La coivara del gran capital

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por RONALDO ROCHA*

Quemas y deforestaciones se revelan como obras reaccionarias del gobierno y el capital

Asediado por críticas generalizadas, multilaterales, duras y persistentes, internas y externas, sobre la deforestación y los incendios ocurridos en el territorio nacional, concentrados en las coberturas boscosas amazónicas, en las sabanas de Mato Grosso y en el bioma Pantanal, Bolsonaro emigró sin trillar piso o al borde de los argumentos de uno al otro. Lanzó fanfarrias al azar, en las que los villanos también cambiaban según las circunstancias y las propias conveniencias de la ocasión, incluso en relación con los rostros del público. Persistiendo en sus fines ultraderechistas –que, por cierto, son inamovibles–, sigue tanteando en todos y cada uno de los caminos de justificación que se le presentan como promisorios. De hecho, ensaya los estrambóticos ensayos de “pegar” versiones increíbles, esperando pragmáticamente algún éxito político para evadir su inconfesable responsabilidad.

A menudo, profesa el negacionismo puro y simple, en consonancia con su cosmovisión irracionalista, su desdén por el conocimiento científico y su alejamiento de la objetividad. Cualquier interesado en el desmoronamiento político -discursos desorganizados, fragmentados, centrífugos, olvidadizos y ajenos a las realidades o actividades cotidianas-, basta recordar sus declaraciones del 11/8/2020, cuando participó en la II Cumbre Presidencial en el Pacto de Leticia por la Amazonía, que hablan por sí mismos. A través de una videoconferencia, tuvo el coraje de afirmar: “no hay fuego, ni un cuarto de hectárea deforestada” –para que conste, se refiere a un área correspondiente a dos canchas de fútbol sala. Por si fuera poco, concluyó sin siquiera sonrojarse: “este cuento de que el Amazonas arde en fuego es mentira”.

En otros pasajes del pronunciamiento, paradójicamente, bajó la pelota que había pateado en el aire: trató de minimizar los hechos y fingió ser receptivo a los reclamos de una parte del latifundio capitalizado y de sus clientes mundiales. En el mismo discurso ante representantes de países amazónicos, reconoció, negándose descaradamente, la devastación, pero defendió -basándose en datos parciales del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe), que había atacado públicamente el año pasado por divulgar información considerada incómoda- el inverosímil balance de su reducción. En otra frase, volvió a bajar el tono y la voz, tal vez rindiendo cuentas a sectores cercanos -interlocutores de la sociedad política y de la sociedad civil- que expresaron su descontento: “Nuestro compromiso es grande, es enorme en el combate a los focos de incendios y la deforestación”.

En una ocasión cayó en el más bajo determinismo climático, aferrándose a la observación de que al sur de la línea ecuatorial, donde se ubica casi en su totalidad el país, la estación más seca va de julio a septiembre, extendiéndose como máximo hasta octubre. El 23/8/2020, hablando en la cadena de radio-televisión, el líder protofascista leyó sus “colas” geográficas: “Estamos en una estación tradicionalmente calurosa, seca y con fuertes vientos, en la que, lamentablemente, ocurren incendios todos los años. en la región amazónica. . En los años más lluviosos, los incendios son menos intensos. En años más cálidos, como este (sic.) 2019, ocurren con más frecuencia”. Evidentemente, la combustión seminatural –ya que el ser humano interfiere en la objetividad física y química, transformándola con fuerte o débil densidad– también se da, pero secundariamente, como una determinación accesoria.

demonios y trampas

Ataques a enemigos y toros piraña, tangibles o ficticios, no podían faltar, multiplicándose noticias falsas con fines políticos. Sobre los conservacionistas, prefirió conspirar: “Entonces, puede haber, sí, puede haber, no digo, acción criminal de estos 'ongueiros' para llamar la atención contra mí, contra el Gobierno de Brasil”. (23/8/2020) Respecto a los juicios externos, trató de apoderarse de las preocupaciones nacionales: “Sabemos cuánto somos criticados injustamente por muchos países del mundo. […] Esta región es muy rica […]. Después de todo, Brasil es una potencia en la agroindustria”. (11/8/2020) Sobre la gente del lugar, posó con tierna autoridad: “el caboclo y el indio queman sus quemas en busca de su supervivencia en áreas que ya han sido deforestadas”. (22/9/2020)

A juzgar por los logros más recientes, los “perros sarnosos” que pontifican en la demonología bolsonariana serían los culpables de inventar o provocar, solo en agosto, 29.308 incendios ilegal en la vegetación. El valor representa el mayor número de la última década, principalmente conglomerados en Pará y Amazonas, con 48% solo en áreas relacionadas a la Carretera BR-163. Todos los días ocurrieron casi 200 brotes en la región norte y XNUMX en el Pantanal. Tales cifras, ciertamente ciclópeas, muestran inequívocamente cuán absurdo es señalar con el dedo a los demás, como un sinvergüenza que, sorprendido en el acto, intenta objetar cuando se le pregunta sobre el crimen. Como toda mentira que pretenda ir más allá de los ingenuos deslices cotidianos necesita recuperar al menos un rastro de realidad para tener alguna credibilidad, urge descifrar la ametralladora giratoria presidencial.

