La situación ha cambiado

Imagen: Elyeser Szturm
Whatsapp
Facebook
Twitter
Instagram
Telegram

por Julián Rodríguez*

La receta neoliberal está siendo cuestionada. El debate político-económico se inclina hacia la izquierda. Surgen propuestas de asignación de recursos del Estado, ingresos mínimos, nacionalización de empresas, controles más estrictos sobre la actividad económica.

“Primero salvamos a las personas, luego a la economía” (Luís Inácio Lula da Silva)

Una nueva escena internacional

Todavía es pronto para predecir el impacto y las consecuencias que tendrá la actual crisis en la economía y la política internacional. Es necesario evitar dos escollos simultáneos: intentar hacer predicciones perentorias y, por otro lado, seguir actuando como si no hubiera elementos cualitativamente nuevos. Ni catastrofismo ni parálisis. Ni pánico ni exceso de optimismo. “Análisis de la realidad concreta en cada situación concreta” (Lenin), sumado al “optimismo de la voluntad y pesimismo de la razón” (Gramsci).

A la gravedad de la pandemia de la Covid-19 se sumó y se superpuso el estallido de la burbuja económica (algo que había sido vaticinado por algunos analistas). Hubo la llamada “tormenta perfecta”. Dos grandes crisis ocurren simultáneamente en todo el mundo. No es posible saber el tamaño del agujero, pero está claro que los efectos son devastadores para la economía (recesión global) y, sobre todo, para las personas más pobres del mundo. El escenario es similar al de una guerra, quizás la más grave desde la Segunda Guerra Mundial. O peor: porque en las guerras se crean puestos de trabajo y hay demanda.

Se abre una ventana de oportunidad. El debate político-económico se inclina hacia la izquierda. Aportación de recursos del Estado, renta mínima, nacionalización de empresas, controles más estrictos a la actividad económica. La receta neoliberal es cuestionada, en la práctica, en Europa y Estados Unidos. Al mismo tiempo, las masas se dan cuenta de la importancia de los sistemas de salud públicos gratuitos y universales. Y las acciones coordinadas de los gobiernos a todos los niveles. ¡Solo el Estado salva!

Incluso Donald Trump toma medidas típicamente keynesianas y socialdemócratas, que distribuyen recursos directamente a los estadounidenses, permiten que el gobierno se haga cargo de hospitales privados, posponen el cobro de hipotecas. Por otro lado, el paquete anunciado por el presidente estadounidense destinará muchos más recursos a empresas y bancos. La pregunta que se plantea es: ¿debe el Estado priorizar el bienestar de las familias o el lucro de las grandes corporaciones y del sistema financiero (como lo hicieron en la crisis de 2008).

La geopolítica se mueve más rápido. La crisis estalló en un momento en que Arabia Saudita bajó el precio del petróleo (para afectar a Rusia, Venezuela), junto con la reacción más radical de China contra el proteccionismo de Trump. Por primera vez, el gobierno chino ha amenazado con dejar de financiar la deuda pública estadounidense. Considere también la guerra en curso de narrativas y teorías de conspiración. La extrema derecha mundial acusa a China de crear y manipular el virus. Y un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China dice que Estados Unidos plantó el virus en Wuhan.

Macron suspendió, en Francia, la reforma neoliberal de las pensiones, y considera nacionalizar el Aire Francia, mientras que Italia anunció la nacionalización de Alitalia (que ya estaba en crisis).

China anuncia el fin de nuevos casos de la enfermedad. Fue un espectáculo de coordinación e iniciativa estatal, visto a nivel mundial. Cuba envía ayuda humanitaria a Italia, tiene uno de los medicamentos más efectivos descubiertos hasta ahora contra el virus y sigue viendo al gobierno de Bolsonaro rogar por el regreso de sus médicos.

En una situación como esta, el espacio para programas, propuestas, teorías, ideas, keynesiano, estatistas, socialistas y comunistas, ¿por qué no?

Donald Trump, desesperado por una vacuna, vuelve a poner a la ciencia en lo más alto. El discurso irracionalista y conspirador del neofascismo bolsonarista, el trumpismo, el terralismo plano se derrumban en la primera crisis globalista.

Estado, políticas públicas, ciencia, regulación del mercado, retorno solidario como valores esenciales. Es el mejor momento para atacar el egoísmo neoliberal, el antiestatismo, las ideas privatistas. Pero, sin lucha político-ideológica, el neoliberalismo puede atravesar esta crisis como lo hizo en 2008: llenando el culo a banqueros y financieros, sin cambiar los cimientos del modelo.

