La relativa autonomía de la política

Bill Woodrow, cromo, 1994
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por MATHEUS SILVEIRA DE SOUZA*

La relativa autonomía del Estado en relación con las clases sociales le permite eventualmente favorecer los intereses de las clases dominadas

En el prefacio de Por la crítica de la economía política, Karl Marx utiliza una metáfora para explicar los vínculos entre las relaciones de producción (estructura) y las relaciones jurídicas, políticas e ideológicas (superestructura): “(...) en la producción social de su vida, los hombres entran en ciertas relaciones necesarias, independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una cierta etapa de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se construye una superestructura jurídica y política, y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social”.

La demarcación de una superestructura política y jurídica se refiere al Estado y su función en la reproducción de la sociabilidad capitalista. Aunque Marx no desarrolló una teoría sistemática del Estado en las sociedades capitalistas, en algunos de sus libros, como El 18 Brumario de Luis Bonaparte e Luchas de clases en Francia, hizo importantes consideraciones sobre la lucha política en la formación social francesa de 1848 a 1851.

Este binomio conceptual –base y superestructura– dio lugar a interpretaciones simplistas, como el economicismo, que considera a la superestructura como un mero apéndice-reflejo de la estructura económica, demarcando una relación mecanicista entre ambas, como si no hubiera cabida para determinaciones derivadas de la misma. nivel político e ideológico. Esta concepción economicista fue adoptada por la Segunda Internacional Comunista y provocó reacciones de los teóricos de la época. Aún hoy podemos ver, en algunos círculos llamados progresistas, una concepción del Estado que lo ve como un bloque monolítico sin grietas, que producirá los mismos efectos a pesar de la lucha de clases.

Si bien el Estado ha sido abordado por autores marxistas clásicos, como Engels, Lenin, Gramsci y Poulantzas, no existe consenso en la teoría marxista sobre el concepto de Estado. Nicos Poulantzas, autor griego afincado en Francia, fue uno de los teóricos que realizó una contribución relevante a lo que puede denominarse teoría política marxista. El autor estuvo muy influenciado por Louis Althusser, cuya obra proponía una relectura rigurosa de Marx utilizando ciertos conceptos básicos: (a) corte epistemológico, separando la obra juvenil de Marx de su obra madura; (b) problemática, entendida como un conjunto de preguntas o problemas que guían la investigación de un objeto dado; (c) crítica a la dialéctica hegeliana, diferenciando contradicciones primarias y secundarias, con los términos de determinación y sobredeterminación.

Althusser desarrolló el concepto de un modo de producción extendido, que abarca no solo la estructura económica, sino también las estructuras legales, políticas e ideológicas. Según Althusser, Marx habría desarrollado una teoría regional de la economía en el modo de producción capitalista, pero también sería posible desarrollar una teoría regional de otras estructuras: políticas, legales e ideológicas.

Nicos Poulantzas parte de esta concepción de un modo de producción expandido y desarrolla su “teoría regional de lo político” en la obra Poder político y clases sociales, demarcando el plano jurídico-político y el Estado capitalista como sus objetos de estudio. Si bien existe una relación de determinación recíproca entre el nivel político y el nivel económico, el modo de producción capitalista tiene como determinación última el elemento económico, es decir, un todo complejo con uno dominante. Esto no significa adherirse a un determinismo económico, ya que existen determinaciones provenientes del plano político e ideológico, conocidas como sobredeterminaciones.

El modo de producción capitalista, según Poulantzas, está formado por la combinación específica de instancias relativamente autónomas: instancias económicas, políticas e ideológicas. Si bien tales instancias forman parte de una totalidad articulada en la materialidad social, es posible visualizarlas como un objeto de estudio específico a efectos de un tratamiento teórico más preciso. En el modo de producción capitalista (MPC) existe una separación de las instancias económica y política, como consecuencia, entre otras cuestiones, de la siguiente razón: las razones extraeconómicas quedan excluidas de la organización directa de la producción capitalista.

