por Gerson Almeida*
El Día del Patriota hace urgente defender la democracia contra quienes la utilizan para destruirla, es la cuestión fundamental que hay que afrontar sin descanso.
Hay 5.565 municipios en el país, pero sólo los concejales y el alcalde de Porto Alegre se sintieron libres de dedicar un día en el calendario oficial de la ciudad a los patriotas.
Antes de que algún desprevenido pregunte: ¿y qué? es necesario aclarar que el día elegido es aquel en el que hordas fanáticas vandalizaron las instalaciones del Senado, la Cámara Federal, la Presidencia de la República y el Supremo Tribunal Federal, sede de los tres poderes de la República Federativa de Brasil. y, por tanto, símbolos del Estado de derecho democrático y de la Constitución que los conforma. En este caso, patriota es el nombre de fantasía de los estafadores.
Preguntados sobre la cuestión, el alcalde Sebastião Melo (MDB) y el presidente de la Cámara de Concejales, Hamilton Sossmeier (PTB), intentaron eludir cualquier responsabilidad y se escudaron en argumentos burocráticos y maniobras traviesas. El alcalde Sebastião Melo, a pesar de tener la prerrogativa de veto, decidió dejar pasar el plazo legal para manifestarse, lo que no es una forma sutil de apoyo a la iniciativa.
Concejales de la base del Gobierno controlan la mayoría de las tres comisiones que analizaron la propuesta: la Comisión de Constitución y Justicia, que no encontró ningún obstáculo legal para la exaltación del golpe; por la Comisión de Educación, Cultura, Deporte y Juventud, que consideró apropiado que la educación y la cultura fomentaran el vandalismo y la predicación antidemocrática; y, sorprendentemente, la Comisión de Protección al Consumidor, Derechos Humanos y Seguridad Pública, en la que la mayoría percibe los actos golpistas como compatibles con los derechos humanos y la seguridad pública. Sorprende que sólo dos concejales votaron en contra de estas comisiones, lo que sugiere que los sectores democráticos deben tomar conciencia de que hay temas no negociables y que es necesario demarcarlos políticamente.
La aprobación del "Día de los Patriotas" en Porto Alegre es una infame muestra de apoyo del poder ejecutivo y de la legislatura municipal de Porto Alegre a actos de vandalismo que fueron llevados a cabo con el objetivo explícito de imponer un régimen en el que el parlamento y el poder judicial estar sometidos a un ejecutivo impuesto por un golpe de Estado, secuestrando la soberanía popular medida en elecciones democráticas.
Esto demuestra que el nivel de degradación moral y política del grupo de poder que apoya al alcalde Sebastião Melo –una gran mayoría en el Concejo Municipal– ha llegado al punto de la metástasis. Ninguno de los sucesivos gobiernos de derecha que han gobernado la ciudad durante años ha sido capaz de llevar el desprecio por la democracia en la ciudad hasta el punto de convertirla en conocida en todo el mundo como un ejemplo de participación social.
Es cierto que el alcalde Sebastião Melo está decidido a afirmarse como líder en el campo que reúne todo el arco de la derecha regional y su administración está decidida a transformar Porto Alegre en un modelo de gestión ultraliberal, como lo demuestra su propósito de hacer las áreas públicas de la ciudad, como la Orla do Guaíba y los Parques, en bienes disponibles para los intereses del mercado y el beneficio privado. Esto supone un cambio sustancial en la función urbana de estas zonas, hasta entonces consideradas bienes esenciales de uso universal, destinados a asegurar el bienestar, la calidad de vida y la preservación del medio ambiente urbano de toda la población.
Pero la explicación para esta extraña acción no puede encontrarse sólo en la política local, ya que la falta de compromiso con la democracia y la soberanía popular es una característica intrínseca de la etapa actual del capitalismo que hace todo lo posible para asegurar una autonomización de las “fuerzas del mercado” de cualquier país. tipo de control de la sociedad. Para el “mercado”, la función de los gobiernos es actuar para facilitar su acción y nunca establecer reglas que lo pongan al servicio de la sociedad.
La forma en que los líderes actúan ante un proyecto de ley es tomar una decisión sobre los intereses de ciertos sectores de la sociedad, una elección sobre proyectos para la sociedad. Y el alcalde Sebastião Melo y los concejales de su base de apoyo político mostraron de manera sórdida a qué intereses sirven.
Porto Alegre, bajo la gestión de Sebastião Melo y su repulsiva alianza política, se convirtió en el hazmerreír nacional al dedicar un día al patriota/golpista, pero la pregunta que esto revela es hasta qué punto el actual sistema de pensamiento y acción de la derecha brasileña y sus Sus homólogos en el mundo se están alejando cada vez más de su compromiso con el pacto democrático.
La incompatibilidad con la democracia ya había quedado claramente expresada en la respuesta de Friedrich Hayek, uno de los principales ideólogos del neoliberalismo, durante la dictadura de Pinochet en Chile: “Mi preferencia es por una dictadura liberal, no por un gobierno democrático”. La defensa de la democracia contra quienes la utilizan para destruirla es la cuestión básica que hay que afrontar sin descanso.
* Gerson Almeida, sociólogo, ex concejal y ex secretario de Medio Ambiente de Porto Alegre.
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