Construyendo un nuevo orden mundial

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por GILBERTO LOPES*

Pregunta de Olaf Scholz: ¿cómo puede Europa seguir siendo un actor independiente en un mundo multipolar?

1.

"La agresión de Rusia contra Ucrania puso fin a una era", dijo el canciller alemán Olaf Scholz en un artículo publicado en la edición de enero/febrero de la revista. Relaciones Exteriores: El Zeitenwende global. Algo así como un punto de no retorno. También es el punto de partida del Foro Económico Mundial que se reunió en Davos a mediados de enero: “el mundo se encuentra ahora en un punto de inflexión crítico”, dicen.

La pregunta central para Olaf Scholz era la siguiente: ¿cómo podemos nosotros, como europeos y la Unión Europea, seguir siendo actores independientes en un mundo cada vez más multipolar?

Algo de lo que también ha estado hablando el presidente francés Emmanuel Macron, para quien Europa debería replantearse su “autonomía estratégica”. Según Emmanuel Macron, “Europa debe desempeñar un papel más activo en la OTAN, reduciendo su dependencia de Estados Unidos y desarrollando sus propias capacidades de defensa para garantizar la paz en la región”.

Del lado ruso, también se analiza el problema. Fyodor Lukyanov, director del Foro de Debate de Valdai, destacó que la visita del presidente ucraniano Vladimir Zelensky a Washington el 21 de diciembre (dejando de lado el teatro) podría representar un hito para la definición de un nuevo marco de seguridad europeo.

Con Ucrania transformada en un portaaviones estadounidense insumergible –como dice Lukyanov, un papel similar al jugado por Honduras en la guerra de los “contras” montada por Washington contra los sandinistas en Nicaragua en la década de 1980–, el esquema de seguridad propuesto por Vladimir Putin en diciembre el año pasado ya no tiene sentido. Con el ejército ucraniano bien preparado y apoyado por Occidente, especialmente por Estados Unidos, su eventual ingreso en la OTAN se vuelve irrelevante. dijo Lukyanov.

una posición similar lo expresó el exsecretario de Estado de EE.UU. Henry Kissinger. Ucrania obtuvo uno de los ejércitos terrestres más grandes y efectivos de Europa, equipado por los estadounidenses y sus aliados. La alternativa de la neutralidad ya no tiene sentido, dijo Kissinger, especialmente después de que Suecia y Finlandia se unieron a la OTAN. Repitió estas ideas en su discurso en el foro de Davos el 18 de enero.

 

Ganadores de la Guerra Fría

¿Qué era, según Olaf Scholz, está llegando a su fin? En la década de 1990, parecía que un orden mundial más estable, resistente, diría yo, se había afianzado en el mundo. Se trataba del orden establecido tras la Guerra Fría, de un mundo percibido como de “relativa paz y prosperidad”.

La ex canciller alemana Angela Merkel diría, en una entrevista publicada el 7 de diciembre en tiempo Magazine, que “la Guerra Fría nunca terminó, porque Rusia nunca estuvo realmente en paz”.

Alemania no había logrado su objetivo de derrotar a Rusia, entonces jefe de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en la Segunda Guerra Mundial. Enfrentada al resto de Europa, especialmente a Gran Bretaña, entonces todavía una gran potencia (y que hizo lo imposible por evitar entrar en esa guerra), y más tarde a Estados Unidos, Alemania fue derrotada, en una guerra en la que el papel de la La URSS fue decisiva.

Posteriormente, el mundo se dividió en dos grandes bloques. El dirigido por Estados Unidos se dio a la tarea de continuar la lucha contra el dirigido por la Unión Soviética. Un largo conflicto, que duró casi 45 años, y terminó, como sabemos, con la victoria del bloque occidental y la disolución de la URSS.

Una vez liberados los países de Europa del Este, hasta entonces bajo la tutela soviética, surgió un nuevo orden internacional: una Europa “unida y libre” (“completo y libre”, en palabras del presidente George HW Bush), ahora bajo el liderazgo estadounidense, comenzó la construcción de este nuevo orden internacional.

Por un lado, se consolidaron las políticas económicas neoliberales, impulsadas por las instituciones financieras internacionales, con grandes privatizaciones en los países de Europa del Este, que se extendieron también a América Latina, región tradicionalmente tutelada por Estados Unidos. Era la era del “no hay alternativa”, anunciada por una de las representantes más puras de la época, la primera ministra británica Margaret Thatcher.

