por Milton Pinheiro*
¿Por qué el PCB fue el principal objetivo de la dictadura? La historia borrada de la resistencia democrática y la lucha por la justicia 50 años después
La historia del golpe militar-burgués[i] de 1964 se prueba ampliamente, entre otros, por tres objetivos básicos: atacar los intereses de la clase obrera, destruir la creciente organización popular y destruir al principal operador político.[ii] de los comunistas brasileños, el PCB, que era la fuerza hegemónica de la izquierda en ese período histórico.
Aunque las marchas y contramarchas que constituyeron los marcos del escenario ampliado del golpe revelaron un conjunto importante de problemas en el análisis de la realidad concreta por parte de los comunistas brasileños, la reacción inicial del partido se organizó para operar con la perspectiva de aglutinar fuerzas democráticas y nacionales que, en principio, estarían insatisfechas con la ruptura de la legalidad de la democracia formal y del orden institucional vigente.
Los comunistas incluso delinearon un movimiento interno para construir una reacción armada al golpe, sin embargo esta tímida iniciativa chocó con la incapacidad de prever el escenario golpista y con la caída de sectores de las Fuerzas Armadas donde esa posibilidad de reacción sería razonable, como los puestos bajo la dirección de los comandantes Teixeira y Aragão.
Una vez terminada toda posibilidad de esta reacción armada, y aun con un período en que la dirección se hundió en la clandestinidad, el retorno al contraataque organizado por el Comité Central del PCB se centró en gran medida en la articulación política de un Frente Democrático y Nacional que aglutinara a un grupo significativo de sectores de la burguesía legalista, militares de alto rango que estuvieran en contra de la ruptura de la estructura de la jerarquía militar, fuerzas proletarias y populares, campesinos, parlamentarios opuestos al golpe, militares de bajo rango sublevados en las recientes revueltas y la fuerte juventud estudiantil.
El marco de este Frente político de contención del golpe fue paulatinamente vaciándose ante la creciente acción coercitiva de los golpistas instalados en el poder. Detenciones, violencia política, asesinatos al inicio mismo del golpe armado, destituciones y actos discrecionales formaron el marco que fortaleció a los golpistas, además, por supuesto, de las expresiones de apoyo en la sociedad, la prensa y figuras destacadas de la política.
La táctica del PCB se estaba alejando de la estrategia y el debate dentro del partido buscaba centrarse en las causas del golpe. Este guión político se puso muy candente debido a la convocatoria del VI Congreso del partido. La ruptura orgánica era inevitable y el partido se dividió en varios grupos que abandonaron el PCB para construir organizaciones que se involucraran en la confrontación armada contra la dictadura instaurada en el país. Es importante señalar que en el debate interno, entre quienes permanecieron en el PCB, se analizó la posibilidad de un enfrentamiento armado con el régimen militar, pero esta postura no se concretó.
El PCB buscó operar su táctica política en la dirección de la construcción del Frente Democrático, a pesar de los espacios cerrados, detenciones y asesinatos de militantes ocurridos en abril de 1964 (Ivan Rocha Aguiar y Antogildo Pascoal Viana), el elemento central de la organización de la política de los comunistas brasileños fue la resistencia democrática. Esta clave de acción comenzó a generar avances políticos a principios de la década de 1970, cuando la lucha armada desarrollada por las organizaciones guerrilleras urbanas y algunas organizaciones guerrilleras rurales fueron derrotadas paulatinamente.
A partir de las elecciones de 1972 y 1974, cuando la oposición en estas últimas obtuvo una gran victoria, las fuerzas del aparato policial-militar de la dictadura pasaron a moverse con el PCB como enemigo número 1 (el coronel Paulo Manhães) como eje central. Con el objetivo de destruir el PCB, se organizó en 1973 la “Operación Radar”, que funcionó hasta 1976 y tuvo diferentes nombres en otros estados de la federación, como “Barriga Verde” en Santa Catarina y “Cajueiro” en Sergipe.
La política de asedio y aniquilamiento llevada a cabo por los cuerpos de represión policial-militar que actuaron letalmente a través de los agentes que integraron los “Sótanos” de la dictadura, ordenada por el aparato político-militar del régimen, con plena autorización inicialmente del general Médici y después, de forma aún más brutal, con la anuencia y consentimiento del general Ernesto Geisel, jugó un papel demostrablemente genocida en la eliminación de los cuadros de referencia del PCB, principalmente en 1975.
La lógica de asedio y aniquilamiento contra el PCB tuvo su momento más violento durante el año 1975. Hubo cientos de detenciones, cientos de juicios, muchos comunistas huyeron al exilio como forma de proteger sus vidas. Sin embargo, el terror del estado policial atacó cobarde y asesinamente a 12 miembros del partido. Militantes heroicos de las más diversas luchas del pueblo brasileño.
En el punto álgido de este terror, la “Operación Radar”, en 1975, es decir, hace 50 años, mató a seis miembros del Comité Central del partido, a otros militantes de importancia seminal para la acción del PCB y al responsable del trabajo con la juventud. Este fue el contraataque de la dictadura ante la victoria política del partido en las elecciones de 1974, cuando el PCB eligió 22 diputados federales y decenas de diputados estatales y la oposición tuvo una victoria que podía ser decisiva para cambiar el marco institucional. En este escenario político, el gobierno de la dictadura amenazó con suspender las elecciones municipales de 1976, pero las repercusiones políticas y sociales impidieron este golpe.