Esta especificidad del MPC se comprende mejor comparándolo con los modos precapitalistas. En el modo de producción feudal no existía una separación clara entre el poder político y el económico, por lo que se movilizaba el poder coercitivo para la organización de las relaciones de producción. Existía una relación de dependencia directa entre el siervo y el señor feudal, ya que el primero estaba ligado a la propiedad del segundo. En las sociedades capitalistas, la economía no está organizada por el poder coercitivo, sino que opera bajo el dominio de las fuerzas del mercado.

Además, el trabajador no es impulsado a la producción por el uso de la fuerza, sino por razones estrictamente económicas e ideológicas. Si en el feudalismo y la esclavitud los individuos eran impulsados ​​a trabajar por la fuerza física, en el capitalismo lo son por la ideología y, principalmente, por la necesidad material. El poder coercitivo, al no ser movilizado para la organización directa de las relaciones de producción, puede concentrarse en la función general del Estado de mantener la cohesión social, aunque, indirectamente, la coerción sea funcional a la reproducción de las relaciones de producción.

Las afirmaciones anteriores no indican que exista total autonomía entre lo político y lo económico en el MPC, pues las necesidades económicas establecieron condiciones políticas y jurídicas para su funcionamiento, como es el caso del contrato de trabajo y la relación jurídica de propiedad privada. Esta relativa autonomía entre el nivel económico y el nivel político indica la posibilidad de tratarlos como objetos de análisis específicos, ya que lo político no se diluye en la economía. En este punto, se toca la noción de autonomía relativa del Estado, concepto presente en el trabajo Poder político y clases sociales, de Poulantzas.

La autonomía relativa se desarrolla en dos sentidos principales: (a) la autonomía relativa del Estado en relación con las clases sociales, ya que el Estado capitalista no representa inmediatamente a ninguna de las fracciones, aunque es funcional a los intereses que unifican a la burguesía; (b) autonomía relativa de las instancias económicas y políticas en el modo de producción capitalista. Respecto al último punto, se debe considerar que las distintas instancias no sólo tienen una relativa autonomía entre sí, sino que también tienen distintas temporalidades y desarrollos desiguales.

Para ilustrar esta noción, basta pensar que las transformaciones y rupturas a nivel económico no ocurren con la misma velocidad que los cambios a nivel ideológico. En otras palabras, los cambios en la conciencia social y la ideología ocurren más lentamente que las rupturas en el nivel económico. Del mismo modo, un cambio en la base económica de una determinada formación social no significará una transformación inmediata del nivel ideológico de esta formación.

La relativa autonomía del Estado en relación con las clases sociales le permite eventualmente favorecer los intereses de las clases dominadas. Mientras tales intereses no comprometan la reproducción de la sociabilidad capitalista, tales concesiones pueden incluso ir en contra de los intereses de la burguesía, ya que el Estado capitalista no representa directamente los intereses económicos de la burguesía, sino sus intereses políticos. No se debe ignorar que la concesión de ciertos intereses a la clase obrera puede incluso desmovilizarla políticamente. Además, ganancias específicas para la clase trabajadora refuerzan la visión de que el Estado representa el interés general.

Demarcar la autonomía relativa de lo político en relación con lo económico puede ser útil no sólo para un análisis más riguroso desde el punto de vista teórico, sino también para captar las determinaciones recíprocas entre estas dos instancias y delinear estrategias de intervención en la realidad que no Consideramos que la lucha de clases política es un puro reflejo de las relaciones económicas. Si bien la economía y la política se entrelazan en la realidad concreta, comprender la especificidad del Estado en las luchas económicas e ideológicas es fundamental para que la disputa política se dé no sólo en tiempos de turbulencia sino, sobre todo, en tiempos de aparente tranquilidad.

* Matheus Silveira de Souza tiene una maestría en Derecho del Estado de la Universidad de São Paulo (USP).

 

Referencias


ALTHUSSER, Luis. por marx. Campinas: Editora Unicamp, 2015.

MARX, Carlos. prefacio por Para la crítica de la economía política. São Paulo: Abril Cultural, 1978.

POULANTZAS, Nicos. Poder político y clases sociales. Campinas: Editora da Unicamp, 2019.

 

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