Los cambios no son automáticos, dependerán de la fuerza de la clase trabajadora, la izquierda, socialistas y progresistas en forjar alternativas, discursos y fuerza política para revertir la hegemonía capitalista/ultraliberal/neofascista.

Ultraliberalismo y recesión en Brasil

Desde el giro liberal del gobierno de Dilma/Levy en 2015, hemos experimentado el estancamiento-recesión continuo más prolongado de la historia económica brasileña. La caída del 1,1% en 2019, más el dólar al alza, la fuga de capitales, las bajas inversiones y el desmantelamiento de las políticas sociales ya apuntaban a un escenario de crisis en la economía brasileña. A todo esto se suma el aumento del desempleo, la miseria y la degradación de la vida de la población trabajadora.

La doble crisis global (explosión de la burbuja + pandemia) agrava a niveles espectaculares el ya de por sí sombrío escenario. Caídas sucesivas en la Bolsa resultaron, este año, en la fusión de más de R$ 1,5 billones. El dólar estalló a R$ 5. En Brasil, además de la doble crisis mundial, hay indicios de una futura –o posible– crisis institucional.

La primera reacción del ministro Paulo Guedes fue redoblar las reformas pro mercado y el desmantelamiento del Estado. El 12 de marzo presentó la privatización de Eletrobrás, la reforma administrativa y el llamado Plan Mansueto (con más ajuste fiscal) como respuestas económicas al coronavirus. Algo tan absurdo que avergonzaba hasta a los neoliberales de carne y hueso.

Acto continuo, fue "el centavo cayendo" de ellos sobre el tamaño de la crisis. El PT hizo propuestas iniciales muy interesantes. Sus diputados, junto con los del PSOL, tuvieron un buen debate. Se ha vuelto cada vez más claro, a partir de las acciones de los gobiernos de todo el mundo, que se necesitará una acción enérgica por parte del Estado para minimizar el impacto económico.

Así, a regañadientes, el gobierno tuvo que presentar algunas medidas positivas, aunque muy tímidas e insuficientes, como el pago de R$ 200 a los cuentapropistas ya registrados en el SUAS, autorizando el retraso en la recaudación de Simples y el refuerzo de la Bolsa Família (en proceso de desguace).

Por otro lado, el gobierno autorizó una reducción general de salarios y horas, en lugar de prohibir los despidos. A cambio, anuncia que los afectados por estas medidas podrán acceder al 25% del seguro de desempleo.

La realidad objetiva está imponiendo al gobierno una agenda totalmente diferente a la que ellos propagan. No hay manera de enfrentar una crisis de esta magnitud sin liberar dinero, sin hacer actuar al gobierno federal, sin aumentar las redes de protección social, sin invertir en el SUS, sin cambiar los presupuestos mismos de las políticas ultraliberales.

¿Fuera de Bolsonaro?

Una parte considerable del bloque progresista aún no ha logrado establecer una definición política detallada y compleja sobre la naturaleza, composición, programa y modus operandi del bolsonarismo. No hay consenso sobre la caracterización del “estado de excepción”, ni sobre el carácter dual (ultraliberal y neofascista) del gobierno.

No solo sectores de nuestra base social/electoral, sino muchos líderes políticos y parlamentarios aún trabajan con la percepción de que Jair Bolsonaro (y su familia) son “locos”, “desprevenidos”, “idiotas”, etc. Subestiman la organicidad y racionalidad del proyecto neofascista y su amplio respaldo internacional. Ignoran, sobre todo, la derrota que sufrimos en el campo cultural-ideológico-comunicacional y la paliza que viene aplicando el bolsonarismo al campo progresista en el campo de la comunicación. Es una postura arrogante y desinformada, que aún no ha entendido el nuevo marco internacional y mucho menos las estrategias en juego en el Guerras híbridas.

Una de las consecuencias de esta mala lectura del político Bolsonaro y del momento político es el hecho de que (en nuestras burbujas) aparece, más o menos cada tres meses, un ruido pro-acusación. Como si hubiera una correlación de fuerzas para eso. O peor aún, como si la destitución de Bolsonaro -operada por las élites liberales- fuera algo positivo en sí mismo. Como si un gobierno de Mourão/Maia/Toffoli/PIG trajera mejoras en la vida de la gente y mejores condiciones para la lucha democrática.

