por FERNANDO NETTO SAFATLE*
Política del Banco Central está en abierto conflicto con los objetivos por los que Lula fue elegido
Desde que, años atrás, una abrumadora ola neoliberal azotó al mundo, ha habido un canto sistemático en los principales órganos de comunicación del país defendiendo las sacrosantas tesis de Faria Lima. Temas como la autonomía del Banco Central recibieron un tratamiento privilegiado, pero sin los contradictorios convocados a discutir y explicar, solo economistas vinculados a bancos e instituciones financieras.
Siempre fue así. Nadie fue llamado a contraargumentar. Después de todo, era necesario dejar la impresión a la opinión pública de que no había desacuerdos en temas como este, casi había unanimidad. Para ellos no existen diferentes pensamientos económicos sobre diferentes temas. Hay una vista única, como si fuera un camino de un solo sentido. Es decir, tenía que prevalecer la visión del mercado. Y así se ha hecho cuando se trata de temas de interés para el mercado, como la autonomía del Banco Central.
Aprobado en 2019, durante el gobierno de Bolsonaro, en la oscuridad de la noche, sin mucha discusión, lo que implica que había obtenido la aprobación general. A esto contribuyó, por supuesto, la desmovilización de las centrales sindicales y de los movimientos sociales y partidos de oposición. Incluso porque buena parte de la llamada izquierda está fuertemente influida por las tesis neoliberales. Así pasa la manada. Se comieron moscas, cuando despertaron ya era el gobierno de Lula sufriendo todos los constreñimientos y embrujos de los escombros neoliberales dejados por Jair Bolsonaro.
Aun así, todavía no han aprendido la lección. En esta discusión sobre la tasa de interés, 13,25% de la Selic, por increíble que parezca, Roberto Campos Neto marca la pauta. Dice en todas sus cartas que su decisión de mantener las tasas de interés es esencialmente técnica. Quiero decir, no hay debate. ¡Nadie pregunta! Bueno, no es técnico en absoluto, es puramente político. Sería técnico si no tuviera puntos de vista diferentes sobre las causas de la inflación y las alternativas de solución para combatirla. Lo cual obviamente no es el caso.
Casi existe consenso en que la inflación no se debe a la demanda, sino a los costos. Por lo tanto, no corresponde abusar del aumento de las tasas de interés para frenar el consumo con medidas restrictivas del crédito. Son medidas que van contra la corriente y agravan aún más la reanudación del crecimiento. Además de aplanar la demanda de bienes y productos, inhibe las inversiones al elevar los costos financieros.
La política del Banco Central está en abierto conflicto con los objetivos por los cuales Lula fue elegido, a saber, salir de la recesión y generar empleos y renta. Aún así, con altas tasas de interés, también entra en conflicto con la política de austeridad fiscal, tan proclamada por Faria Lima. Cada aumento del 1% en las tasas de interés agrega R$ 38 mil millones a la deuda pública. Es como limpiar hielo. No puede haber esta falta de armonía entre la política fiscal y la política monetaria. Esta autonomía del Banco Central provocó esto, es una contradicción. Es una contradicción antagónica. Este no puede ser comprometido, a riesgo de hundirse y ser permanentemente remolcado por el Banco Central.
Aún con todas las dificultades de esta trampa, es necesario tomar la iniciativa política y movilizar a la población para salir a la calle y no solo cambiar al presidente del Banco Central, sino quitarle su autonomía. Es difícil políticamente, sí, sobre todo con este Congreso. Incluso Artur Lira diciendo que la ruptura de las autonomías no pasará, es importante poner esto en la agenda y llamar a la población a salir a la calle.
Si depende sólo de negociaciones entre bastidores, para cada proyecto que necesita ser aprobado, asigna ministerios y enmiendas, la correlación de fuerzas no cambiará y el gobierno tendrá que ceder cada vez más, como el apetito del Centrão es insaciable. En momentos como este, cuando hay casi unanimidad en torno a la baja de las tasas de interés, es importante movilizar a la población y cambiar la correlación de fuerzas. Para eso, necesita politizar esta discusión y sacarla del círculo de tiza tecnocrático en el que la colocó Roberto Campos Neto.
*Fernando Netto Safatle es economista. Fue Secretario de Planificación de Goiás, en el gobierno de Henrique Santillo (1986-1990). Autor, entre otros libros, de La economía política del etanol (Alameda).
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