Por otro lado –y hoy lo vemos claro– se estaba diseñando una nueva política exterior y de defensa bajo el liderazgo de Estados Unidos, encabezada por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

El objetivo de la OTAN, como diría en 1952 su primer secretario general, el general británico de origen indio, Hastings Ismay, era “para mantener fuera a la Unión Soviética, a los estadounidenses dentro y a los alemanes abajo”, muy en línea con la política exterior británica en ese momento.

Setenta años después, el declive británico permitió a Olaf Scholz decir, en su artículo, que “los alemanes buscan ser los garantes de la seguridad europea que nuestros aliados esperan que seamos, constructores de puentes en la Unión Europea y defensores de soluciones multilaterales para los problemas globales”.

El sueño de Inglaterra, expresado por el general Hastings Ismay, se ha hecho añicos y gran parte del resto de Europa -cerrada de miras, en mi opinión-, ilusionada con la guerra contra Rusia, parece olvidar las consecuencias del último rearme alemán.

Olaf Scholz destacó la reforma de la Constitución alemana, que le prohibía armar a países en conflicto, y anunció la asignación de 100 millones de euros para reforzar sus Fuerzas Armadas. Lo que pertenece a un mismo mundo debe crecer junto, dijo el canciller Willy Brandt tras la caída del Muro de Berlín. Brandt se refería a Alemania, pero eso se aplica a Europa en su conjunto, dice Olaf Scholz.

Es lo que Occidente llama “un mundo basado en reglas”. Lo que Olaf Scholz percibe como un nuevo orden más resistente, como un mundo de relativa paz y prosperidad, algunos lo han llamado “el fin de la historia”.

 

2.

Olaf Scholz lamenta que Vladimir Putin, en lugar de ver la caída pacífica del Muro de Berlín y el orden comunista como una oportunidad para promover más libertad y democracia, la calificó como “la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX”.

La frase tiene una doble implicación. La primera es situar el fin de la URSS como una catástrofe mayor que las representadas por la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Parece un error de juicio cruel por parte del presidente ruso. Pero tiene todavía otro significado, políticamente más importante para la construcción del discurso de la canciller alemana: el de sugerir que el ataque de Rusia a Ucrania es sólo un paso en el esfuerzo por reconstruir la Unión Soviética.

No hace falta extenderse sobre esto para entender el significado de lo que Olaf Scholz busca atribuir al presidente ruso. “Cuando Putin dio la orden de atacar, destruyó una arquitectura de paz europea e internacional que tardó décadas en construirse”. “Su brutal ataque a Ucrania en febrero pasado marcó el comienzo de una nueva realidad: el regreso del imperialismo a Europa”.

La frase, citada por la canciller alemana, revela una interpretación sutil. La cita a la que se refiere Olaf Scholz es de informe anual del Presidente de Rusia a la Asamblea de la Federación Rusa. El texto citado por Scholz, en su versión en inglés, está en el sexto párrafo: “Sobre todo, debemos reconocer que el colapso de la Unión Soviética fue un gran desastre geopolítico del siglo. En cuanto a la nación rusa, se convirtió en un auténtico drama. Decenas de millones de nuestros conciudadanos y compatriotas se encontraron fuera del territorio ruso.

Como pueden ver, esto no es lo que dice Olaf Scholz cuando, citando a Vladimir Putin, afirma, entre comillas: “fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX(fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX).

Lo que dice el texto de Vladimir Putin es: “fue un gran desastre geopolítico del siglo”, que se puede traducir como “uno de los mayores desastres geopolíticos del siglo”. Un verdadero drama para la nación rusa, agregó Putin. "Millones de nuestros ciudadanos y compatriotas se encontraron fuera del territorio ruso". La clave del debate está en las palabras utilizadas en inglés: “los”, por un lado, y “a", Por otro.

Stephen Frand Cohen, un erudito estadounidense de estudios rusos, dice que Vladimir Putin ha sido obsesivamente mal citado sobre este tema, repitiendo la frase “El colapso de la Unión Soviética fue la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX.", cuando, en realidad, lo que dijo fue que había sido "una gran catástrofe geopolítica del siglo XX.

