por NILDO VIANA*
Consideraciones sobre la recepción del primer intento de revolución proletaria en la historia.
La Comuna de París fue un acontecimiento histórico extraordinario por ser el primer intento de revolución proletaria en la historia. Así, la mayoría de quienes se dicen defensores de la lucha por la transformación social recuerdan a la Comuna. Muchos de estos buscan conmemorar y recordar la Comuna de París, así como los conservadores buscan olvidarla o recuperarla. Hay una verdadera lucha por la memoria social en relación a la Comuna de París y se fortalece cada diez años, como ocurre con los grandes hechos históricos considerados revolucionarios.[i]. Así, como un acontecimiento memorable para muchos, que algunos tratan de olvidar, es celebrado y recordado de diversas formas.
La Comuna de París es víctima de la adaptación memorial a través de la recuperación, así como reconstituida históricamente en algunos casos. Sin embargo, por lo general la Comuna se transforma en algo que no es. Se convierte en leyenda, fábula, ficción. E incluso algunos creadores de ficción sobre la Comuna todavía pueden escribir diciendo que sus oponentes (a menudo imaginarios) crean “mitos” al respecto. En la mayoría de los casos lo que sucede es una recreación imaginaria de la Comuna de París. Este proceso es complejo y revela una verdadera lucha por la memoria de la Comuna, que forma parte de algo más amplio, la lucha cultural entre clases sociales en la sociedad moderna.
Esto muestra la importancia de analizar la lucha por la memoria de la Comuna de París. ¿Qué fue la Comuna de París? Esta es una cuestión fundamental, pero en lugar de la Comuna como realmente fue, tenemos recreaciones imaginarias de ella, junto a recuerdos que son aparentemente “interpretaciones científicas”, búsqueda del olvido, etc. Nuestro objetivo aquí será realizar una discusión general sobre la lucha por la memoria de la Comuna y resaltar las recreaciones imaginarias de la primera experiencia histórica de autogestión proletaria a través de la recuperación de la memoria que se efectúa sobre ella.
La Comuna de París entre pasado y presente
En 1871 se produce el fenómeno histórico concreto de la Comuna de París. Su existencia fue producto de procesos sociales que apuntan a distintas determinaciones, involucrando no sólo a miles de individuos, sino también a países, concepciones políticas, organizaciones, etc. Fue un momento de radicalización de la lucha de clases y, en ese contexto, miles de individuos lucharon y murieron por ella o contra ella. Se registraron algunos hechos que formaron el conjunto de procesos sociales que fue la Comuna de París. Los periódicos de la Comuna, algunas fotos, cartas, documentos varios (como los archivos policiales), aún existen y pueden ser consultados. También están los testimonios de los Comuneros y otras personas que participaron en este histórico evento. Cuando los comuneros redactaban los textos que componían los diarios de la Comuna, entre otros, así como daban su testimonio a través de artículos, libros, autobiografías, etc., exteriorizaban sus recuerdos, transformándolos en recuerdos.[ii].
Así, podríamos retomar la distinción historiográfica entre “fuente primaria” y “fuente secundaria”. La recordación como reconstitución histórica de lo que realmente fue la Comuna de París debe partir, fundamentalmente, de fuentes primarias. Sin embargo, sería ingenuo pensar que esto es suficiente (o que sería imposible llevar a cabo tal reconstrucción a través de fuentes secundarias). Es necesario analizar críticamente las fuentes primarias y las fuentes secundarias son complementarias e importantes en el proceso analítico[iii], así como distinguir entre las diversas fuentes y su significado en el contexto del evento. Sin embargo, la mayoría de los intérpretes de la Comuna realizan una recordación que no tiene una preocupación teórica y metodológica, ni realizan análisis más profundos, especialmente los activistas políticos, sobre todo en la contemporaneidad.
Lo que importa, sin embargo, es que la Comuna de París fue un conjunto de hechos que realmente sucedieron e involucraron a miles de personas (con diferentes posiciones, intereses, objetivos), ideas (más o menos claras, más o menos desarrolladas, con algunos opuestos o incluso antagónicos), acciones, organizaciones, etc. Esta experiencia histórica tuvo un significado. Expresaba cambios reales en la sociedad y una vez derrotada dejaba exteriorizado lo que efectivamente era. Sin embargo, la rememoración puede ser rescate memorial, que reconstituye el hecho tal como ocurrió, o puede ser recuperación, adaptación memorial que es más invención que realidad.
Los recuerdos, por tanto, están permeados por perspectivas de clases, intereses y concepciones de individuos, grupos, organizaciones, y están determinados por paradigmas, ideologías, doctrinas, concepciones, intereses, valores, que son los del presente de quienes recuerdan. La memoria, como conciencia latente del pasado, es un archivo inmenso en el que buscamos reconstituir lo sucedido, pero eso depende de quién haga este intento de recordar. Una cosa es el fenómeno real, otra cosa el fenómeno recordado. En algunos casos, existe una correspondencia, pero en la mayoría de los casos, en la sociedad capitalista, existe una discrepancia entre los dos. Recordar es selectivo (HALBWACHS, 1990; STOETZEL, 1976; VIANA, 2020) y por tanto, hay una selección de hechos, ideas, individuos, etc. Unos recuerdan los enfrentamientos militares de la Comuna, otros la actuación de determinados individuos (uno u otro Comunero, las mujeres, Louise Michel, etc.), entre otras selecciones. Estas selecciones no son gratuitas, pueden estar guiadas por ideologías, doctrinas, valores, intereses, etc., incluso pueden ser contradictorias. Así, no hay un solo fenómeno, sino varios recuerdos.
El concepto de memoria social es útil para comprender este proceso. La memoria social es el conjunto de memorias de la sociedad en su conjunto y cuyo material recabado es social, es decir, sociedad global o algún fenómeno social específico (VIANA, 2020)[iv]. Una parte de la memoria social es una conciencia latente, ya que los recuerdos se materializan en obras de arte, bienes materiales o en la memoria individual no externalizada, pero necesitan ser recordados (es decir, externalizados para convertirse en parte de la memoria social). Otra parte es una conciencia manifiesta, siendo una especie de “base de datos”, que es la memoria dominante, pues no solo existe sino que se recuerda constantemente (VIANA, 2020).
