernier, 2017) pero que puede evolucionar hacia formas de fascismo: abundan las huellas y signos de esta tendencia.[VI]
Sin embargo, cabe señalar que la caracterización del fascismo es muy controvertida en la historiografía tanto para el régimen posterior al 64 como para lo que está en marcha en Brasil hoy. Si Ianni hablaba de un estado fascista, parte de la historiografía opera con el concepto de régimen bonapartista, dadas las características específicas que asume el fascismo. En Ianni esta pregunta no se plantea con mucha precisión, pero es un hecho que en esa experiencia histórica se plantearon contenidos y rasgos del fascismo, aunque no se puede hablar de un régimen fascista.
Siguiendo con Ianni, muestra la libre circulación de “hombres de negocios” en los estrechos y privilegiados circuitos del régimen, donde se hacía simbiosis con el capital monopolista. Bajo el manto de la neutralidad de las técnicas económicas, las razones de Estado se mezclaron con las razones del gran capital. Y mientras tanto, la violencia se convirtió en un poder económico nuclear. En el trípode entre capital monopolista extranjero, capital nacional y Estado, prevalecerá mayoritariamente el primero, con la intermediación del Estado, dejando así de ser una “metáfora engañosa”.
Pero aquí hay dos observaciones importantes de Ianni: la primera, sobre la promoción del capital financiero, una forma de capital en general, en estos períodos, y la otra sobre la nacionalización, que en realidad significó una captura del Estado por parte del capital monopolista. , un Estado que actuaba como “capital del Estado”, a través del sistema financiero público y asegurando infraestructura para el gran capital. En todo este proceso, lo que observa Ianni es la supremacía del imperialismo, es decir, tuvimos un fascismo único “altamente determinado por el capital financiero del imperialismo”.
En la segunda parte del libro, Ianni demuestra cómo la política salarial fue el principal instrumento de la economía política de la dictadura, buscando expandir la extracción de plusvalía absoluta y relativa, en un carácter “extraordinario”: una plusvalía extraordinaria. El autor analiza cómo la contracción salarial en el sector privado, pero también en el sector público, se articula con la violencia y la represión: ley antihuelga, intervención en los sindicatos y persecución de militantes, contribuyendo ambas a aumentar las tasas de ganancia.
En cuanto a la represión de la clase obrera, hay un capítulo entero que describe sus métodos: amenazas, secuestros, asesinatos y desapariciones. Finalmente, todo tipo de arbitrariedades para disciplinar a este sector, especialmente en los primeros años del régimen, de cara a su adaptación a las nuevas condiciones de extracción de plusvalía extraordinaria. Este proceso también incluyó la institución del FGTS, como una forma de interferir en el estado de ánimo de la clase trabajadora ante los despidos y la alta rotación de la fuerza laboral. Todo este movimiento conduce a la pauperización absoluta y relativa de los trabajadores, en conexión con la plusvalía extraordinaria y la superexplotación, y que engendra, junto con la dictadura fascista en la sociedad, una dictadura del capital sobre el trabajo en las fábricas.
En el campo se expandió la proletarización, a partir del crecimiento de la agroindustria, la cual estuvo ligada al comercio exterior, la producción de divisas y el capital financiero. Tal proceso, hoy aún más denso e intenso, se basó en la expropiación de tierras indígenas, baldías y ocupadas en el centro-occidente y norte del país. De manera que el origen de los procesos que involucran hoy al agronegocio y la actual articulación rural-urbana encuentran sus raíces en la expropiación de este momento, beneficiando al gran capital monopolista, directa o indirectamente.
Ianni analiza la cuestión regional y las dinámicas específicas que involucraron al Nordeste y la Amazonía, retoma la discusión sobre la criminalización de segmentos de la sociedad civil y el tema del fascismo, y concluye su texto con la crisis de la dictadura y la perspectiva de la reanudación de luchas
Habría mucho más para decir, pero creo que las pastillas de Ianni indicadas hasta aquí ya son suficientes para provocar la lectura de este clásico del pensamiento crítico social brasileño. Octavio Ianni es un autor que moviliza las categorías y el método de la economía política, buscando traducirlos a la particularidad histórica de Brasil. Sin embargo, el registro más importante que se debe dejar aquí es que su análisis de la dictadura del gran capital instiga resistencia hoy.
Se refiere, en particular, a buscar las bases materiales más profundas del proyecto lumpenburgués en clara articulación con el imperialismo, que hoy está en marcha en Brasil. Este Brasil de la ofensiva reaccionaria y que tiene olor, sabor y textura del pasado. Esa es la tarea de hoy.
*Elaine RossettiBehring es docente del Departamento de Política Social de la Facultad de Trabajo Social de la UERJ y coordinadora del Centro de Estudios Octavio Ianni.
referencia
Octavio Yanni. La dictadura del gran capital. São Paulo, Expresión Popular, 2019, 356 páginas.
Notas
[i] Para criticar este espurio intento de borrar la historia reciente del país y los excesos y crímenes de la dictadura brasileña, escribí una contribución a la reflexión colectiva sobre la deconstrucción de la memoria en “Dictadura cívico-militar en Brasil (1964-1985): nada de “celebrar como es debido”, sólo de repudiar”, disponible en https://esquerdaonline. com.br/colunistas/claine-behring/.
[ii] Adopto la caracterización de cívico-militar, considerando que las organizaciones empresariales conforman la sociedad civil y que otros segmentos de ella apoyaron el golpe de 1964, a pesar de que muchas organizaciones obreras apoyaron el golpe de 1964, a pesar de que muchas organizaciones obreras y populares conformaron un otro campo de la misma sociedad civil, que es también el territorio por excelencia contradicción de clase, aunque no exclusivamente.
[iii] Cuando escribo estas líneas, Brasil se encuentra perplejo ante los 80 disparos del Ejército Brasileño, en un automóvil donde se encontraba una familia negra, en Río de Janeiro, otra expresión violenta del racismo estructural, y el Estado brasileño ha sido tratando el caso como un mero “incidente” según la declaración pública (e inaceptable) del Ministro de Justicia.
[iv] Me refiero al autodenominado proyecto neodesarrollista, en el que, en un nuevo contexto, entre los años 2003-2015, se retomó la perspectiva de la conciliación de clases, el Partido de los Trabajadores y otras bases bajo una nueva dirección política.
[V] Octavio Ianni no hace referencia más precisa a esta categoría, que marca el pensamiento de Ruy Mauro Marini (1973), dejando aquí un eje de investigación sobre su comprensión de este debate. La categoría de valor añadido extraordinario también aparece, en general, ligada a la sobreexplotación.
[VI] Para un seguimiento de estos hechos, consulte algunos textos del historiador Pelipe Demier en el sitio web Esquerda On Line, https://esquerdaonline.com.br/colunistas/felipe-demien