Es un hecho que Bolsonaro y su núcleo operan para cerrar progresivamente el régimen. Pero esta sigue sin ser la opción de las clases dominantes, los medios burgueses, el imperialismo o los “liberales”.

Como bien caracteriza Jorge Branco: “El gobierno de Bolsonaro está entrando en un período de crisis de legitimidad. Su relación con la mayoría del Congreso Nacional es inestable, habiendo sufrido ya derrotas en la estructuración de proyectos para su política económica. Incluso su relación con el gran capital es menos sólida que al inicio de su gobierno, dada la evasión de inversiones. Sin embargo, esto no significa que Bolsonaro esté al borde del colapso. Su estrategia política se basa en tres grandes movimientos: un acercamiento cada vez más subordinado al gobierno estadounidense de Donald Trump; una expansión del poder de los sectores militares de ultraderecha expresados ​​en el núcleo de generales de palacio; y un llamado cada vez mayor a movilizar su base social orgánica de derecha”.

Bolsonaro puede estar convirtiéndose en un “pato cojo”, perdiendo el mando del proceso político general, condenándose a sí mismo a las lateralidades. No tiende a caer, pero tiende a enviar menos. A no ser que se reinvente y vuelva a ponerse en escena política en los próximos días.

Ha habido, de hecho, un cambio significativo en la situación. Parece que Bolsonaro cometió un gran error, por primera vez. Enfureció a muchos sectores de su propia base al desestimar reiteradamente los efectos del coronavirus, al retrasar la adopción de medidas gubernamentales, al asistir a la manifestación del 15 de marzo. Y el clan sigue al mismo ritmo radicalizador: las declaraciones de Eduardo Bolsonaro han creado recientemente una grave crisis diplomática con China.

Las ollas, aún tímidas, del 17, 18 y 19 de marzo, muestran el agotamiento de Bolsonaro. La gente común, sin embargo, sigue desconfiada, frustrada, asustada, todavía muda, pero cada vez más insatisfecha. Cuando contrastamos la desastrosa actuación de Bolsonaro con la postura de otros gobernantes, como Bruno Covas y Doria, por ejemplo, sus errores políticos se vuelven aún más claros.

el envío “Fuera Bolsonaro” es legítimo, expresa el repudio de amplios sectores al actual gobierno. Sin embargo, no está en la agenda. Tampoco debe ser el centro de acción del PT y de la izquierda, parlamentaria o social.

Las solicitudes de “interdicción” de Bolsonaro llevan la política al campo de la patología. Un movimiento regresivo. A menudo, algunos cuadros de izquierda respaldan estas tonterías demagógicas, desde Haddad hasta senadores del PT o diputados del PSOL. Preguntar "impío” ahora es algo totalmente “fuera de la caja”. En primer lugar, Bolsonaro aún no se ha vuelto inviable, ni hay ninguna operación en "piso de arriba" para derribarlo. En segundo lugar, queremos derrotar no a Bolsonaro, sino al bolsonarismo, el programa autoritario y neoliberal. Esto sólo sucederá con lucha de masas y victorias electorales. no será con unimpijo” capitaneado por Rodrigo Maia.

Tan errado como izar la bandera de acusación ahora mismo (sin el apoyo de la mayoría de la clase obrera) es apostar todas las fichas a un “Frente Amplio” con Huck, Maia y sectores burgueses “limpios”, para las elecciones de 2020 y 2022. ¿2022? Tan malo como tirar de la "impijo” ahora se trata de apostar a la normalidad del calendario electoral, o peor aún, a alianzas con la burguesía neoliberal.

El marco político es mucho más abierto que antes. Ahora nos interesa disputar el programa, las ideas, los rumbos y las acciones para el país. Cuestionar la necesidad de medidas amplias para proteger a los pobres y estimular la actividad económica. Y, sobre todo, enfatizar la necesidad de defender el SUS.

Nunca ha habido una crisis como esta. Tenemos que estar a la altura del momento político y aprovechar las aperturas para fortalecer el socialismo, el campo democrático-popular, la izquierda y el PT.

¿Qué hacer?

