por LUIZ MARQUÉS*
En el capitalismo centrado en los datos, el criterio de validez cognitiva es el beneficio empresarial obtenido de aspectos prosaicos de la existencia cotidiana, que incorporan activos rentables.
En la toma de posesión de Donald Trump, los multimillonarios Mark Zuckerberg (Meta, Facebook, WhatsApp), Jeff Bezos (Amazon), Sundar Pichai (Google), Tim Cook (Apple) y Elon Musk (Xiiiter, Tesla). Más vale tarde que nunca, Bill Gates (Microsoft) se unió a la aventura; “puede generar cosas buenas”. La ceremonia pomposa y solemne puso fin a la promesa de emancipación, un remanente de los primeros días de la cibercultura. La pregunta era quién, más allá del teatro y de todos los espectáculos, asumía realmente el poder: ¿el jefe del Ejecutivo o los monopolios tecnocráticos?
Una vez elegido, el presidente indultó a quienes invadieron el Capitolio y retiró al principal emisor de gases de efecto invernadero, Estados Unidos, del Acuerdo de París. Como si fuera poco, el negacionista que no cree en las pandemias rompió con la Organización Mundial de la Salud (OMS). La nube de inversionistas en la campaña republicana también coincidió con la falta de aprecio por la democracia, la naturaleza y las organizaciones multilaterales debido al modelo de negocio depredador. El saludo fascista no fue ninguna sorpresa.
A esto se sumó la decisión de las plataformas de liberar el noticias falsas, que desgarran el tejido social bajo el signo de la “posverdad”. El paradigma de la veracidad en la mediación de conflictos se desvanece en el aire. No importa si los mensajes son verdaderos o falsos. La clave es que se vuelvan virales, generen clics, me gusta e inflen burbujas con sentimientos de odio y resentimiento para garantizar dividendos estratosféricos. En el capitalismo centrado en los datos, el criterio de validez cognitiva es el beneficio empresarial obtenido de aspectos prosaicos de la existencia cotidiana, que incorporan activos rentables. La financiarización es necesaria; La canibalización es una consecuencia. En este caso, el fin justifica los métodos. El ciclo está cerrado.
Se desconoce si Silicon Valley es una causa o un producto de la disolución de la sociabilidad. Se sabe que el movimiento original para salvaguardar la privacidad (Chaos Computer Club, en Alemania) cedió ante la expertos en tecnología, adaptado al orden acumulativo. Para disfrazar, el Uber Acaricia a los consumidores bajando las tarifas del transporte urbano; y el Airbnb Se presenta como una utilidad para los propietarios de viviendas en tiempos de recesión. De esta manera se disfraza la precariedad del trabajo y la monetización de las propiedades sociales.
“Terminamos en un dominio feudal, compartido entre empresas tecnológicas y servicios de inteligencia”, denuncia Evgeny Morozov, en el libro Big Tech: El auge de los datos y la muerte de la política. Todo lo que queda de la contracultura norteamericana es el individualismo y el consumismo; de la “aldea global” de los años 1960, la nostalgia; y la acusación contra las instituciones establecidas, la liberalismo.
Fin de la privacidad
En publicidad, el trabajo del profesor es intercambiable por la prestación de servicios por parte de un robot y un smartphone. Cámaras de vigilancia y las rutas de la Waze de las rutas de la ciudad, cada hora, son más efectivas que la guardia municipal o el departamento de transporte. Los algoritmos ignoran las ideologías al crear la economía colaborativa, con la fascinación fetichista de la digitalización. Favorecer a los no usuarios abstractos; Sí, la extrema derecha y el neoliberalismo en el contexto de la crisis del Estado de bienestar y del principio de esperanza. EL mentiroso, hablador de mierda, nunca se cansa de contar historias.
Debemos sospechar de lo que brilla en el marketing . Contrariamente a la creencia popular, esos empresarios del Valle se consideran una vanguardia solidaria y colaborativa, con una empatía que los partidos políticos y las ONG no tienen. EL Silicon Valley Si imaginas una alternativa a Wall Street; Cuando son gemelos siameses. Lo que mueve sus engranajes no es la inclusión informativa, sino el dinero procedente de hábitos registrados sin autorización. La distopía orwelliana adquiere contornos cercanos a una tragedia inminente.