Olaf Scholz ignora estos detalles y cita la frase según se adapta a su argumento. Veremos que esta no es la única cita en la que aplica este procedimiento. Es en este ambiente que el autoritarismo y las ambiciones imperialistas de Vladimir Putin "comienzan a surgir", dice. Cotizar más tarde el discurso que pronunció el presidente ruso dos años después, en 2007, en la Conferencia de Seguridad de Munich. Un discurso "agresivo" en el que "se burló del orden internacional basado en reglas como un mero instrumento de dominación estadounidense".

 

El fracaso del mundo unipolar

Es importante considerar la fecha en que habla el presidente ruso: 2007, hace 15 años. ¿Qué dice Putin en este discurso? Lo primero es que el modelo de un mundo unipolar, como el surgido tras el triunfo de Occidente en la Guerra Fría, “no sólo es inaceptable, sino imposible en el mundo actual”. Lo que está pasando en el mundo de hoy –y esto es lo que hemos comenzado a discutir– es el intento de introducir este concepto en los asuntos internacionales.

¿Y cuáles han sido los resultados?, pregunta Putin. "Las acciones unilaterales, ya menudo ilegítimas, no han resuelto ningún problema". A fines de 2001, Estados Unidos había invadido Afganistán y, en marzo de 2003, Irak. “Estamos presenciando el uso prácticamente incontrolable de la fuerza militar en las relaciones internacionales, un creciente desprecio por los principios básicos del derecho internacional, que ha sumido al mundo en el abismo de conflictos permanentes. Un Estado -principalmente Estados Unidos- actuando más allá de sus fronteras, ha buscado imponer sus políticas a otras naciones, ya sea en la economía, la política, la cultura o la educación”.

El resultado, dice Vladimir Putin, ya en 2007, es que nadie se siente seguro. "Estoy convencido de que ha llegado el momento en que debemos pensar seriamente en la arquitectura de la seguridad global".

Putin habló de un mundo multipolar, basado en el crecimiento económico de países como India, China o los miembros de los BRIC, que en ese momento incluían a Brasil, Rusia, India y China. Destacó la importancia de un marco legal sobre armas de destrucción masiva, defendió la necesidad de respetar el tratado de no proliferación nuclear, el control multilateral de tecnologías misilísticas, la prevención del uso de armas en el espacio.

El discurso aborda otros temas, pero Putin se detiene en el Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa, firmado en 1999. Han pasado siete años y solo cuatro países, incluida Rusia, han ratificado el tratado, dice Vladimir Putin.

¿Qué pasó desde entonces? "La OTAN ha colocado sus fuerzas en nuestras fronteras, mientras seguimos respetando estrictamente las obligaciones de nuestros tratados y no reaccionamos ante tales acciones". Los países de la OTAN han declarado que no ratificarán el tratado "hasta que Rusia retire sus bases de Moldavia y Georgia". Vladimir Putin se refirió a la situación en Moldavia y dijo que la discutía regularmente con el secretario general de la OTAN, Javier Solana. No habló de la situación en Georgia.

Y recordó una declaración de otro secretario general de la OTAN de 1988 a 1994, el exministro de defensa alemán Manfred Wörner, realizada en Bruselas el 17 de mayo de 1990: “el hecho de que estemos dispuestos a no colocar tropas de la OTAN fuera del territorio alemán le da a la Unión Soviética Unión una firme garantía de seguridad.”

La expansión de la OTAN, agregó Vladimir Putin, no tiene nada que ver con modernizar la alianza o garantizar la seguridad de Europa. Por el contrario, “representa una grave provocación que reduce el nivel de confianza mutua”. ¿Dónde están esas garantías?, preguntó.

Vladimir Putin también dijo en ese discurso que “el único mecanismo que puede decidir sobre el uso de la fuerza militar como último recurso es la Carta de las Naciones Unidas”. Una afirmación difícilmente conciliable con su decisión de atacar Ucrania, aunque posteriores revelaciones, especialmente sobre intenciones ocultas en las negociaciones del Acuerdo de Minsk, añaden nuevos matices al panorama.

 

3.