Así como el individuo recuerda momentos de su vida y de la historia de la sociedad a través de la evocación de recuerdos, que es un proceso social, la rememoración es también un producto social e histórico. Los mecanismos de rememoración son similares al proceso de evocación social de los recuerdos (VIANA, 2020). El recordar tiene como principales mecanismos de selección, la perspectiva de clase (mentalidad dominante), la imposición estatal, la hegemonía de la clase dominante, las colectividades (marginalmente). Sin duda, la perspectiva de clase no es homogénea y cambia en ciertos elementos (según los cambios sociales, con el régimen de acumulación vigente, con las divisiones y subdivisiones dentro de él, con el paradigma hegemónico o la fuerza de otros paradigmas o del marxismo, etc.) . La imposición estatal puede ser más o menos efectiva, más o menos intensa, entre otras posibilidades. La hegemonía de la clase dominante y sus renovaciones hegemónicas son importantes para explicar las mutaciones de la memoria social. Así, lo que se recuerda durante el paradigma reproductivo (1945-1980)[V] es lo que se valora, como la ciencia y sus logros y descubrimientos, por ejemplo. Ya durante la vigencia del paradigma subjetivista, lo que se recuerda y valora son los individuos, los grupos sociales, etc.
Junto al recuerdo está la memorización, el acto de fijar ciertos recuerdos. Es el caso de las fechas conmemorativas impuestas por el aparato estatal (“Proclamación de la República”, “Día de la Independencia”, etc.), que generan vacaciones y reproducción en las instituciones escolares y los medios de comunicación. Los principales mecanismos de memorización son la creación de lo memorable, la conmemoración y la adaptación memorial (VIANA, 2020). Así, la Comuna de París no es memorable para la perspectiva burguesa, y por tanto debe ser olvidada o presentada negativamente o, incluso, anulada. En algunos casos, el proletariado logra hacer algo memorable, pero pronto es resignificado por la burguesía, como sucedió con el 1 de mayo y el día de la mujer (VIANA, 2020).
La conmemoración es una conservación, cristalización y valoración de algo memorable. Este acto colectivo es para celebrar, por ejemplo, el nacimiento de Jesucristo, la Navidad. La conmemoración genera valorización y conservación de lo memorable y, cuando es hegemónica ya nivel nacional o internacional, sirve para reproducir la hegemonía establecida.
El otro mecanismo de memorización es la adaptación memorial. Puede ser una recuperación (que significa invención, como lo hace la memoria individual) o un rescate (que significa reconstitución histórica tal como realmente ocurrió). La recuperación de la memoria significa reinterpretar el sentido de las memorias y, por lo tanto, qué (y cómo) debe recordarse y qué debe olvidarse, desde la perspectiva de la clase dominante y con el objetivo de reintegrar las memorias a la sociedad capitalista (VIANA, 2020) . La recuperación de la memoria es constante, pues es necesario marginar, exorcizar, borrar, las distintas versiones de la historia[VI]. La recuperación de la memoria tiene algunas fuentes principales, como el aparato estatal, la historiografía hegemónica, las mutaciones del capitalismo, las renovaciones hegemónicas, etc.
Los procesos de recuperación son diversos.[Vii], como la limitación lingüística (especialmente expresada en el campo lingüístico del paradigma hegemónico en un momento dado) manifestada a través del uso de terminología de época posterior, especialmente la hegemónica; la limitación analítica (cuyo elemento principal es el campo analítico del paradigma hegemónico), que se manifiesta a través del uso de métodos, ideologías, concepciones del período posterior, especialmente hegemónico; censura social: elementos censurados por la sociedad, especialmente aquellos basados en valores, sentimientos y concepciones dominantes.
Además de estos límites, también existen atribuciones: personalización, desplazamiento, emblemización, anacronismo, elaboración secundaria. Personalización significa que una multitud de individuos, con sus acciones y pensamientos, son reemplazados por un nombre, una “personalidad”. El desplazamiento consiste en sustituir las cuestiones que surgen por problemas secundarios o heterogéneos, la fabricación de pseudoresponsabilidades de ciertos movimientos elegidos que, sin embargo, eran periféricos o anodinos. La emblemización es la promoción de la preponderancia de las imágenes en la conceptualización y el análisis. El anacronismo es el uso de referencias imaginarias contemporáneas que se vuelven recurrentes y se proyectan en el pasado. La elaboración secundaria, por su parte, se caracteriza por presentar una narración lineal de los hechos, naturalizar las imputaciones causales, la reducción a fines reivindicativos, la claridad de conciencia en las acciones, entre otros procedimientos.
La recuperación de la memoria significa devolver a su verdadero sentido lo olvidado o deformado por la recuperación de la memoria de la clase dominante o de sus clases auxiliares. Tiene los siguientes procesos de rescate: a) superación lingüística, que apunta al rescate del sentido original y contextual de los signos y significados; b) superación analítica: la realización del proceso analítico a partir del método dialéctico es un recurso heurístico fundamental para la reconstitución histórica; c) superación revolucionaria: ruptura con la presión social, la censura social, con la hegemonía burguesa o burocrática; d) Contextualización: los individuos, las ideas, los hechos se analizan en el contexto en el que surgen: cultura, relaciones sociales, etc., sin aislamiento; e) restauración esencial: distinción entre lo esencial y lo secundario; f) historización: percepción del contexto histórico y no proyección de aspectos del presente en el pasado.
Como es posible percibir a través de la comparación entre los procesos de recuperación y rescate, estos son antagónicos. Lo que predomina en gran medida en la sociedad es la recuperación de la memoria, que se manifiesta en celebraciones, festividades, medios de comunicación oligopólicos, libros, instituciones educativas, etc. La Comuna de París no escapó al proceso de recuperación. Por eso hay una verdadera recreación imaginaria de la Comuna de París. Demostrar esto es nuestro próximo paso.
El recuerdo de la Comuna de París
El recuerdo de la Comuna de París está permeado por el proceso de recuperación de la memoria. En algunos casos esto se nota más fácilmente que en otros. Las limitaciones y atribuciones comunes en estos casos aparecen de diversas formas. Sería inútil presentar este proceso en detalle y, por lo tanto, presentaremos solo algunos ejemplos para ilustrar su existencia.
La limitación lingüística es bastante común, y se puede ver en el uso de un lenguaje de otra época: “izquierda” (MERRIMAN, 2015)[Viii]; “urbanismo” (LEFEBVRE, 2021; DEBORD et al., 2021); “ingeniería social” (CHRISTIANSEN, 1998) “partido” (leninistas), “comuna medieval”, etc. La limitación analítica aparece en varios casos, pero podríamos citar lo que sucede a través de la historiografía, tanto por el empirismo como por su supuesta “neutralidad”. La censura social apunta a varios aspectos, como, por ejemplo, la no percepción de la novedad de la Comuna, la lucha de clases ausente, el movimiento obrero ausente.