La Inteligencia Artificial es la esencia del proceso para el cual la privacidad es un obstáculo. La protección de los ciudadanos frente a la intrusión corporativa excesiva está en contradicción directa con la mentalidad de apropiación generalizada característica de los tiempos contemporáneos. En la interpretación del ejecutivo de Comisión Global de Gobernanza de Internet (Comisión Global sobre Gobernanza de Internet), “las barreras al libre flujo de datos son, estrictamente hablando, barreras al comercio”. Pronto, proteger la propia privacidad será una ofensa a la dinámica del mercado. El totalitarismo extiende sus alas sobre la vida privada. La minería de la realidad no tiene límites en la jungla capitalista.
Elon Musk en el Departamento de Eficiencia Gubernamental de la administración Trump profundiza el poder de Big Tech instalándose estratégicamente en el centro neural del Leviatán imperialista. ¿Qué negocios se pueden hacer con sus datos confidenciales? El entrismo potencia a sectores hegemónicos en el flujo de capitales, con ingresos superiores a los de más de cien países. La revolución pasiva de la Inteligencia Artificial está en pleno apogeo. El procesamiento de la masa de indicadores establece la racionalidad digital y la regulación algorítmica, la utopía tecnocrática en la política apolítica para cuestiones analógicas.
Los dispositivos de control aumentan la eficiencia. La trazabilidad permite diseñar mejor, mejorar mejor, gobernar mejor. Pero Evgeny Morozov pregunta: “¿Mejor que qué?” Si no Facebook Cada día se realizan miles de experimentos secretos para optimizar resultados específicos o deliberaciones a largo plazo: “es mejor preocuparse por los experimentos de los que no hablamos”.
Disrupción, eficiencia
Los problemas reales no se resuelven sólo con infraestructura para brindar información; requieren el cuidado de las necesidades humanas. Es difícil mantener valores como la solidaridad en un entorno tecnológico que vive de la personalización y de las experiencias únicas. “¿Dónde están las aplicaciones para combatir la pobreza o la discriminación racial?”, se pregunta el crítico bielorruso.
Desde la perspectiva de Big Tech Sólo hay espacio para empresas. Con una mayor densidad de TI en Europa, los ingresos crecerían en 500 mil millones de euros anuales. Tal vez deberíamos bajar la guardia. Google y IBM evolucionar sin obstáculos. Depende del asesor De la Casa Blanca inteligenteizar y cuantificar las atribuciones y actividades del Estado, introduciendo leyes en la caja correo no deseado (spam), junto con el desgastado Estado democrático de derecho y el sueño de otro mundo, acariciado en el Foro Social.
La exaltación de la disrupción y la eficiencia, en pos del rendimiento, es la contraseña de la burocracia del servicio público para corregir las distorsiones sistémicas, con la panacea de startups. La planificación y el condicionamiento, los protocolos y las estadísticas refuerzan las numerosas acciones administrativas antipopulares, mientras que los ajustes fiscales inhiben los mecanismos constitucionales y devuelven al pueblo a su condición de minoría. Hoy en día, las agencias de calificación crediticia y los mercados de bonos –no los votantes– son quienes toman las decisiones y juegan las cartas. “Es hora de cortinas marrones / De un cielo neutro”, reflexiona el poeta de Itabira.
En la ciberesfera todo se resuelve en la aplicación que está a punto de inventarse. La salud, la educación y la seguridad se beneficiarán de la intersección de datos y sensores portátiles. Byung-Chul Han identifica esto con “la era de la infocracia”. Pero el imperialismo no murió; A pesar de la búsqueda profunda Chino, descargado de App Store da Apple, habiendo superado a competidores como el ChatGPT. ¿Cómo patatas fritas Suspendido por el bloqueo estadounidense, menores costos de producción y código abierto (gratuito), el fenómeno provoca pánico en las Bolsas de Valores. La multipolaridad geopolítica agradece el golpe de gracia de la arrogancia.
La superpotencia padece una arrogancia que le impide admitir alto y claro: “Mi nombre es Estados Unidos y soy adicto a los datos”. Donald Trump oculta lo obvio y redobla sus apuestas paranoicas; cancela el momento de antítesis en la dialéctica de Big Tech y distorsiona la América primero. La amenaza a la libertad individual y colectiva hace que las redes digitales sean más tóxicas. Nada que ver con la tecnofobia. Es la lucha por la soberanía en una democracia con predicados políticos del liberalismo clásico (tolerancia, pluralismo) y el énfasis del socialismo participativo en cuestiones sociales (igualdad, bienes comunes).
* Luis Marqués es profesor de ciencia política en la UFRGS. Fue secretario de Estado de Cultura de Rio Grande do Sul durante el gobierno de Olívio Dutra.
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