por GÉNERO TARSO*
Consideraciones sobre las fuerzas políticas que atentan -dentro y fuera del Estado- los bienes morales y materiales de la nación
Busco inspiración en un brillante cuento de O.Henry, “Historias de un billete de diez dólares”, para hablar un poco del difícil momento que estamos atravesando, en temas políticos, económicos, culturales y religiosos, tomando esto como un conjunto. de avances de los oportunistas en las religiones del dinero sobre la laicidad del Estado, sumado a las complicidades dentro del Poder Legislativo para la destrucción de la República. En la “Parte I”, del cuento, el autor advierte, para explicar con quién estamos hablando en su obra de ficción: ¡es con la moneda! Ella, sustrato de la política real de las clases dominantes del mundo, mediadora simbólica de los intercambios en la circulación de los bienes materiales y del capital financiero, dice: “Soy un billete de diez dólares, año 1901. Tal vez ya hayan visto uno en la mano de algún amigo tuyo”.
Es a partir de dos hechos políticos, ambos naturalizados -como es habitual- por los medios tradicionales, que se puede comentar la crisis con ilustraciones de hechos y ejemplos: la aprobación de la política por defecto de precatorios, que afecta a todas las clases sociales y perjudica, como siempre, muchos los más débiles (sin ahorros que resistir) y pocos los más fuertes; y el nombramiento en el Tribunal Supremo del Ministro “terriblemente evangélico”, que dejó patente -en su testimonio ante el Senado- tanto su ignorancia histórica como su desprecio por la Revolución Francesa, tanto su capacidad de mentir sobre su compromiso con la laicidad de la el Estado, como su desprecio por el Parlamento, cuya mayoría quería ser engañada.
Escribe O.Henry: “El dinero habla. Pero se podría pensar que hablar de un pequeño billete de diez dólares en Nueva York no sería más que un susurro. (…) “Pero no olvides que las monedas también pueden hacer sus comentarios aquí y allá”, continúa O.Henry, recordando que, cuando le das propina al tendero para que te robe el peso de la carne a tu favor, es es posible leer, en las palabras escritas sobre la efigie de la moneda, lo siguiente: “Confiamos en Dios”.
La “confianza en Dios”, la moneda, las celebraciones místicas de “curas” mentirosas, los ataques simulados de fe en Dios (y no en el dinero) sobre la baraja de la victoria de los Pastores configuran, hoy, no el surgimiento de religiosidades generosas, capaces de brotar de cualquier confesión religiosa, sino de un intercambio en moneda, entre fuerzas políticas que agreden –dentro y fuera del Estado– los bienes morales y materiales de la República.
La aprobación de los precatorios default no sólo fue la desmoralización total de la política de “techos”, del neoliberalismo gendarme circulación monetaria (para tranquilizar a los financistas de la deuda pública el próximo año), pero también fue la forma política que -a través de negociaciones con monedas muy superiores a los 10 dólares- ajustó las complicidades presupuestarias, entre fascismo y ultraliberalismo, para joder a los "abajo". El diez por ciento que se quita de los ingresos de los más pobres puede señalar la frontera entre vivir y morir, pero para los más ricos solo puede simbolizar la postergación de la compra del próximo automóvil importado. En estos episodios, los billetes de diez dólares hablaban a toda velocidad para quienes pretendían confiar en Dios.
El nombramiento del “terrible evangélico” al Supremo Tribunal Federal, sin embargo, anunció más que el quebrantamiento de un “pie” en la dignidad del STF. Hizo del rapto al laicismo una relación de mal planeado, ya que el nombramiento previamente anunciado por el Presidente (aceptado por la mayoría del Senado) funcionó, no sólo como una presión contra los débiles, sino sobre todo como un acto preparatorio para la producción de recibos de compra, de sus conciencias y la inducción de cobardes al suicidio moral.
Estos dos hechos políticos muestran que los efectos de la destrucción política y moral de la democracia liberal-representativa provocada por la elección de Bolsonaro están lejos de ser superados. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los que lo apoyan en la sociedad no son matones, ni son fascistas. Están, de hecho, cansados del ritual democrático que no siempre está ligado a su progreso material y cultural, que, en tiempos de crisis del sistema, los trata como una pieza más en un vasto engranaje que hace eternamente más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. desheredado
Quien sepa recuperar el sentido común para ganar las elecciones de 2022 tendrá que conquistarlo también rápido para gobernar y mejorar la vida de la mayoría, rápido, porque al cansancio de la espera se suma la ira. Y la ira es el elemento central de la tentación totalitaria. Es contra eso que se debe armar un amplio frente político, que tenga en su núcleo estratégico los más elaborados pensamientos de izquierda y de centro-izquierda, para encaminar con firmeza la redención económica y política de un Brasil hecho para todos.
* Tarso en ley fue Gobernador del Estado de Rio Grande do Sul, Alcalde de Porto Alegre, Ministro de Justicia, Ministro de Educación y Ministro de Relaciones Institucionales de Brasil.