por BENÍCIO VIERO SCHMIDT*
Comentario sobre hechos recientes.
El gobierno relajó de una vez por todas sus controles sobre el presupuesto federal, básicamente como resultado de la presión del grupo parlamentario. Extraño país, Brasil, donde desde el primer día de sus mandatos, los congresistas empiezan a acumular recursos para (sus) próximas elecciones. Precisamente así, con el retiro del STF de la plena divulgación de las “enmiendas del relator”, imposibilitando el control público de la indicación de recursos para obras y otros proyectos en las bases regionales locales de diputados y senadores.
En el enfrentamiento entre el Congreso y el STF, abunda la información, confirmada anónimamente por los propios parlamentarios, sobre el precio de la autorización de uso de recursos de enmiendas secretas: hay un diputado que cobra entre 10% y 15% de peaje para la remisión de ayuntamientos, organizaciones sociales y demás titulares de derechos a recibir. Un escándalo con fines electorales, al que ni siquiera la oposición a Bolsonaro ha resistido en el Congreso.
Digamos que los recursos (R$ 16 mil millones) son válidos para 2021 y ya están incluidos en el presupuesto de 2022, para ser votados a fin de año. Recursos cuya aplicación no obedece a criterios de planificación estratégica -supuestamente bajo control del Ministerio de Economía- atendiendo únicamente a las demandas inmediatas de los entes locales y regionales. Una planta de patrimonialismo, como bien lo atestiguan informes en el Folha de São Paulo y ningún Estadão sobre el uso de organismos federales (CODEVASF, por ejemplo) en el noreste del país, ya bajo el control de familias tradicionales del mandonismo local, como es el caso del involucramiento del presidente de la Cámara Federal, el notorio Arthur Lira.
La presión parlamentaria también alimenta un movimiento que pretende retirar del Tribunal Superior Electoral (TSE) recursos que irían al Fondo Electoral el próximo año. El Congreso quiere R$ 5,7 mil millones para este fin. Todo eso indica el carácter patrimonial de la política brasileña, con parlamentarios cada vez más ávidos de recursos públicos para mantener sus poderes. Esto también debería redundar en una baja renovación del Congreso Nacional en las próximas elecciones.
El año termina con un balance resumido de las reformas implementadas, supuestamente encaminadas a “incentivar la inversión privada”. Así se configura la autonomía del Banco Central, con mandatos de cuatro años para presidente y directores, no coincidiendo con el del presidente electo de la república (Ley Complementaria 179 del 24/02/2021). En la misma dirección va también la promulgación del marco regulatorio del gas natural, con el objetivo de ampliar la distribución y supuestamente favorecer la competitividad (Ley 14134 del 08/04/2021).
El ambiente de negocios es ágil y menos burocrático, especialmente en lo que respecta a la apertura de nuevas empresas (Ley 14195 del 20/08/2021); mientras que la legislación sobre el mercado cambiario (PL 5367/2019) espera la aprobación presidencial, habiendo pasado por la Cámara y el Senado. Otras medidas (regulación del mercado de cabotaje, nuevo marco legal para el sector ferroviario y el marco legal para el sector eléctrico) están a punto de ser votadas.
Un hecho vergonzoso de 2021: la elección de André Mendonça para el STF. Inmediatamente después de asumir el cargo, participó de una ceremonia en la Asamblea de Dios, en Brasilia. Su compromiso con el Estado Laico está por demostrar. Triste escena.
La Policía Federal allana las casas de Ciro y Cid Gomes en Fortaleza, en busca de rastros de operaciones que ocurrieron hace diez años. Olor a persecución y estigmatización política dirigida por la Presidencia de la República. Un hecho grave con consecuencias para el tenso ambiente electoral de 2022.
Las últimas encuestas sobre las elecciones apuntan a Lula con una gran ventaja sobre el actual presidente. Hay posibilidades reales de victoria en la primera ronda. Hay espacio para valoraciones sobre las ventajas y desventajas de tener a Geraldo Alckmin como candidato a vicepresidente. La encuesta de Datafolha (del 13 al 16 de diciembre) indica que sí, hay ventajas, aunque sean pequeñas. Lo que parece evidente es la demora, o la imposibilidad, de despegar una tercera ruta, ya sea con Moro o con Doria. Las posibilidades de un cuello de botella entre Lula y Bolsonaro siguen intactas. Los datos muestran que la “gente del sótano” (como en la canción de Aldir Blanc y João Bosco) apoyará a Lula en este tonto barco de la política nacional.
*Benicio Viero Schmidt es profesor jubilado de sociología de la UnB y consultor de Empower Consult. Autor, entre otros libros, de El Estado y la política urbana en Brasil (LP&M).