La Escena Brasileña – XX

Imagen: Silvia Faustino Saes
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por BENÍCIO VIERO SCHMIDT*

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Las declaraciones de Bolsonaro, en vivo por televisión el 29 de julio, sobre las posibilidades de fraude en el sistema electoral operado por urnas electrónicas, fue una demostración más de argumentos débiles; en realidad una operación suplementaria de creación fake news.

El Tribunal Superior Electoral (TSE), que tiene tres ministros del STF (Moraes, Fachin y Barroso) reaccionó puntualmente a través de notas técnicas, desmintiendo las sospechas levantadas. Posteriormente, el propio presidente aceptó el hecho como prueba inexistente.

Es una inmensa batalla, ahora claramente trazada, que oponen sectores del poder judicial a la presidencia de la república por la oportunidad y legitimidad de las elecciones del próximo año. Esta batalla alude a una realidad paralela, propia de la guerra de la ley, en constante elaboración por parte del bolsonarismo militante. A este último no le interesa la ineluctable referencia empírica a la legalidad y eficiencia de la máquina de voto electrónico, sino la búsqueda de sospechas y sospechas hipotéticas causas de la probable derrota del situacionismo en la elección presidencial.

El Partido Militar, con casi 2022 de sus cuadros atrincherados en cargos ejecutivos, sigue aferrado a las mismas sospechas, al menos por parte de sus máximos dirigentes (Ministro de Defensa y Jefes de las Tres Armas). Un indicio de una crisis, desde ahora hasta octubre de XNUMX, exasperando las mentes del Poder Judicial y del Ejecutivo; siendo el Congreso Nacional caja de resonancia de las distintas posiciones, en busca de una temeraria y casi imposible conciliación.

La toma de la Casa Civil por el Centrão tiene muchas funciones. Para los demócratas más optimistas, se trata de un control civil sobre la agresividad militar, apoyando las posturas inquietantes de Bolsonaro, a favor de la continuidad institucional a través de elecciones normales en 2022. Para los pesimistas, se trata de una conciliación con el clientelismo y el patrimonialismo tan caro a las élites conservadoras en el parlamento, con el objetivo de salvar a un presidente con cada vez menos apoyo público; así como un intento de coalescer con las élites militares, sin cambiar las reglas del juego. Los próximos meses determinarán los factores decisivos en este proceso.

Todavía en la agenda de sucesión, el Congreso debe explicar al STF las referencias relacionadas con el Fondo Electoral (R$ 5,7 mil millones) en la LDO, mientras Bolsonaro ondea con un recorte de R$ 2 mil millones. Polémica que involucra directamente a los líderes de los partidos, siempre ávidos de recursos.

En cuanto a la reubicación de ministerios y órganos afines, cabe señalar que la división del Ministerio de Economía retira aproximadamente el 85% de sus recursos del “nuevo” Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Una medida electoral, que pretende concentrar recursos bajo el control de Onix Lorenzoni.

Además, vale la pena señalar otra humillación pública de Bolsonaro a su adjunto, el general Mourão; así como la presión del Ejecutivo sobre el Senado Federal, con miras a la designación de diplomáticos, jueces y directores de organismos reguladores, involucrando a personas sin capacidades específicas y comprobadas. Es el Estado siendo asaltado por un viejo y resistente clientelismo.

*Benicio Viero Schmidt es profesor jubilado de sociología de la UnB y consultor de Empower Consult. Autor, entre otros libros, de El Estado y la política urbana en Brasil (LP&M).

 

 

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