La construcción de Lázaros

Imagen: Thiago Japyassu
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por SANDRA ALMEIDA*

Mientras la lógica del capitalismo excluyente y egoísta esté arraigada en la forma de gobernar, tendremos muchas familias, como la de Lázaro, pidiendo ayuda sin pronunciar una sola palabra.

A lo largo de mis 56 años, vi construirse gradualmente muchos Lázaros. Nacer en la pobreza, vivir con hambre y violencia desde temprana edad, dentro y fuera del hogar, no disfrutar de una escuela pública de calidad, no ser atendidos por un sistema de salud preventivo, padecer falta de dinero y trabajo, buscar con sus propias fuerzas para su dignidad y no encontrarlas, sin duda, contribuyen mucho a la formación de Lázaros.

Este caso va más allá de la acción policial, también es un tema político. De paso, la falta de políticas públicas eficientes en niñez y juventud, que permitan a los jóvenes acceder a la formación deportiva, profesional y académica y acceder al mercado laboral al mismo nivel que los niños de las clases más favorecidas. Lázaro repartidos por las regiones más pobres del país necesitan atención médica temprana, alimentación, escuela, deporte, ocio, trabajo y dignidad. ¿Quién no quiere dignidad? ¿Quién no quiere ser consciente de su propio valor, respeto, honor? Todo ser humano tiene ese derecho. Dios no puso a ningún niño en el mundo para convertirse en un animal irracional y ser cazado como tal. Es muy triste esta historia, sobre todo de las víctimas que perdieron la vida, toda una familia interrumpida abruptamente, el miedo instalado en la población, el gasto del Estado en esta búsqueda incesante, el agotamiento emocional y físico de los policías y, lamentablemente, el sensacionalismo. Cobertura de la mayoría de los periódicos.

Conozco la región de Girassol donde está instalada la operación policial y estuve allí recientemente. Vi la fascinación en los ojos de los niños por estar tan cerca de los helicópteros y los coches de policía con hombres y armas de verdad. La emoción que salta en el rostro de quienes aún no logran comprender el verdadero significado de todo eso es impresionante. Escuché de una adolescente que no se atrevería a dejar el movimiento porque nunca volvería a ver esa escena. No se da cuenta de que este es un escenario frecuente en la pobreza y marginación de la población. De todas las personas a las que me acerqué, había un deseo absoluto de ver a Lázaro capturado y encarcelado por el resto de su vida. Es un criminal, es un delincuente, el único culpable. La sentencia ya está dada. Todo en ese lugar conduce a ese pensamiento. Parece que la escuela no logró desarrollar la competencia de reflexión, libertad y pluralidad de pensamiento. Y, lo más preocupante, ¿por qué los menos educados tienen la conducta de llevarse debilidad y defecto? ¿Habría sido esto inculcado por el sistema en el que vivimos? ¿Sería Lázaro el único culpable?

Me expreso, en estas pocas palabras, para incitar a una reflexión más allá del odio, la rebeldía y la justicia de los tribunales. Hay una injusticia social detrás de esta historia y muchas otras. En los 33 años trabajando con la educación en el centro y en la periferia del Distrito Federal, vi construir muchos Lázaros. Esto causa dolor y sufrimiento a los docentes y, a menudo, se convierte en depresión y otras enfermedades. La imposibilidad de transformar la realidad por sí sola enferma a todos física y emocionalmente. La educación es un brazo para esta transformación, pero es necesario que otros brazos apoyen al niño, al adolescente y al grupo familiar. Suprimir el hambre, la pobreza, dotar de viviendas con saneamiento básico, contar con un sistema de salud eficiente y vislumbrar una posibilidad de empleo e ingresos es un derecho humano. Mientras la lógica del capitalismo excluyente y egoísta esté arraigada en la forma de gobernar, tendremos muchas familias, como la de Lázaro, pidiendo ayuda sin pronunciar una sola palabra. Es inaceptable que, en una sociedad injusta y desigual, un hombre de 32 años sea el único responsable del caos que asola el municipio de Cocalzinho. Los invito a hacer esta y otras reflexiones y respeto las diferentes opiniones.

*Sandra Almeida es docente de educación básica en la Red de Educación Pública del Distrito Federal.

 

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