En la lógica del asedio y aniquilamiento contra el PCB, que marcó el trágico año de 1975, fueron asesinados el 15 de enero el camionero Elson Costa y el administrador público Hiran de Lima Pereira, ambos miembros del Comité Central. El 4 de febrero fue asesinado el abogado y periodista Jayme Miranda, destacado miembro del CC del partido. En abril (?) fue detenido y asesinado el dirigente campesino Néstor Vera, también miembro del Comité Central. El 25 de mayo fue detenido y asesinado el obrero de la construcción y dirigente Itair José Veloso, miembro del Comité Central.
El 7 de agosto fue asesinado el activista y trabajador gráfico Alberto Aleixo. El 8 de agosto, el activista y teniente del PM/SP, José Ferreira de Almeida, fue asesinado bajo severas torturas. También en agosto, el día 18, fue asesinado bajo tortura el activista y coronel del PM/SP, Maximino de Andrade Netto. El 17 de septiembre fue asesinado el activista y empresario Pedro Jerônimo de Souza. La matanza continuó en septiembre, cuando el día 29 fue asesinado el líder estudiantil José Montenegro de Lima. El 8 de octubre fue asesinado el periodista y abogado Orlando Bonfim Júnior, ex concejal de Belo Horizonte y miembro del Comité Central. Cerrando la masacre de 1975, el 25 de octubre fue asesinado el activista y periodista Vladimir Herzog.
El Partido Comunista Brasileño (PCB) tuvo 43 miembros asesinados entre el 1 de abril de 1964 y el 24 de septiembre de 1979. Sólo en 1975, 12 dirigentes y activistas fueron asesinados. El PCB sufrió decenas de procesos judiciales y miles de militantes fueron procesados, detenidos, torturados, exiliados y asesinados. Aún utilizando la táctica política de lucha a través de la resistencia democrática, el trabajo de masas y la articulación de fuerzas democráticas y nacionales para derrotar a la dictadura, el partido fue considerado el enemigo número 1 del estado policial y terrorista que se instauró en 1964 y se mantuvo hasta 1985.
En este 50 aniversario, cuando en 1975 la dictadura realizó una cobarde acción de asedio y aniquilamiento contra el PCB, es necesario que la recientemente recreada Comisión de Amnistía instituya un proceso de memoria, justicia y reparación para el PCB. La estructura histórica del partido, además del martirio de sus militantes y dirigentes, sufrió un ataque implacable que puso en riesgo su existencia y lo que el partido representa como patrimonio histórico, político y cultural en la vida social y en la historia política brasileña.
La táctica política del PCB contribuyó significativamente a derrotar la arbitrariedad y poner fin al régimen burgués-militar en 1985. A partir de ese año, el partido volvió a la legalidad jurídica y política, incluso con los tradicionales impedimentos que la lógica de la política burguesa opera contra los comunistas en la larga historia de Brasil, después de todo, fueron 103 años de la más odiosa persecución.
Esta acción por la memoria, la justicia y la reparación debe ser llevada a los órganos competentes del gobierno federal con urgencia, después de todo, la memoria y la historia brasileña necesitan ser preservadas y el PCB necesita tener justicia y reparación.
*Milton Pinheiro Es profesor de historia política en la Universidad Estadual de Bahía (UNEB) y miembro del PCB..
Notas
[i] El golpe de Estado de 1964 se caracterizó por la acción coordinada de diversas fracciones de la burguesía interna, organizadas por sus representaciones en entidades como la FIESP y entidades similares, con la participación activa de entidades representativas de los terratenientes. Esta clase social (burguesía) tenía el control de los bloques parlamentarios para tener representación en el parlamento y en los partidos de orden en función del perfil de las diferentes fracciones burguesas. Estas fuerzas del orden consolidaron en el período pre-1964 una importante acción político-ideológica que fue desarrollada por aparatos ideológicos, como el IPES, el IBAD, el ESG, segmentos reaccionarios de la Iglesia Católica y los medios de comunicación corporativos, en línea con la cúpula militar en la logística de la intervención. El pacto burgués, con el pleno apoyo del imperialismo estadounidense, fue operado y dirigido por los militares como una burocracia estatal, actuando por encima de las clases como una institución de manera bonapartista para preservar los intereses burgueses. Estos soldados se guiaban por la ideología de la seguridad nacional, cuyo foco central era el exterminio del enemigo interno y la subordinación al imperialismo. Esta burocracia estatal (militar), interviniendo de manera bonapartista como institución, se autonomizó políticamente durante el proceso golpista para comandar y gestionar (desde un perfil tecnocrático) el Estado capitalista en sus distintos gobiernos de 1964 a 1985, construyendo, a partir de entonces, una fuerte intervención en la dinámica social para controlar y fiscalizar las relaciones sociales y políticas. Por lo tanto, este proceso político de ruptura institucional y los gobiernos excepcionales que duraron 21 años se configuraron como un golpe de Estado y una dictadura burguesa-militar (PINHEIRO, 2024).
[ii] Categoría explicativa que he utilizado en mis investigaciones, desde 2009, para comprender y cualificar al sujeto colectivo revolucionario, dotado de un proyecto universal, que actúa a partir de la representación política de la clase trabajadora para operar, como agente estratégico, el proceso revolucionario de conquista del poder.
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