El capitán de milicias – no se trata de aquellas tropas legales existentes “en tiempo del rey” o de los novecientos cariocas, en que por “amabilidad del mayor” el “Sargento” cuyas “Memorias” Manoel Antônio de Almeida colocó en el título de su irónica novela, sino de estas formaciones criminales de hoy- trata de justificar su política en los siguientes hechos. En primer lugar, la presencia de ONG que promueven una especie de ecologismo conservador y conciben a los pueblos originarios como naciones autónomas y meras identidades particularistas, outsiders en relación al conjunto nacional-popular. Luego, los intereses imperialistas en la inmensidad de la Amazonía, desafiando el derecho soberano de Brasil al territorio del país; Finalmente, el millennial koybara tupí-guaraní, que aún persiste en poblaciones indígenas, ribereñas, quilombolas y caiçaras.

Pretende, por tanto, ofreciendo píldoras de veneno envueltas en finas películas de realidad cuidadosamente seleccionada, matar varios conejos de un solo trago de bodoque. Consiste en la realización simultánea de tres maniobras de desviación. Fanfarronear sobre la propia responsabilidad por la destrucción generalizada e indefendible. Culpabilizar a los sujetos y objetivos de los segmentos e instituciones preocupados por las políticas y prácticas protectoras. Intentando poner a sus adversarios de todo tipo en la quiniela de sumarse a los luciferes para mantener la postura opositora o, por el contrario, rechazarlos y enfriar la lucha contra la rabia incendiaria. Embarcarse en la provocación sería caer en la trampilla y ceder al engaño. Por el contrario, el desciframiento socava el artificio primario y torpe, basado en la falsificación de una totalidad al resaltar una partícula minúscula de objetividad.

Postura en contradicciones complejas

Los pioneros sociales argumentan el biofilismo naturalista, que sustrae del problema ecosistémico la primacía del ser social –el senos gesellschaftlichen de Marx –, aun cuando se traduzca en cuestión nacional y lucha de clases, en humanidad universal-concreta. Especialmente, desaprueban tal concepción del mundo cuando es promovida, financiada y propagada por grupos financieros monopólicos y sus instituciones asociadas o subordinadas. También rechazan, con merecido énfasis, la codicia o las intervenciones de las grandes potencias sobre los recursos y los asuntos internos de Brasil, bajo la forma de sumisión gubernamental a la geopolítica trumpista, como ocurre ahora, o de sanciones político-económicas, como verbaliza Biden. Finalmente, rechazan cualquier tipo de quema sin permiso –ilegal, por cierto–, incluso cuando la realizan “los de abajo”.

Tales lineamientos, ni por asomo ni por unos segundos, pueden generar confusión en la lucha contra las políticas del Planalto y sus acólitos, que promueven o celebran la hoguera, así como buscan barajar el engaño y las investigaciones. Mención especial merece un pasaje del discurso de septiembre, durante la oración formal de apertura de la 75ª Asamblea General de la ONU, en el que el actual presidente hábilmente buscó explotar las “contradicciones dentro del pueblo” –para recordar una conocida expresión de Mao Tsetung , utilizado el 27/2/1957 en la Conferencia Estatal. Al adoptar cierta pose comprensiva, como la de un padre amoroso que reprocha a su hijo y revela su acto de inmadurez inherente para justificarlo hasta el punto de apoyarlo plenamente, correspondió a la expectativa de la horda falangista, que en las redes sociales celebró y multiplicó. las interpretaciones de la mensajes palaciego.

La frase referida a la devastación “en el entorno oriental de la selva” pretendía, en un caso muy bien pensado, culpabilizar a los sectores pobres de la zona rural, representados por el “caboclo” y el “indio”, como Ya lo había hecho Guedes cuando declaró que “el peor enemigo del medio ambiente es la pobreza” (21/1/2010). Se sabe que los campesinos suelen utilizar la combustión controlada para promover la siembra rotativa y abastecer la tierra de cenizas ricas en micronutrientes: potasio, fósforo, calcio y magnesio, entre otros. Además de los ocupantes ilegales, arrendatarios y pequeños propietarios vinculados al trabajo agrícola orientado a la familia -con o sin salarios complementarios y muchas veces parentales-, existen diversos estratos cuyas relaciones preceden históricamente al trabajo a destajo contemporáneo y subsisten en la formación económica y social, vale decir , en los poros del capitalismo.