Volvamos al artículo de Olaf Scholz. En 2014 –dice– Rusia ocupó Crimea y envió tropas al Donbas “en violación directa del derecho internacional”. “Durante los ocho años posteriores a la anexión ilegal de Crimea y el estallido del conflicto en el este de Ucrania, Alemania y sus socios europeos e internacionales del G7 se centraron en salvaguardar la soberanía y la independencia política de Ucrania al tiempo que evitaban una mayor escalada de Rusia, restaurando y preservando la paz en Europa".

Junto a Francia, añadió Olaf Scholz, “Alemania se comprometió con el llamado Formato de Normandía, que desembocó en los Acuerdos de Minsk y el correspondiente proceso de Minsk, que exigió a Rusia y Ucrania la adopción de un alto el fuego y una serie de medidas más. A pesar de los problemas y la falta de confianza entre Moscú y Kiev, Alemania y Francia mantuvieron el proceso en marcha. Pero una Rusia revisionista hizo imposible una diplomacia exitosa”.

Luego, las declaraciones de la excanciller Angela Merkel a la citada Revista Zeit dio otra perspectiva sobre los acuerdos de Minsk. El primer acuerdo, en septiembre de 2014, dijo Angela Merkel, tenía como objetivo “dar tiempo a Ucrania para fortalecerse, como podemos ver hoy. La Ucrania de 2014/2015 no es la Ucrania de hoy”.

Luego vino la batalla de Debatselvo a principios de 2015, con una rápida victoria de las fuerzas rusas, que dio lugar a un segundo protocolo del acuerdo de Minsk, firmado en febrero de ese año. “Nos quedó claro que el conflicto estaba congelado, que el problema no se había resuelto, pero esto le dio a Ucrania un tiempo invaluable”, agregó Angela Merkel.

Posteriormente, el ex presidente francés François Hollande hizo declaraciones similares. Pyotr Poroshenko, quien asumió la presidencia de Ucrania después del golpe de Estado de 2014, también reconoció que los Acuerdos de Minsk (en los que él y Merkel participaron en la negociación) no eran más que una estratagema para ganar tiempo y reforzar militarmente a Ucrania. "Los acuerdos de Minsk, a pesar de las críticas, nos han dado tiempo para desarrollar las capacidades de defensa de Ucrania".

Lo cierto es que, el 10 de diciembre de 2019, el gobierno ucraniano emitió un comunicado tras una reunión en París de los líderes de los cuatro países que dieron forma a los Acuerdos de Minsk -Francia, Alemania, Rusia y Ucrania- declarando que seguían comprometidos con la plena implementación de los acuerdos y la promoción de una “arquitectura sostenible e inclusiva de confianza y seguridad en Europa”.

La respuesta rusa fue que las declaraciones de Angela Merkel fueron "decepcionantes". “No esperaba escuchar eso del ex canciller”, dijo Vladimir Putin. "Pensé que los líderes alemanes estaban en un diálogo sincero con nosotros". “La idea era llenar Ucrania de armas y prepararla para el combate. Nos dimos cuenta de esto demasiado tarde”, agregó.

 

La visión de un mundo nuevo

Olaf Scholz afirma que “Putin quiere dividir Europa en zonas de influencia y el mundo en bloques de grandes potencias y estados vasallos”. Afirma que “Putin nunca aceptó a la UE como actor político”, dice. A su juicio, la Unión Europea es una unión de Estados libres, democráticos y soberanos, basada en el Estado de derecho, la antítesis de la Rusia “imperialista y cleptocrática”.

Es difícil encontrar medidas dirigidas a estos fines en las propuestas de Vladimir Putin. Aunque hoy puedan parecer del todo inviables, en 2010 Vladimir Putin, entonces primer ministro ruso, presentó dos propuestas que habrían cambiado la faz de Europa. El 25 de noviembre de ese año, la agencia de noticias alemana DW escribió sobre el tema: “Aún no se ha secado la tinta de los titulares que alaban, como un paso histórico, el acuerdo entre los países miembros de la OTAN y Rusia sobre cooperación en la construcción de un escudo antimisiles en suelo europeo cuando –tras la cumbre con la Unión Europea– Unión Europea: la adhesión de Moscú a la Organización Mundial del Comercio finalmente está en el horizonte”.

Por si fuera poco, unas horas después, en el diario alemán Süddeutsche Zeitung, el primer ministro ruso, Vladimir Putin, abogó por la integración de una comunidad económica armoniosa desde Lisboa hasta Vladivostok.