La personalización también se da, a pesar de su dificultad en el caso de la Comuna de París, que no contaba con organizaciones y líderes consolidados. La personalización ocurre en los análisis de la Comuna desde la perspectiva burguesa, que señala que la Comuna fue el resultado de la acción de la AIT (Asociación Internacional de los Trabajadores) y Karl Marx (PINHEIRO CHAGAS, 1872; KOECHLIN, 1965). Este procedimiento es curiosamente reproducido por el anarquismo y ciertas corrientes autonomistas. Es el caso, por ejemplo, de la exaltación del nombre de Varlin, un comunero revolucionario que tuvo una importante acción dentro de la Comuna, pero que fue sobreestimado tanto por Bakunin (2021) como por ciertos “autonomistas”.[Ex]. Esto ocurre en menor medida a través de biografías de Comuneros y descripciones de la Comuna en términos de acciones individuales, así como en la narración descriptiva y autobiográfica, como se ve en la Diario de campo y la Comuna de París, de Edmundo de Goncourt.
El proceso de reubicación es otro procedimiento común de recuperación conmemorativa de la Comuna de París. El énfasis en cuestiones secundarias aparece de varias maneras, haciendo que el tema de la guerra franco-prusiana, el patriotismo, el medievalismo, el debate entre centralismo y federalismo, la cuestión urbana, la cuestión militar, el anarquismo sea un aspecto importante. Si bien estos elementos estuvieron presentes, con mayor o menor intensidad y fuerza, según de qué elemento se trate, en la Comuna, ninguno de ellos podría ubicarse como el principal, así como hay elementos que ni siquiera estuvieron realmente presentes en la Comuna. , como el medievalismo (la comparación y la idea de retomar las comunas medievales).
La fabricación de la pseudo-responsabilidad es otro procedimiento común y muchas veces se confunde con el personalismo – la personalización permite responsabilizar a los individuos por los hechos – como en el caso de la versión burguesa según la cual Marx, la AIT y el socialismo serían responsables de la Comuna, o entonces que fue el resultado de la acción de criminales y pervertidos (cf. PINHEIRO CHAGAS, 1872; LIDKSY, 1971), o bien ubicando a los blanquistas como responsables de la Comuna o de cualquier otro grupo/individuo.
Finalmente, la elaboración secundaria se da en innumerables casos, como en el caso de la historiografía y la narrativa lineal, del empirismo y la evolución diaria (CHRISTIANSEN, 1998), de las autobiografías (nuevamente la Diario de campo y la Comuna de París, de Edmond de Goncourt ejemplifica o La Comuna de París en la vida cotidiana, de Elie Reclus), en obras historiográficas, como París Babilonia, de Rupert Christiansen, además de relatos militares y jurídicos (como Laronze), entre otros. Está también, lo que se confunde con el desplazamiento, la imputación causal naturalizante: Marx y la AIT, la guerra franco-prusiana, el patriotismo, la idea de república, así como la reducción de la Comuna a fines reivindicativos: la república, el nuevo ordenamiento jurídico, etc.
La recuperación memorial de la burguesía
Hasta ahora, hemos discutido cómo los procesos recuperativos se manifiestan en el caso de la Comuna de París, pero de forma aislada. Y, en ese proceso, incluso citamos a anarquistas y autonomistas, que supuestamente estarían cerca de la perspectiva del proletariado. En este último caso, cabe aclarar que, por diversas determinaciones[X], hay ambigüedades, lo que permite recordar la Comuna marcada por errores y elementos propios de la perspectiva burguesa o burocrática. Pero, ¿cómo tuvo lugar el recuerdo, desde la perspectiva burguesa? ¿Y las otras perspectivas? Analizaremos brevemente la perspectiva burguesa, con el fin de brindar una explicación más completa.
La reacción burguesa a la Comuna de París es sui generis, porque fue un hecho traumático para la burguesía. La Comuna fue un hecho traumático por ser el primer intento de revolución proletaria, fomentando el espanto y el miedo, y por la masacre de los Comuneros, alcanzando un número aproximado de 100 muertos, siendo alrededor de 20 fusilados sumarios. Es necesario, sin embargo, aclarar que se trata de un “trauma social”, que es diferente a un “trauma individual”[Xi]. El trauma social es un evento que tiene un fuerte impacto en determinadas clases o colectividades y que genera reacciones que son mecanismos de defensa, como el olvido, la agresión en relación a su proceso de recuerdo (cuando es dañino) o la búsqueda de la memorización (cuando es perjudicial). es considerablemente beneficiosa para quien lo hace), entre otros. Sin embargo, el trauma social, a diferencia del trauma individual, no afecta de la misma manera a todos los individuos de la clase o comunidad, ni tiende a mantenerse de manera permanente o indefinida, pues con el tiempo tiende a perder su fuerza.
Así, la mayoría de la burguesía y sus representantes intelectuales reaccionaron ante el traumático acontecimiento de la Comuna de París tras su inmediata ocurrencia de dos formas principales: el olvido y la agresión. Tiempo después, con el debilitamiento del trauma, se produjeron otras reacciones. El olvido es identificable en el proceso de no abordar este importante fenómeno histórico o ubicarlo como algo secundario, o incluso a través de la superposición de otros eventos (como la guerra franco-prusiana, por ejemplo) en el mismo período. El olvido puede ocurrir independientemente de si el evento es traumático o no, ya que no le interesa recordar la revolución de Communard y su significado. Esto explica por qué la Comuna de París sigue siendo olvidada por muchos representantes intelectuales de la burguesía.
La agresión, es decir, una reacción ofensiva, se produjo en relación a la Comuna de París, y comenzó desde su proclamación y durante los años siguientes. En 1872, el portugués Manuel Pinheiro Chagas escribió los dos volúmenes de su Historia de la revolución de la Comuna de París (el segundo volumen dedicado al análisis de los procesos contra los comuneros) y su versión es que habría sido la “historia de una tiranía”. Un extracto de su obra expresa su concepción de lo que era la Comuna:
Estas decisiones absurdas, estas resoluciones inicuas, esta falta de sentido común, estas comedias burlescas, la libertad de conciencia interpretada de tal manera que resulta en el encarcelamiento de sacerdotes, la clausura de iglesias y la profanación de conventos; la libertad de prensa, traducida en la supresión de veintisiete periódicos; la libertad individual a merced del encarcelamiento arbitrario; la propiedad a merced de las requisas, la industria regulada dictatorialmente; los pobres privados de recursos crediticios mínimos; las libertades municipales violadas por quienes se decían sus defensores, y que se avocaban al nombramiento de Alcaldes[Xii] que fueran electos, revocados por quienes decían haber recibido sólo mandato para realizar reformas sociales; las innobles discordias entre los miembros de la Comuna, que estallaron con las más viles acusaciones; los generales arrestándose unos a otros; los editores de Diario Oficial expulsándose, a puño seco, de la prensa, como les diremos en su momento; la inmoralidad manifestándose con más descaro que en los días del imperio; las amazonas de la comuna presentando a paris el innoble espectaculo de batallones de viragos[Xiii] sanguinarios, que se paseaban por la capital con su descaro o su locura; la vergonzosa sumisión de los miembros del gobierno parisino a Prusia; la ausencia total de sentimientos nacionales: todo esto indignó tanto a los habitantes de París que, habiendo convocado la Comuna a los electores para el 16 de abril, a fin de proceder a las elecciones suplementarias, convocadas por la renuncia de muchos miembros de la asamblea comunal , la urna fue completamente abandonada (PINHEIRO CHAGAS, 1872, p. 199-200)[Xiv].