La técnica, que se basa en fuerzas productivas primitivas, es atrasada y peligrosa para los recursos naturales. Además de agotar la tierra, abre la puerta a posibles incendios por accidente, por lo que es reprobable, aunque la propagación involuntaria se produzca esporádica y puntualmente. En las condiciones actuales, sin embargo, con la falta de capital o apoyo federal, estatal y municipal, sigue siendo inherente a la reproducción de la vida rural popular en lugares donde no existe otra opción viable. No tiene sentido, por lo tanto, atacarlo con invectivas morales o coerción estatal. Incluso es necesario impulsar una reforma agraria con asistencia financiera, especializada y organizativa, capaz de abrir camino a nuevos procesos y formas de valoración material a través de la fuerza de trabajo humana, que transformen a coivara, de una determinación antediluviana, en un capítulo de la historia.

Capital y técnicas obsoletas

Esta situación es la inversa de la conducta perpetrada por el capital territorializado. Algunos mega-propietarios -ya sean conglomerados monopolistas-financieros, o agricultores burgueses, o acaparadores de tierras-, deseosos de expandir sus pastos o plantaciones en nuevas y grandes áreas o inversiones, aniquilan la riqueza nacional preexistente en tierras estatales, ocupadas por familias okupas o presencias tribales. Se produce un proceso masivo, extemporáneo e ilegal de acumulación primitiva. Eso es lo que la propaganda gubernamental quiere encubrir, pues la fomenta como tema de programa, discurso de las altas autoridades y práctica de los simpatizantes rurales. El fuego constituye el medio por excelencia para remover las coberturas verdes, dando lugar a la especulación de tierras, la industrialización agrícola, el contrabando de madera y la minería superficial o subterránea.

No existen, salvo contadas excepciones, la combustión natural o el comportamiento campesino premeditado. En declaraciones a BBC News Brasil, el climatólogo Carlos Nobre informa el procedimiento estándar: “La dinámica principal siempre es así: el bosque se tala antes del período seco; se espera […] que se seque durante un par de meses”; entonces se enciende el fuego. “Y luego hay espacio para […] sembrar pasto y pastoreo. […] a principios del año siguiente empiezan a traer el ganado”. Aquí, no hay reproducción exclusiva del capital a través de la extracción de plusvalía, complementada por la fecundidad intrínseca del suelo, ya sea espontáneamente, como valor de uso creado por uno mismo, o socialmente, como ingreso para el propietario moderno. Existe, sí, la interdicción de vastos públicos y solares acondicionados -Reserva Legal y Área de Preservación Permanente- por parte de particulares, incorporándolos como su patrimonio.

Un proceso similar se relaciona con las disputas que dividieron, el 25/9/2020, las representaciones de la burguesía rural. El sector vinculado a la Asociación Brasileña de Productores de Soja (Aprosoja Brasil), alegando que los "intereses y objetivos" proclamados en la Coalizão Brasil Clima, Florestas e Agricultura, así como la influencia de las ONG y las demandas que van más allá de la Selva Código vigente, rompió con la madre federación del latifundio capitalizado. Por su parte, la Associação Brasileira do Agronegócio (Abag) lamentó la escisión y declaró en una nota: “nuestra credibilidad, acción por la sustentabilidad, legalidad y acción apolítica del Agro nacional, en Brasil y en el exterior, es histórica y no necesita comentarios”. . Además, manifestó su preocupación por la agenda que marca el mercado, como conversaciones y acciones en torno al tema ambiental.

La investigación de la Policía Federal -quizás por sectores sin control total de la extrema derecha- reunió suficientes elementos para acusar a los terratenientes de Mato Grosso do Sul, que se organizaron para destruir una parte considerable del Pantanal. Hechos similares ocurrieron en otros estados, eliminando la hipótesis de una tragedia geofísica y meteorológica. Por lo tanto, es delincuencia -delito reiterado, pero, en lugar del sentido jurídico más habitual, a gran escala- generalizado, consciente, planificado, grupal y finalista, estimulado por declaraciones, medidas y omisiones oficiales. La postura del jefe protofascista no es el éxito que se le habría subido a la cabeza o su fracaso para detener el desastre, como han sugerido los comentaristas. Resulta una obra reaccionaria, especialmente la interdicción cómplice de políticas y organismos dedicados a la fiscalización y defensa del medio ambiente.

*Ronaldo Rocha es ensayista, sociólogo y autor de Anatomía de un credo (capital financiero y progresismo productivo).

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