En un momento como este, hay un gran agujero en nuestra estrategia de comunicación y táctica-práctica. Recién el jueves 19 de marzo Lula se pronunció sobre la crisis, con una vivir 15 minutos, sin revelar antes de salir al aire. No hay memes, videos cortos, estrategia de red para difundir propuestas del PT. Una cosa impresionante. Los videos institucionales del PT están por debajo de las críticas.

Es necesario iniciar de inmediato una operación de guerra para construir la “fiesta digital”, centrándose en Whatsapp, produciendo memes, videos, microobjetivot, TI, manipulación de grandes volúmenes de datos etc. La comunicación entre el PT y la izquierda está estancada a principios de la década de 2000. Es hora, en este escenario de cuarentena, de volcar todo a la “fiesta digital”. La gente está confinada, aún más sedienta de información y orientación.

Es hora de detallar nuestras propuestas a favor del pueblo, la economía popular, el crecimiento económico, el SUS. Martillar ideas clave como el fin de la EC 95 (congelar el gasto), aumentar la Bolsa Família, transferencia de ingresos con un salario mínimo para todos los trabajadores informales, crédito para todos, no cobrar facturas de agua y electricidad, campaña de construcción de hospitales - aumento de camas de UCI , y tantas otras medidas que ya se están proponiendo.

El foco es más Estado, más SUS, defensa del empleo, más políticas públicas, más dinero estatal en la economía, protección de los más pobres. Es hora de reorganizar nuestras actividades políticas. La cuarentena no son vacaciones. Aprovecha la crisis para socializar entre nosotros el uso de herramientas digitales de encuentro en línea, la lectura y estudio de textos más densos, articulaciones políticas no presenciales.

julian rodrigues es periodista y profesor; activista de los movimientos LGBTI y de Derechos Humanos.

Artículo publicado originalmente en Revista Foro.

Ver todos los artículos de

10 LO MÁS LEÍDO EN LOS ÚLTIMOS 7 DÍAS

El complejo Arcadia de la literatura brasileña
Por LUIS EUSTÁQUIO SOARES: Introducción del autor al libro recientemente publicado
Forró en la construcción de Brasil
Por FERNANDA CANAVÊZ: A pesar de todos los prejuicios, el forró fue reconocido como una manifestación cultural nacional de Brasil, en una ley sancionada por el presidente Lula en 2010.
El consenso neoliberal
Por GILBERTO MARINGONI: Hay mínimas posibilidades de que el gobierno de Lula asuma banderas claramente de izquierda en lo que resta de su mandato, después de casi 30 meses de opciones económicas neoliberales.
Gilmar Mendes y la “pejotização”
Por JORGE LUIZ SOUTO MAIOR: ¿El STF determinará efectivamente el fin del Derecho del Trabajo y, consecuentemente, de la Justicia Laboral?
¿Cambio de régimen en Occidente?
Por PERRY ANDERSON: ¿Dónde se sitúa el neoliberalismo en medio de la agitación actual? En situaciones de emergencia, se vio obligado a tomar medidas –intervencionistas, estatistas y proteccionistas– que son un anatema para su doctrina.
El capitalismo es más industrial que nunca
Por HENRIQUE AMORIM & GUILHERME HENRIQUE GUILHERME: La indicación de un capitalismo de plataforma industrial, en lugar de ser un intento de introducir un nuevo concepto o noción, pretende, en la práctica, señalar lo que se está reproduciendo, aunque sea de forma renovada.
El editorial de Estadão
Por CARLOS EDUARDO MARTINS: La principal razón del atolladero ideológico en que vivimos no es la presencia de una derecha brasileña reactiva al cambio ni el ascenso del fascismo, sino la decisión de la socialdemocracia petista de acomodarse a las estructuras de poder.
Incel – cuerpo y capitalismo virtual
Por FÁTIMA VICENTE y TALES AB´SÁBER: Conferencia de Fátima Vicente comentada por Tales Ab´Sáber
El nuevo mundo del trabajo y la organización de los trabajadores
Por FRANCISCO ALANO: Los trabajadores están llegando a su límite de tolerancia. Por eso, no es de extrañar que haya habido un gran impacto y compromiso, especialmente entre los trabajadores jóvenes, en el proyecto y la campaña para acabar con la jornada laboral de 6 x 1.
Umberto Eco – la biblioteca del mundo
Por CARLOS EDUARDO ARAÚJO: Consideraciones sobre la película dirigida por Davide Ferrario.
Ver todos los artículos de

BUSQUEDA

Buscar

Temas

NUEVAS PUBLICACIONES