por LUIS FELIPE MIGUEL*
No estamos ante un golpe planeado pero no ejecutado, sino ante un golpe fallido.
El 8 de febrero fue histórico. Sólo uno (famoso) se desmayó, pero muchos entraron en pánico: desde generales estrella que creen que están por encima del bien y del mal hasta jóvenes neonazis que pensaron que estaba bien jugar a la conspiración, pero ahora están viendo salir el sol de lleno.
Brasil está trazando una importante línea divisoria, demostrando que su limitada democracia puede manejar muchas cosas, pero después de cierto punto sabe cómo defenderse.
Tres puntos merecen destacarse:
(i) La operación alcanzó a militares de alto rango. Hubo incautaciones y registros en domicilios de generales en activo, como el ex comandante del Ejército y el ex comandante de la Armada, y también de generales en pijama tan importantes como Augusto Heleno y Braga Netto (me imagino la cara de un brucutu viejo como Heleno, cuando vio a la PF tocando a su puerta).
El ministro de Defensa, José Múcio Monteiro, en una rara declaración de contenido republicano, dijo que los militares deben respetar las acciones de la justicia. Es relevante que él, siempre dispuesto a actuar como apoderado de los uniformados en el Ejecutivo, dijera esto. Esto demuestra que la operación estaba bien aceitada en el gobierno.
(ii) Valdemar Costa Neto, presidente del Partido Liberal (PL), también fue blanco de la operación. Se suponía que iba a ser sólo un registro e incautación, pero una feliz coincidencia significó que la policía encontró un arma no registrada en su poder y fue arrestado en el acto.
Valdemar Costa Neto es un miembro veterano de la élite política depredadora y amoral que ha parasitado al país durante décadas. En un mundo ideal, la calidad de nuestra representación aumentaría y serían barridos de los espacios de poder. En un mundo menos ideal, al menos aquellos que aceptaron apoyar a un gobierno fascista deberían ser aislados de cualquier enfoque del mundo político democrático.
No estamos en ninguno de esos mundos; hay muchísimos ex becarios que forman parte del gobierno de Lula para demostrarlo. Lo mínimo que podemos exigir, entonces, es que se castigue a los innumerables oportunistas que aceptaron participar en las maquinaciones de un golpe de Estado, con anulación de elecciones y todo.
Valdemar Costa Neto es un caso obvio, pero también tenemos tantos parlamentarios ilustres de extrema derecha: Carla Zambelli, Carlos Jordy, Bia Kicis, Chris Tonietto, Mário Frias, Nikolas Ferreira, la lista es larga. Su participación en la agitación antidemocrática es evidente y está documentada. ¿Deberían mantener sus mandatos? ¿Debería el PL seguir existiendo como partido?
En las páginas de estas personas, los comentarios de los seguidores son significativos. "Eso es lo que sucede cuando juegas en las cuatro líneas". "No pudimos actuar en el momento adecuado". En resumen: el PL es una incubadora de estafadores.
¿Y qué hacer con el general Hamilton Mourão, que el jueves subió a la tribuna del Senado para pedir un golpe militar en represalia contra el Tribunal Supremo?
La jugada de Hamilton Mourão es obvia. Lanza una amenaza para intentar frenar la acción de la justicia. Pero lo que está en juego es precisamente reducir la eficacia de esta carta: reducir el peso de la amenaza de una intervención militar sobre la democracia brasileña.
(iii) Lo que ya se ha filtrado de los documentos en posesión de la autoridad muestra que todas las justificaciones de Jair Bolsonaro se han derrumbado. Ya no puede decir que no participó en la preparación del golpe.
Supongo que su línea de defensa será recordar que el golpe no ocurrió. Al fin y al cabo (algunos de sus defensores lo vienen diciendo desde principios del año pasado), planear un crimen no es un delito.
Resulta que no estamos ante un golpe planeado pero no ejecutado, sino ante un golpe fallido.
Y, además, un Presidente de la República, que juró respetar la Constitución, no puede planear un golpe de Estado. No es un ciudadano común y corriente. Esta alternativa debe ser vetada, incluso en las especulaciones más fantasiosas, por quienes ejercen el poder.
Los elementos para la detención de Jair Bolsonaro y sus cómplices están reunidos. Si el curso de los acontecimientos sigue siendo lógico, es cuestión de tiempo.
*Luis Felipe Miguel Es profesor del Instituto de Ciencias Políticas de la UnB. Autor, entre otros libros, de Democracia en la periferia capitalista: impases en Brasil. (Auténtico) [https://amzn.to/45NRwS2]
Publicado originalmente en las redes sociales del autor.
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