Aquí tenemos adjetivos peyorativos, acusaciones, demandas, entre otras formas de denigrar la imagen de los Comuneros y la Comuna. Sin embargo, Pinheiro Chagas no fue el único. La Comuna y los Comuneros fueron blanco de todo un ataque por parte de los representantes intelectuales de la burguesía y los términos utilizados son “orgía”, “desclasificados”, “cultura pervertida”, “fiebre”, “sinvergüenzas”, “brutos”, “ imbéciles”, “bribones”. Los títulos de algunas obras ya manifiestan la posición anticomunista y bastan dos ejemplos para demostrarlo: La Comuna de París: Los sinvergüenzas de la revolución, de Eugène Villedieu, escrito en 1871 y el carnaval rojo, por Édgar Rodrigues[Xv], escrito en 1872. Uno de estos autores expresa la lucha en torno a la memoria frente a la Comuna de París:
Hoy, estos hechos siguen presentes en la memoria de todos: incluso quienes huyeron de París durante la Comuna tuvieron un presentimiento de lo que podría ser el final de este terrible carnaval; pero, después, estas horribles escenas, dignas del estilo de un Alighieri, serán imposibles de recordar, a menos que testigos como nosotros corrijamos la horrible memoria (RODRIGUES, 1872, p. 290).
Villedieu afirma que Francia vivió dos meses de crímenes y villanías:
Ella [Francia – NV] tenía bajo su mirada, en su centro, una ciudad de un millón de hombres, donde triunfó el crimen, donde prevaleció la villanía, donde hizo estragos el cinismo atrevido, donde un delirio casi desconocido corría convulso. Sobre estas tumultuosas olas de egoísmo, oscura codicia y atronadora ignominia, rugieron todos los vientos de la perversidad popular; brotó la escoria de una chusma impura; desató una ola vertiginosa de demagogia aterradora (VILLEDIEU, 1871, p. 5).
Gobineau afirma que se reconoce, en la Comuna, “la barbarie en toda su plenitud… un oscuro, desagradable, grosero, feo salvajismo que matará todo y no creará nada…” (apud. LIDSKY, 1971, p. 97). Así, “para Zola, que preparó Germinal, no hay diferencia entre un Comunero y un criminal” (LIDSKY, 1971, p. 118). Ya decía Montegut, en su obra de 1882, que “el Hotel de Ville [administración municipal – NV] se convirtió en una taberna, un burdel, un retrete. Allí ocurrían todas las depravaciones, todas las indecencias… La consigna era disfrutar” (apud. LIDSKY, 1971, p. 131). Georg Sand ya decía que a los Comuneros los movían el “odio”, el “patriotismo mal entendido”, la “ambición frustrada” y el “fanatismo sin ideal, la mente del sentimiento o la perversidad natural” (Apud. LIDSKY, 1971, p. 58). Sería inútil continuar con citas de varios otros literatos (Anatole France, Gustave Flaubert, Alexandre Dumas Filho, Alphonse Daudet y muchos otros) y autores de libros con afirmaciones similares sobre la Comuna y los Comuneros y que se pueden ver en la obra de Lidsky (1971).
Por otro lado, algunos representantes de la burguesía escribieron “biografías” sesgadas de Comuneros, en las que la ofensa verbal es extrema y muestra toda la furia burguesa. Morel llama a su biografía de los Comuneros una “sombría procesión de asesinos” y se refiere a uno de los blanquistas más destacados de la Comuna, por citar sólo un ejemplo, de la siguiente manera: “un escorpión, este Rigault, un feto abortado del extraño apareamiento de la serpiente que mata por rabia y del cangrejo de río que se retira por ignorancia y estupidez” (MOREL, 1871, p. VIII).
El procedimiento realizado en estos casos es un proceso que muestra un lenguaje marcado por adjetivos peyorativos junto a un juicio moralista. La censura social, basada en la moral dominante, se convierte en el elemento principal y el hilo conductor de la limitación lingüística y analítica. La limitación lingüística toma la forma de designación despectiva, en tanto utiliza el lenguaje de la clase dominante para analizar la lucha de la clase dominada y en base a su supuesta moralidad. La limitación analítica se manifiesta como moralismo, basado en la moral burguesa (y los valores asociados, como la propiedad, la familia, etc.), aunque muchas veces sean manifestaciones hipócritas.
La personalización aparece a través de la acusación contra los Comuneros, perceptible en la designación despectiva con que fueron tratados, ya aludida, así como a través de la atribución a Marx, a los “socialistas” ya la AIT, la constitución de la Comuna. La justificación de la masacre, con o sin reservas, se llevó a cabo y fue el complemento de una designación despectiva, de juicio moral, especialmente de los “comuneros”. Lidsky presenta la oposición entre obreros y “malos obreros” que realizan algunos literatos. Las convulsiones de París, obra de Maxime Du Camp, explica parte de este proceso (KOECHLIN, 1965; DU CAMP, 1881).
El desplazamiento es fundamentalmente moral. Así, los Comuneros siendo presentados como asesinos, criminales, pervertidos, logran desviar la discusión sobre la Comuna como lucha de clases ligada a los intereses del movimiento obrero y otros procesos sociales y políticos, a la cuestión de la propiedad, la familia, la religión, la así como para asuntos militares e institucionales. La emblemaización aparece con la imagen de “compañías petroleras”, por ejemplo, y la designación despectiva, así como en otras formas. El anacronismo aparece en los análisis que apuntan al uso de términos que son comunes y expresan relaciones de la sociedad capitalista para acusar a la Comuna y a los Comuneros, como el tema recurrente de la prostitución, a pesar de su abolición durante la revolución Comunera. La elaboración secundaria se manifiesta en el énfasis en cuestiones militares, en cuestiones morales, así como la atribución de malas intenciones y perversidad a los comuneros.
