por JULIÁN RODRIGUES*
Descalificar las luchas contra la opresión no es ni de izquierda ni marxista
“Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”
(Rosa Luxemburgo)
Los fundamentos del marxismo son la emancipación humana, en todas sus dimensiones. No hace falta mencionar las intuiciones de Engels o el feminismo socialista nacido en el siglo XIX, ni siquiera los avances que impulsó la revolución rusa en sus primeros años.
Si una parte importante de la izquierda socialista se volvió “heterosexual” y conservadora a lo largo del siglo XX, esta desviación conservadora ya se ha corregido desde la década de 1960. La igualdad de género, la igualdad racial, las libertades sexuales, las libertades democráticas son elementos de cualquier programa de izquierda, socialista, marxista, comunista, revolucionario durante muchos años. O debería ser.
Gran error. El machismo economicista heterosexual elitista blanco se mantiene firme y fuerte entre los intelectuales de izquierda. Deseosos de descalificar las luchas contra la opresión, como si la clase obrera fuera una masa homogénea de hombres blancos heterosexuales de mediana edad, estos escribas no dejan de despreciar todo lo que no sea el sindicalismo clásico.
Su primera operación es etiquetar la lucha de las mujeres, los negros, LGBT como 'identidades'. Cosa pequeña, casi ridícula. No se toman la molestia de conocer las diferencias políticas que existen dentro de los movimientos. Tratan, por ejemplo, al feminismo como un todo homogéneo, algo primario.
Estos “intelectuales”, además de no incorporar la dimensión emancipadora de la lucha socialista –y de entender el capitalismo como un sistema articulado de opresiones superpuestas– ni siquiera se molestan en diferenciar las perspectivas liberales de las socialistas. Deseche todo.
Sugerencia para esta clase: leer autoras feministas. Rescatar la historia de la lucha de las mujeres, la lucha anticolonial, la lucha de las minorías sexuales. No hay socialismo sin feminismo. Ni sin igualdad racial.
Como militante LGBT y comunista tengo que enfrentar simultáneamente tanto a los “neoliberales progresistas” como a la “izquierda conservadora”.
Para empezar: evita los términos agenda de identidad o lucha de identidad
Cuando alguien de izquierda usa esa palabra, por lo general quiere descalificar los movimientos y las luchas de LGBT, mujeres, negros.
No confundir la crítica a los límites del liberalismo progresista con la legitimidad de las luchas contra la opresión estructural.
Enfrentarse al capitalismo patriarcal-racista-cisheteronormativo no es una cosa menor, o simplemente un reclamo de representación, que pasaría por alto la lucha de clases. Los liberales son los que limitan tales demandas a la dimensión del “reconocimiento”. Los socialistas luchan por el reconocimiento, la igualdad material y la participación política.
Entonces, no seas como José Pacheco Pereira, o como cierto escritor bahiano cuyo nombre me niego a divulgar, no te pongas Mark Lilla. Y tantos otros que mejor no mencionar. Mire a Chile, al protagonismo de las mujeres jóvenes. Ante la duda, Nancy Fraser la resuelve. O volver a Rosa Luxemburg. Una izquierda marxista es necesariamente feminista, libertaria, antirracista; su horizonte es la propia emancipación humana. Desde siempre.
* Julián Rodrigues es profesor y periodista, LGBTI y activista de derechos humanos