la danza de la muerte

Blanca Alaníz, Serie Día de Muertos, Fotografía digital, Ciudad de México, 2018.
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por FRANCISCO JUNIOR*

Sofia, Gilmar, Aldir, Agnaldo, Nicette, Josés, Marias, Pedros, Raimundas y muchos otros

No tenemos vacantes en la UCI. Varios pacientes están esperando una cama. Ha aparecido una vacante y hay más de 200 pacientes en lista de espera. ¿Quién lo ocupará? Es tu decisión. En la dictadura del coronavirus, eres el médico de guardia y harás tu "elección de Sophie". ¿Quién es ella?

Sofia Zawistowski estuvo prisionera en el campo de concentración de Auschwitz. Llevaba en su cuerpo las marcas de un intento de suicidio y la inscripción número 11379. Tuvo dos hijos: Jan y Eva. Enfrentó un doloroso conflicto maternal. Bajo la tiranía nazi de exterminio "die vernichtung", se vio obligada a elegir cuál de sus dos descendientes permanecería con vida. Al enfrentarse a su verdugo, se la vio como una privilegiada por poder tomar su decisión. "Ella es polaca, no judía". En el discurso de su verdugo está la justificación de su “privilegio”. Una escena dramática interpretada por Meryl Streep en la película. La elección de Sofía (EEUU, 1982), dirigida por Alan J. Pakula.

En otros escenarios, el drama se revive en el actual contexto de pandemia. Bajo el régimen del covid-19, en su nefasta gestión en tierras brasileñas, somos testigos del macabro espectáculo de ver morir a la gente por falta de aire. Faltan tubos de respiración para la gran cantidad de personas con pulmones comprometidos. No hay suficiente oxígeno para todos. Los hospitales se agotaron. Tasas de ocupación hospitalaria bordeando el límite de capacidad del servicio. Colapsar. Profesionales de la salud agotados.

¿Existe todavía una frontera entre la ficción y la realidad? Desnudas y crudas, las pantallas proyectan la danza de la muerte. Las Sofias están en las UPA's de Brasil. El texto fílmico de Pakula deja espacio a la subjetivación médica. Actuando al servicio del proyecto ideológico nazi (SS Doctor), una medicina instrumentalizada por el poder tiene su traductor: “Mi padre me preguntó qué tipo de medicina practico aquí. ¿Que te puedo decir? Yo hago el trabajo de Dios. Yo elijo quién vivirá y quién morirá. ¿No es esta la obra de Dios?”

Con Joel Birman, estamos invitados a reflexionar sobre “el trauma en la pandemia del coronavirus”. En una mirada compleja, el contexto traumatizante en el que vivimos se lee en su multidimensionalidad política, social, económica, ecológica, cultural, ética y científica. La biología, la medicina y las ciencias humanas y sociales en reforzar la idea básica de que somos biopsicosociales y multidimensionales. El coronavirus no está solo en la construcción de la plaga de nuestros días.

Desde la perspectiva de la interdisciplinariedad, Birman se centra en la “dimensión psíquica del sujeto” traumatizado en la experiencia de la pandemia. El lente discursivo del psicoanalista observa a los angustiados, los melancólicos y los desvalidos bajo el pestilente aparato. Un malestar colectivo que genera “confusión mental” en la “catástrofe humanitaria” de los vivos ahora (BIRMAN, 2020).

Artistas atentos a los signos, toman posiciones sobre temas inquietantes. En la pandemia de hoy estallan voces inquietas e indignadas. Es el canto de la indignación en la lucha contra la indiferencia fría y calculadora. Un escandaloso número de muertos por covid-19 se anuncia a diario en los medios brasileños. Contabilidad numérica que no puede ocultar que eran personas con hambres y sed existenciales.

Criaturas soñadoras, con anhelos, necesidades y anhelos. Amantes, amigos, criaturas paradójicas, virtuosas y limitadas. Humano, demasiado humano. La gran actriz Nicette Bruno quedó noqueada por el coronavirus. El Joaquim anónimo también. Es con un toque humanizador que el cantor y el poeta crean poesía melódica para nombrar los INNUMERABLES de la plaga del ahora. Seres que se fueron y fueron pedazos de los que se quedaron. Mitades arrancadas y adoradas por los últimos sobrevivientes.

El cantor/compositor Chico César, en sociedad con el escritor Braúlio Bessa, creó una composición humanizadora para jugar y despertar a los indiferentes al dolor individual y colectivo. Chico y Braúlio piden ayuda porque lo sienten. Y aquí está la lista de nominados en los colores de sonido que diseñaron. En la sociedad del espectáculo, no se puede limitar a la visualización numérica y estadística.

Tenemos que grabar y pronunciar los nombres de los que se fueron y también de los que se quedaron: André Cavalcante, Bruno Campelo, Carlos Antônio, Thereza, Elaine Cristina, Felipe Pedrosa, Gastão Dias Junior, Horácia Coutinho, Iramar Carneiro, Joana Maria, Katia Cilene , Lenita Maria, Margarida Veras, Norberto Eugênio, Olinda Menezes, Pasqual Stefano, Camily, Quitéria Melo, Raimundo dos Santos, Salvador José, Terezinha Maia, Vanessa dos Santos, Wilma Bassetti, Yvonne Martins, Zulmira de Sousa, Todos están en las paredes de la memoria de los que se quedaron. Me enteré de la partida de Gilmar de Carvalho. Profesor capitalino, investigador y escritor. En el Día Nacional del Libro Infantil, el Covid-19 se lleva un acompañante literario.

*Francisco Júnior es profesor de sociología en la Universidad Federal de Piauí.

 

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