Este recuerdo burgués de la Comuna no fue el único. Con el paso del tiempo y el debilitamiento de los efectos traumáticos de la revolución comunera, surge una nueva interpretación, con nuevas formas de desplazamiento. Esto ocurre principalmente a partir de la década de 1960 (JONES, 2018). Este es el caso de los historiadores con su supuesta “neutralidad” y “objetividad”[Xvi], así como algunos otros representantes intelectuales de la burguesía, quienes empezaron a defender la tesis de que la Comuna no era “socialista”. Este es el caso del jurista Gustave Laronze, quien pasa al tema legal y, a través de un análisis formal de los decretos, procede a concluir que la Comuna no era “socialista” y que los Comuneros, apenas tomaron el poder, buscaron crear un nuevo orden legal, porque toda revolución genera este proceso. La elaboración secundaria transforma los decretos de la Comuna en el eje fundamental del proceso real, según la interpretación de Laronze. En el fondo, el autor quería decir que el comunismo es imposible y la Comuna lo confirma (KOECHLIN, 1965). En la misma línea, Edward Mason también cuestiona el carácter “socialista” de la Comuna, afirmando que esta leyenda fue creada a partir de la masacre y persecución de los Comuneros y no por características de la experiencia Comunera (KOECHLIN, 1965). Los burgueses recuerdan los cambios según las necesidades de la época. Sin embargo, continúan reproduciéndose las versiones del relato que aún tratan de la Comuna desde la versión original y los términos “terrorismo” y “ciclo de violencia” utilizados por G. Dallas en 1989, entre otros (BRUNNER, 2014), confirman este.
La memorial recuperación de la burocracia
La sociedad moderna tiene dos clases sociales fundamentales: la burguesía y el proletariado. Una mala interpretación del concepto de clases sociales de Marx, así como de sus escritos, promovió la idea de que en esta sociedad solo existían estas dos clases sociales.[Xvii]. De hecho, hay varias otras clases sociales bajo el capitalismo. La tesis de Marx es que estas otras clases sociales giran en torno a la burguesía o al proletariado, debido a la división social del trabajo, la proximidad y los intereses. Así, hoy podemos pensar en dos grandes grupos de clases sociales, las clases altas, cercanas a la burguesía, y las clases bajas, cercanas al proletariado (VIANA, 2019b). La burguesía tiene algunas clases auxiliares, como la burocracia y la intelectualidad, mientras que el proletariado tiene algunas clases aliadas, como el campesinado, el lumpenproletariado, etc., siempre que rompan con el dominio de la hegemonía burguesa.
Además de las dos clases fundamentales, existe otra clase social que cobra gran importancia dentro de la sociedad capitalista y es la que mayor posibilidad tiene de independizarse y querer ser una nueva clase dominante. Este es el caso de la burocracia. La clase burocrática, en sus fracciones más cercanas a la burguesía, el escalón más alto de la burocracia estatal, es la más conservadora y proburguesa. Sin embargo, existen algunos sectores de la burocracia, especialmente en la sociedad civil, y más aún en sus estratos inferiores, que buscan autonomizarse, asumiendo discursos muchas veces “radicales” y que apuntan a reemplazar a la burguesía como clase dominante. Así, sectores de la burocracia partidaria y de la burocracia sindical son las principales fuerzas para la autonomización de la clase burocrática.
Este sector más radicalizado logra lo que Marx señaló a todas las clases que pretenden convertirse en dominantes: unir a toda la sociedad en torno a sí a través de un discurso universalizador y concentrar el mal en un oponente que sería enemigo del resto de la población (MARX, 2020), tal como lo hizo la burguesía en su período revolucionario. Sin embargo, como hay otra clase social, el proletariado, con fuerza y capacidad revolucionaria, y la burocracia por sí sola es demasiado frágil para enfrentarse a la burguesía, entonces necesita apoyarse en el movimiento obrero y adoptar un discurso para esa clase, apropiándose de ella. sus concepciones y adaptándolas a sus intereses, como el marxismo. Así, la burocracia radicalizada pasa a defender la idea de que expresa los intereses del proletariado o, más en general, según la organización, ideología o doctrina que utilice, de los “trabajadores”, del “pueblo”, de las “masas”. .
Estos elementos, muy brevemente sintetizados y que tienen varios desarrollos[Xviii], que lamentablemente no podremos desarrollar aquí, nos permiten comprender las razones de la diferencia entre recuperación memorial burguesa y burocrática. La recuperación memorial de la burocracia radicalizada en relación a la Comuna no puede compartir la versión burguesa, salvo en caso de olvido. Para los representantes intelectuales de la burocracia, olvidar la Comuna de París es una de sus opciones. Sin embargo, si este evento histórico sale a la luz, ella debe tomar una posición. Y la obra de Marx, así como la de varios otros militantes, desde los Comuneros, la hace reaparecer como una pesadilla espantosa que ronda los sueños burocráticos.
La recuperación del memorial de la Comuna de París, desde la perspectiva burocrática, debe apuntar a exaltar la experiencia comunera y al mismo tiempo a evidenciar sus errores. En principio, no hay problema con esto. Sin embargo, la forma en que esto se hace muestra que se trata de una recuperación conmemorativa. El elogio de la Comuna se hace siempre con miras a reforzar la concepción política que la constituye, ya sea kautskista, leninista o cualquier otra. La Comuna se presenta -es decir, se deforma- para confirmar una determinada posición política[Xix]. Incluso diferentes concepciones dentro de la burocracia comienzan a disputarse para señalar su versión como verdadera y la del oponente como falsa. En este caso, se trata de un conflicto ideológico interburocrático. Así, existen procesos de personalización (a pesar de la dificultad de esta en el caso específico de la Comuna), desplazamiento, anacronismo, emblemización y elaboración secundaria, sin mencionar los límites lingüísticos, analíticos y de censura social. Se trata, para la burocracia, de recuperar la Comuna en su esquema de pensamiento burocrático. Y un tema recurrente es la cuestión de la falta, de la ausencia, que es un problema clave de la Comuna de París en la versión burocrática.
Sin embargo, además de la forma en que se lleva a cabo la recuperación de la memoria de la Comuna, la perspectiva burocrática tiene un elemento adicional y diferencial en relación a la recuperación de la memoria de la burguesía, por las especificidades antes mencionadas. Se trata de la necesidad de realizar no sólo la recuperación del memorial de la Comuna de París, sino también de los Comuneros y de quienes expresaron la perspectiva del proletariado, especialmente de Marx.
El primer punto se revela en el elogio de la Comuna de París, siempre acompañado de una salvedad, que se refiere al problema de la ausencia. La Comuna es alabada por expresar la posición de quien alaba. Este es el caso de Lenin y Trotsky, que enfatizan el centralismo, o Kautsky, que enfatiza la democracia. Un ejemplo, extremadamente común en la historiografía y en los textos militantes de orientación progresista, lo explica. Max Beer, en su voluminosa obra de más de 500 páginas, que comienza con la lucha de clases en la antigüedad y se prolonga hasta 1920, reserva sólo tres páginas a la Comuna, y sitúa, entre sus tres causas, “los avances de la Internacional en París y en las principales ciudades de las provincias, así como el desarrollo de las ideas socialistas en general” (BEER, sin fecha, p. 527).
