por GUSTAVO TORRECILHA*
Comentario sobre la película de Darren Aronofsky
La película La ballena, la más reciente de Darren Aronofsky, tiene una forma y estructura sencilla, pero que funciona bien para su propuesta: la de un drama psicológico con cierto optimismo al final. La estructura es sencilla no solo por el uso de un solo espacio, el apartamento del protagonista Charlie, algo habitual en películas adaptadas de obras de teatro (la obra del mismo nombre escrita por Samuel D. Hunter estrenada en 2012), sino también porque el principio de la película ya deja claro su final.
Como resultado de las relaciones conflictivas entre los personajes, uno solo puede esperar que las emociones y los conflictos entre ellos eventualmente alcancen un clímax que pueda resolverse tanto para bien como para mal. Y el conflicto principal, el de Charlie y su hija, Ellie, se resuelve definitivamente, lo que resulta ser un rasgo sorprendente de Darren Aronofsky, más aún si tenemos como parámetro una de sus primeras películas, Réquiem por un sueño, lanzado en el año 2000.
Ambas películas tienen temáticas similares: son dramas psicológicos que abordan el sufrimiento en torno a las adicciones y compulsiones provocadas en individuos vulnerables y solos. Esta dimensión está presente en los cuatro personajes más importantes de Réquiem por un sueño, Tyrone, Marion, Harry y su madre, Sara, siendo esta última comparable a la protagonista de La ballena.
Aunque todos son drogadictos, el caso de Sara es quizás el más fácil de establecer paralelismos con la película más reciente de Darren Aronofsky, ya que su adicción también se deriva de una situación vulnerable, al tener que lidiar con la soledad tras la muerte de su padre, esposo y el cambio de hijo, que se va de casa después de graduarse. El sentimiento de soledad, combinado con el consumo excesivo de televisión y el sueño de participar en un programa de auditorio, hacen que Sara recurra a una dieta a base de pastillas para adelgazar y participe del programa luciendo el mismo vestido que la fiesta de graduación de su hijo, que ya no cabe. Pero las anfetaminas de las pastillas le generan alucinaciones y la llevan a ser hospitalizada en estado grave, negándose a comer.
De igual forma, Charlie también se encuentra en una situación de vulnerabilidad, provocada por la soledad, lo que lo lleva a dañar su propia salud. Aunque no se trata precisamente de una adicción, tras la muerte de su pareja, empieza a comer compulsivamente (dos pizzas enteras para cenar o incluso un cajón lleno de dulces y productos industrializados) hasta llegar al punto de la obesidad mórbida. La película narra sus últimos días tras una crisis de salud, cuando es auxiliado por un misionero que se inserta en la dinámica de las relaciones conflictivas de Charlie, que también incluye a una amiga, quien es enfermera y hermana del compañero fallecido, además de su hija y tu ex esposa.
Aunque se trata, para Darren Aronofsky, más de las situaciones psicológicas de los personajes, es posible ver críticas a la sociedad estadounidense en las películas: en Réquiem por un sueño, la influencia negativa del exceso de televisión en las personas de clase media baja con poca educación y los efectos nocivos tanto de las drogas como de las pastillas para adelgazar, y en La ballena, fruto del fundamentalismo religioso y del prejuicio contra la homosexualidad, que lleva al suicidio a la pareja de Charlie. En la última película, también está el tema de la mala salud pública, ya que Charlie prefiere no ser tratado después de su enfermedad para dejarle dinero a Ellie, así como el tema del abandono de los padres, lo que demuestra que Charlie no es solo una víctima y enfatiza este ambiguo carácter humano del personaje.
Su intento de enmendar su relación con Ellie después de que la dejó es la principal relación conflictiva (aunque también las tiene con todos los demás personajes). Charlie intenta, en sus últimos días de vida, reconciliarse con ella, por mucho que ella lo aleje y lo humille constantemente, lo cual él siempre perdona por sentir que realmente está muy cerca de la muerte, tratando de redimirse con Ellie. Sin embargo, esta reconciliación no es fácil y se suma a los conflictos de Charlie con los otros personajes.
Pero al menos esa relación principal recibe un tratamiento optimista al final, cuando Charlie se las arregla, en cierto modo, utilizando un proyecto escolar en el que Ellie interpreta la novela. Moby Dick, para demostrarle que aún era capaz de ser una persona buena y honesta más allá del dolor causado por el abandono de su padre, quien optó por dejarla para vivir con otro hombre, contribuyendo al comportamiento agresivo e incluso antisocial de la joven.
Em La ballenaPor mucho que esta reconciliación final tenga su precio, Darren Aronofsky deja muy claro su optimismo ante el cambio de clima: mientras en los últimos días de Charlie la lluvia caía constantemente fuera del departamento, con su desenlace, el sol aparece por primera vez en la película. . Y esto se opone directamente a Réquiem por un sueño, que también utiliza el simbolismo del tiempo, ya que el comienzo de la película transcurre en verano, con los personajes en situaciones mucho mejores que las del final, en invierno, con la cámara mostrando a cada uno de ellos solos y sufriendo como un resultado de los hechos ocurridos en ese período.
Tanto La ballena quanto Réquiem por un sueño tratan temas como la soledad y el duelo y las adicciones y compulsiones que actúan como vías de escape de la realidad. La diferencia radica en el tono más optimista de la reciente película, cuyo final, a pesar de ser predecible y triste para el resto de personajes involucrados, deja entrever una perspectiva más positiva, al menos en la vida de Ellie, a pesar de los traumas de los últimos días y su relación con tu padre.
*Gustavo Torrecilla es candidato a doctorado en filosofía en la USP.
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