Desde entonces, las tensiones no han hecho más que aumentar. Deberíamos preguntarnos por qué no fue posible un acuerdo con Rusia, en los términos propuestos por Vladimir Putin en 2010 o en otros términos.

Entre las razones más sensibles en este escenario estaba la conexión del gasoducto Corriente del Norte II, que se convertiría en un vínculo estratégico entre Rusia y Europa Occidental. Impedir su finalización se ha convertido en un objetivo fundamental de Estados Unidos. Algún día conoceremos los detalles de la cancelación del acuerdo sobre este gasoducto y los posteriores ataques -atribuidos a la inteligencia británica- a las instalaciones existentes tanto del Corriente del Norte II (que nunca entró en funcionamiento) como Corriente del Norte I, que estaba en funcionamiento.

 

una vista diferente

¿Cómo puede Europa seguir siendo un actor independiente en un mundo multipolar?, se pregunta la canciller alemana.

Cuando el Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania se reunió en la base aérea militar estadounidense en Ramstein, Alemania, el 20 de enero, el presidente francés, Emmanuel Macron, se refirió al escenario europeo. Durante una visita a España, mantuvo una larga conversación con el escritor español Javier Cercas en París, publicada en el diario El País. Hay una crisis sin precedentes en Europa debido a la guerra. La respuesta debe ser una Europa poderosa, dijo el presidente francés. Una Europa que debe decidir si quiere jugar su propio papel en el escenario mundial o alinearse con una de las dos potencias, Estados Unidos o China.

A pesar del apoyo militar sostenido a Ucrania, Emmanuel Macron no dejó de señalar la necesidad de visualizar un nuevo orden europeo, que incluya a Rusia. “Rusia es una gran nación en busca de su destino”, dijo Emmanuel Macron, para quien la paz duradera con Occidente solo se logrará a través del diálogo.

Europa no ha terminado de digerir el escenario surgido al final de la Guerra Fría; rápidamente se extendió hacia el este, pensando que todos los problemas habían sido resueltos, solo para encontrar hoy que hay dos bloques de naciones en el grupo, con diferentes visiones del futuro. Un problema que -a su juicio- no afecta sólo a Europa, sino a todas las democracias occidentales, “que viven en una especie de cansancio, de pérdida de referencias colectivas”.

El presidente francés tiene precedentes políticos cercanos a los que recurrir. En marzo del año pasado se celebró el 60 aniversario de los Acuerdos de Évian, en los que se acordó un alto el fuego en la guerra por la independencia de Argelia. No significó inmediatamente la paz, pero fue el inicio de un proceso llevado a cabo por el general De Gaulle, el mismo que visitó Argel como primer ministro y ministro de Defensa en junio de 1958, donde gritó “¡Viva la Argelia francesa!”.

Cuatro años después, como Presidente de la República, negoció un acuerdo e impulsó el proceso de paz que lo enfrentaría a sus antiguos aliados, sobre todo a los militares ultranacionalistas y a los Blackfoot, los más de un millón de colonos franceses en Argelia, opuestos a la independencia de Argelia y dispuestos a continuar con una guerra aún más sangrienta que la hasta entonces, para intentar impedirla.

Pero De Gaulle fue una figura extraordinaria forjada en la resistencia a los alemanes en la Segunda Guerra Mundial. La Televisión Española, en un programa con motivo del 60 aniversario de los Acuerdos de Évian, recordó cómo “a través de los discursos de De Gaulle a la nación se puede observar el cambio político que experimentó, adaptándose a la realidad y tablero internacional” de su época.

Pasó del intento inicial de contener a la Argelia francesa en el reconocimiento de su autodeterminación al enfrentamiento de la violenta población colonial de Blackfoot, una vez proclamada la independencia.

La visión y el coraje son indispensables para forjar una nueva era que impida el avance de la confrontación militar -el único camino recorrido hasta ahora en la crisis de Ucrania- en la que los Blackfoot se imponen, sin que aparezca hasta ahora un De Gaulle capaz de ponerlos en su lugar.

*gilberto lopes es periodista, doctora en Estudios de la Sociedad y la Cultura de la Universidad de Costa Rica (UCR). autor de Crisis política del mundo moderno. (Uruk).

Traducción: Fernando Lima das Neves

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