La posición de Karl Kautsky (1977) sobre la Comuna muestra el intento de recuperación memorial de la Comuna y del pensamiento de Marx (para justificar su interpretación de la Comuna), y lo utiliza para combatir el bolchevismo, relacionado con el terrorismo, y defender su posición, bajo el nombre de la democracia La respuesta de León Trotsky apunta exactamente a esto: "Kautsky no presenta un amplio paralelismo entre la Comuna y el poder soviético excepto para calumniar y menospreciar la dictadura viva y triunfante del proletariado en favor de un intento de dictadura que se remonta a un pasado lejano. ya remota” (TROTSKY, 1977, p. 209). Lo que no dice Trotsky es que hace lo mismo, pero con una posición opuesta. Kautsky defiende la burocracia democrática (democracia burguesa) y Trotsky la burocracia autocrática (expresada en el bolchevismo, en la “dictadura sobre el proletariado” y el capitalismo de Estado de la Rusia posterior a 1917). Ambos distorsionan los acontecimientos de la Comuna y la posición de Marx para justificar su posición.[Xx]. El debate sobre la Comuna de Kautsky y Trotsky es sólo un pretexto para justificar sus concepciones y acciones políticas, así como lo ocurrido entre Kautsky y Lenin.
Si Kautsky vuelve a la acción de la Asociación Internacional de los Trabajadores y la influencia del marxismo en el proudhonismo[xxi] para demostrar su carácter democrático, Trotsky no duda en afirmar que “la Comuna, tanto para las tradiciones como para los fines de quienes la dirigían –los blanquistas– era la expresión de la dictadura revolucionaria de una ciudad sobre todo el país” ( TROTSKY, 1977, p.215). Así, la personalización, en Kautsky, es vía “marxista” y en Trotsky vía blanquismo. Además de la personalización, se produce un desplazamiento a la cuestión de quién dirigía la Comuna, si los más democráticos o los más autócratas, en el que los autores eligen a los más próximos a ellos ( proudhonianos o blanquistas).
La emblemización aparece con los términos clave democracia, en un caso, y dictadura, en otro. Para Kautsky la Comuna era una democracia y así la justifica, mientras que para Trotsky la Comuna era una dictadura y la justifica, siendo lo positivo para uno (democracia, dictadura) lo negativo para el otro, lo que hace de la Comuna sólo un pretexto para defender posiciones políticas.
El anacronismo se revela en varios momentos, desde el uso de términos (partidos, por ejemplo) hasta el uso de los dos términos centrales del debate: democracia y dictadura. Sin embargo, la democracia hasta la Comuna, en el caso francés, es la liberal, que fue censal, por nivel de ingreso, y sólo después surge el proceso electoral que incluye al proletariado y los partidos políticos se convierten en el medio de participación política institucional, es decir , con el paso a la democracia partidaria, la siguiente fase del capitalismo[xxii], es que surge la democracia burguesa. La dictadura, por su parte, en el sentido leninista, sólo emergerá con la revolución bolchevique y emergerá, en la forma de regímenes dictatoriales burgueses (que se diferencian de los regímenes autocráticos preburgueses), sólo después de la consolidación de los regímenes democráticos, como alternativa burguesía en determinadas situaciones históricas. El uso de dos términos para referirse a la Comuna es, por tanto, un anacronismo y un error, aunque es bastante útil para justificar y legitimar la socialdemocracia y el bolchevismo, respectivamente.
Finalmente, se nota la elaboración secundaria en ambos casos, pues tanto Kautsky como Trotsky presentan una narrativa lineal y clara en la actuación de los agentes, divergiendo porque uno considera que el objetivo era la democracia y el otro afirma que es la dictadura “revolucionaria”. .
Así, este debate entre Kautsky y Trotsky sólo ilustra dos posiciones dentro de la memoria burocrática de la Comuna. Sin embargo, aquí el recuerdo se completa con la idea de ausencia, de falta. ¿Y qué le falta a la Comuna, desde la perspectiva burocrática? Solo puede ser la burocracia misma. Este es un tema recurrente en la restauración memorial burocrática de la Comuna. Según Kautsky, “El mayor mal de este gobierno fue la falta de organización, consecuencia natural del mismo defecto presente en los hábitos y actitudes del proletariado de la época, surgido del segundo imperio” (KAUTSKY, 1920, p. 119). Trotsky, luego de señalar la derrota militar y otros puntos problemáticos de la Comuna, afirma: “la capacidad de guerra de un ejército requiere ante todo la existencia de un órgano de gobierno regular y centralizado. Los Comuneros ni siquiera tenían una breve idea de esto” (TROTSKY, 1977, p. 221), porque “la Comuna era débil”, contrario al bolchevismo. Así, tanto Kautsky como Trotsky señalan la debilidad de la Comuna: la falta de organización burocrática. La diferencia es que para Kautsky es una organización burocrática democrática y para Trotsky una organización burocrática autocrática.
Así, la versión burocrática de la Comuna siempre enfatizará la ausencia, la carencia. Y la gran ausente es la burocracia. Los burócratas no fueron invitados al partido proletario. Esto se manifiesta en el fracaso que hubiera sido la ausencia de centralización gubernamental y de un partido centralizado, supuestamente “revolucionario”. Lenin es la expresión más rica de la recuperación memorial burocrática de la Comuna de París[xxiii], porque no sólo afirma que en esta experiencia faltaba la centralización, el partido, etc., sino que logra deformar los enunciados de Marx para convencerlo de que defendía las mismas tesis, realizando una recuperación memorial del pensamiento de Marx. La concepción leninista será reproducida exhaustivamente por partidos, intelectuales, militantes, bolcheviques de todas las tendencias (desde estalinistas hasta trotskistas), con raras diferencias y con pequeñas variaciones. Esta repetición tomó la forma de miles de textos y escritos, tanto académicos como militantes, desde panfletos hasta libros.
Es el caso de Sovolev, un estalinista, que afirma, en 1939, entre otras cosas, que “la desgracia de la Comuna consistía en que no existía en la dirección de los Comuneros un partido proletario que influyera en las masas”. y guiarlos, un partido que sabía lo que quería y cómo lograrlo, un partido sin cuya dirección la revolución no puede triunfar” (SOVOLEV, 1946, p. 172). pierre luquet[xxiv] afirma: “lo que mayormente le faltaba a la Comuna era un partido fuertemente organizado” (LUQUET, 1968, p. 40), es decir fuertemente burocratizado, además de considerar que faltaba alguien que personificara la Comuna, un líder burocrático, como se desprende de su afirmación según la cual “a la Comuna le faltaba Blanqui”, al fin y al cabo, “él solo habría tenido la audacia de acabar con la revolución del 18 de marzo” (LUQUET, 1968, p. 28).
Estos dos ejemplos no hacen más que ilustrar una gran cantidad de materiales que reproducen las mismas ideas y la recuperación del memorial de la Comuna de París desde la perspectiva burocrática, cuyo elemento fundamental y definitorio es la “falta de burocracia”. No se condena a la Comuna, como en la perspectiva burguesa se la alaba, pero al mismo tiempo se la señala como un error por falta de burocracia, lo que confirma la concepción política de los intérpretes, así como la necesidad de un partido. , por la centralización, por la burocracia. En resumen, en la versión burocrática, la Comuna fue derrotada por la ausencia de burocracia.
Consideraciones finales
Nuestro objetivo era presentar la recuperación memorial de la Comuna de París. Mostramos brevemente cómo la burguesía y la burocracia buscaron recuperar la Comuna, transformándola en lo que no fue. También mostramos que los enemigos y los falsos amigos del proletariado hicieron todo lo posible para quitarle su carácter de clase. La burguesía buscó presentar a la Comuna como un producto de criminales, “socialistas” (vistos como externos al movimiento obrero), en oposición a los “buenos trabajadores” y la burocracia buscó mostrar la incapacidad del movimiento obrero, sin ella, para emanciparse. En el primer caso, el proletariado fue manipulado por una pandilla de criminales, y en el segundo, fue derrotado porque no tenía una pandilla de burócratas que lo dirigiera. Estas versiones tienen variaciones y pueden cambiar, como la versión burguesa, más “neutra” y alejada del hecho histórico, que en lugar de acusar a los Comuneros de criminales, prefirió decir que no eran “socialistas”, anulando el carácter revolucionario de la Comuna. .
La lucha por el recuerdo de la Comuna de París fue una lucha de clases cultural, una lucha cultural amplia en la que el proletariado está en desventaja. La desventaja del proletariado radica en el escaso número de representantes intelectuales de esta clase a lo largo de la historia, ya que la clase intelectual, en su mayor parte, expresa los intereses de la burguesía o la burocracia. El individuo proletario que produce ideas, escritos, etc., es pequeño, por su propia condición de clase. En este sentido, la perspectiva del proletariado en la lucha por la memoria de la Comuna de París se manifiesta marginalmente, ya sea a través de los escritos de los comuneros (olvidados y abandonados, incluso por los intérpretes progresistas de este acontecimiento histórico), ya sea a través de algunos intelectuales y proletarios. quien buscó rescatar el verdadero significado de este extraordinario hecho histórico.
Por lo tanto, presentamos este proceso de recuperación, pero no el proceso de rescate. Optamos por no ocuparnos del memorial del rescate de la Comuna de París, pues ello alargaría demasiado el texto, por lo que lo haremos en un artículo complementario al presente. Y la reflexión sobre el rescate memorial de la Comuna de París es parte de la lucha por la memoria desde la perspectiva del proletariado, así como la crítica a la recuperación memorial. Sin embargo, la crítica a la recuperación de la memoria es parte de esta lucha en torno a la memoria y allana el camino para el rescate de la memoria, lo que justifica este artículo.
*Nildo Viana es profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Federal de Goiás (UFG). Autor, entre otros libros, de El capitalismo en la era de la acumulación integral (Ideas de letras).
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Notas
[i] Este es el caso de mayo de 1968 (ROSS, 2008). La conmemoración suele tener lugar cada diez años debido a la recordación que realizan las organizaciones militantes y políticas, por un lado, y los actos académicos e intelectuales (seminarios, libros, artículos, dossieres de revistas, etc.).
[ii] Sobre la distinción entre memoria y recuerdo, así como la diferenciación entre memoria individual, memoria colectiva y memoria social, cf. Viana, 2020. Por razones de espacio, no podremos desarrollar varios aspectos teóricos relacionados con la cuestión de la memoria y, por ello, nos remitimos a este trabajo, en el que se desarrolla con profundidad y detalle.
[iii] No es posible, ni es nuestro objetivo, analizar el tema de las fuentes para el análisis histórico, sino solo resaltar que es un elemento que refuerza los problemas interpretativos.
[iv] La memoria colectiva es el conjunto de memorias de sectores de la sociedad, de colectividades (VIANA, 2020), pero no desarrollaremos aquí esta reflexión, debido a que nuestro foco es la memoria social.
[V] El paradigma reproductivo corresponde al régimen de acumulación conjugada, que es el que lo explica (VIANA, 2019a).
[VI] El término “recuperación” fue desarrollado por situacionistas y retomado por integrantes del grupo inglés Solidaridad, y la idea de recuperación memorial se inspira en esta concepción, pero limitada al caso de la rememoración (VIANA, 2020). La relación entre recuperación y memoria se puede ver en el análisis de Ross (2008) de mayo de 1968.
[Vii] Todos los procesos de recuperación, así como el rescate conmemorativo, son abordados y desarrollados en el trabajo Memoria y sociedad: la lucha por la memoria (VIANA, 2020).
[Viii] Incluso Lissagaray (1995) utiliza el término “izquierda” y no se da cuenta de que al utilizar tal término, inusual en la época, terminó homogeneizando y unificando varias tendencias diferentes, lo que reforzaría los problemas de interpretación y análisis futuros de la Comuna.
[Ex] “Louis-Eugène Varlin es el mayor emblema de la Comuna de París de 1871, vivió, luchó y murió a los 31 años por la República Social de los Trabajadores, Varlin es la máxima representación de las prácticas comunistas autogestionarias. Es su vida y lucha lo que debe ser recordado y discutido extensamente en la conmemoración de estos 140 años de la Comuna de París. Lo que decía el señor Karl Marx en sus cartas a su amigo Kugelmann en Londres, después de todo lo que había pasado Varlin, nos hace tener que reconocer que el único lugar donde debería estar Marx es en la bibliografía de la Comuna, si Varlin fuera la Comuna. , Marx es sólo una referencia bibliográfica de la Comuna. ¿Vale la pena que nos demos cuenta de lo que es historiográficamente fundamental para nosotros: discutir la Comuna como un todo o sólo un libro sobre ella? (PINTO, 2011, pág. 54). Aquí tenemos un proceso de personalización que rebaja el análisis de la Comuna al bajo nivel de la historiografía burguesa tradicional, centrada en la historia de los “dirigentes” y de los “grandes hombres”, en total discrepancia con la Comuna tal y como fue e incluso con la bibliografía al respecto. la Comuna a quienes les cuesta encontrar jefes en el movimiento. Aquí la personalización adquiere un aire de hiperindividualismo: “Varlin es el mayor emblema de la Comuna” (el término “emblema” en sí ya es revelador); "Varlin fue a la Comuna". Evidentemente, esta posición no deja de tener razón, ya que es la fabricación de un contraste artificial entre Varlin y Marx, en el que el primero es un mero pretexto para querer descalificar al segundo. Es decir, tales observaciones nada tienen que ver con la Comuna de París en sí misma, siendo solo un campo de batalla de disputas académicas y/o políticas que solo revelan la mentalidad competitiva de sus creadores. La comparación entre un agente del proceso revolucionario y un analista del mismo es algo inútil y sería lo mismo que preguntarse quién fue más importante para la Revolución Francesa, Robespierre o Piotr Kropotkin, autor de la gran revolucion (1955). El deseo de descalificar a Marx es tan grande que se cae en contradicciones insolubles, como, por ejemplo, señalar la necesidad de “discutir la Comuna como un todo” y tratar sólo con un Comunero. Por otra parte, es curioso que autores influidos por el método estructural y por el estructuralismo y que afirman que el individuo y la conciencia no son nada (BERNARDO, 1991), hagan una apología y resalten la importancia individual de Varlin, con el objetivo de oponerse a Marx (BERNARDO, 2021). En esencia, es el proceso de forzar a Varlin a una competencia con la que no tiene nada que ver. En este sentido, la posición de Lavrov, que estuvo personalmente en la Comuna, es mucho más revolucionaria y proletaria, enfatizando lo colectivo y no lo individual, aun cuando elogia a los héroes de la Comuna, poniéndolos en plural: Frankels, Varlins, Pidis, etc (LAVROV, 2021).
[X] Estas determinaciones varían según quién sea el responsable del retiro. El doctrinalismo y el dogmatismo es una de estas determinaciones, que generalmente se da en el caso del anarquismo, por ejemplo. En otros casos, otras determinaciones, como mentalidad competitiva, ambición intelectual, disputas académicas, búsqueda de espacio político, falta de información, diferentes influencias (ideologías, interpretaciones, etc.), entre muchas otras, pueden manifestarse en cada caso específico. .
[Xi] Não poderemos desenvolver aqui uma reflexão sobre o conceito psicanalítico de trauma, que é nossa fonte de inspiração e tem vários desdobramentos, a começar por Freud (e as modificações que ele efetivou com o passar do tempo) e tendo variações em Rank, Ferenczi, Winnicott y otra. El trauma individual, aquí, significa un evento que promueve un impacto psíquico intenso y que permanece en el universo psíquico del individuo por tiempo indefinido, pudiendo o no ser superado, promoviendo reacciones psíquicas como mecanismos de defensa del mismo.
[Xii] En francés en el original. El término significa "alcalde", "juez de consejo", en portugués de Portugal. Quiere decir también Alcalde (o alcaide, en otra grafía), que tiene origen árabe y significa “gobernador de provincias”, pero tenía carácter militar, ya que su función era la defensa militar de la villa y el desempeño de funciones judiciales y administrativas, rendir cuentas directamente al rey.
[Xiii] Mujer cuya apariencia y/o gestos son similares a los de los hombres o “mujer de hábitos masculinos”.
[Xiv] Adaptamos el portugués de Portugal de la época (1872) al portugués brasileño actual.
[Xv] Este autor no debe confundirse con el escritor anarquista que publicó varios libros en Brasil.
[Xvi] La historiografía, sin embargo, siguió la recuperación del memorial burgués y su versión de la Comuna de París, en varios casos. Jones (2018) apunta al trabajo de William Pembroke Fetridge, quien implementa la misma interpretación anticomunista, pero, a pesar de ubicarla como historiográfica, no es un historiador profesional. Tal preocupación, en el caso específico de la Comuna de París, es abordada por Brunner (2014) y su análisis de los “mitos” de la Comuna, apuntando a la necesidad de la “objetividad histórica”.
[Xvii] Una lectura atenta de algunas obras de Marx, como La ideología alemana, El manifiesto comunista, El capital, El XNUMX Brumario, entre otros, saber que tal interpretación es incorrecta. Sin embargo, incluso algunos lectores que ven la referencia a varias clases sociales, que no requiere una lectura tan cuidadosa, la pasan por alto con desconcertante facilidad, como si sus interpretaciones fueran más cruciales para comprender al autor que sus propias palabras. Un análisis riguroso de la obra de Marx apunta a la existencia de varias clases sociales en el capitalismo, así como a la deformación de su concepción de las clases sociales (VIANA, 2018).
[Xviii] Sobre la clase burocrática, cf. Viana, 2018, en el que se discute sobre las diversas reflexiones sobre esta clase. Evitamos sugerir otros textos en los que desarrollamos otras reflexiones sobre la burocracia, pero a los que se puede acceder, en parte, en internet.
[Xix] Y esto lo hacen incluso los anarquistas (cf. BAKUNIN, KROPOTKIN, VIANA; 2021).
[Xx] No podremos desarrollar aquí la posición de Marx sobre la Comuna, que puede verse en sus propios trabajos (MARX, 2020; MARX, 1986), mientras que nuestro análisis puede consultarse en los artículos Marx y la esencia autogestionaria de la Comuna de París e Comuna de París: interpretaciones y perspectiva de clase (VIANA, 2021).
[xxi] “El pensamiento proudhoniano (Proudhonist – NV), procedente de los internacionalistas franceses, se fusionaba cada vez más con las ideas marxistas” (KAUTSKY, 1977, p. 60).
[xxii] Con la transición del régimen de acumulación extensiva al régimen de acumulación intensiva (VIANA, 2009). Esta obra contiene un análisis de la mutación de la democracia burguesa en cada régimen de acumulación.
[xxiii] Cabe preguntarse por qué no presentamos cómo lo hace Lenin, pero la razón de elegir a Kautsky y Trotsky se debe a los siguientes elementos: a) Kautsky y Trotsky ilustran dos posiciones de la clase burocrática ante la Comuna, dos formas de memorial recuperación; b) en los elementos esenciales, Lenin reproduce la concepción kautskista y trotskista y en el posicionamiento dentro de la perspectiva burocrática, coincide con la concepción de Trotsky; c) el análisis de la recuperación del memorial realizado por Lenin ya ha sido realizado por nosotros en el artículo “Comuna de París, Interpretaciones y Perspectiva de Clase(VIANA, 2021) y sería repetitivo presentarlo aquí; d) el espacio para el desarrollo de este artículo dificulta el análisis de la concepción de Lenin. Por eso nos remitimos al artículo citado, que si bien no trabajamos con los conceptos aquí desarrollados, muestra el carácter burocrático del enfoque leninista de la Comuna.
[xxiv] Seudónimo de Robert Verdier (que utilizó otros seudónimos, como Deville, Hervé, etc.), militante que pasó por algunas organizaciones y partidos, como el PSA (Partido Socialista Autónomo) y el PSU (Partido Socialista Unificado) de Francia.