por RAFAEL DE ALMEIDA PADIAL*
El análisis de Marx del concepto de Bonapartismo, como respuesta burguesa a la revolución permanente, y su posición sui generis Ante un fenómeno tan autoritario
Introducción
Para discutir el problema de la estrategia de conquista del poder político por la clase obrera, la evaluación de Marx de la Revolución de 1848 es de gran importancia. Tuvo un gran impacto en el revolucionario, que sacó conclusiones de ello para el resto de su vida. El Marx de 1852 –cuando, desde nuestro punto de vista, el autor hizo el balance de esta revolución– es muy diferente del de 1847. Sin embargo, a menudo se confunde al joven con el viejo, con lo que se borran lecciones históricas fundamentales.
Este texto se divide en tres partes. En el primero, analizaremos cómo Marx trazó inicialmente una estrategia democrático-revolucionaria para la intervención en la revolución de 1848. Sin embargo, en pleno proceso revolucionario, el alemán se dio cuenta de que dicha estrategia tenía limitaciones históricas. En la segunda parte, analizaremos el desarrollo del concepto de revolución permanente en la obra de Marx, a raíz de su reflexión sobre los límites de la revolución de 1848. En la tercera parte, examinaremos su análisis del concepto de revolución permanente. Bonapartismo, como respuesta burguesa a la revolución permanente, y su posición sui generis Ante un fenómeno tan autoritario.
La estrategia democrático-revolucionaria
En el período inmediatamente anterior a la revolución de 1848 –que comenzó en Francia y pronto se extendió a varios países de Europa y del mundo– Karl Marx ya había adoptado posiciones comunistas.[i] Sin embargo, así como el comunismo moderno era un fenómeno históricamente nuevo, también se estaba desarrollando la estrategia comunista para una situación revolucionaria.
En su obra sobre la revolución alemana de 1848, Marx esbozó inicialmente una estrategia democrático-revolucionaria, que concebía que era necesario establecer primero el orden burgués (contra las fuerzas del Antiguo Régimen), y sólo entonces iniciar una lucha comunista para derrocar ese mismo orden.[ii]
Aunque brevemente, esto está contenido en el capítulo final de Manifiesto del Partido Comunista (escrito a finales de 1847 y principios de 1848), cuando afirma lo siguiente: “En Alemania, el Partido Comunista, tan pronto como la burguesía entra en escena de manera revolucionaria, lucha junto con ella contra la monarquía absoluta, la propiedad terrateniente feudal y la pequeña burguesía. Pero no deja de formar en los obreros, ni por un momento, la conciencia más clara posible de la oposición hostil entre la burguesía y el proletariado, de modo que los obreros alemanes puedan convertir inmediatamente las condiciones sociales y políticas que la burguesía debe crear necesariamente con su dominación, en otras tantas armas contra la burguesía, de modo que después del derrocamiento [Después de la tormenta] de las clases reaccionarias en Alemania, comiencen inmediatamente la lucha contra la propia burguesía”.[iii]
Como puedes ver, el Cartel expresa una posición que hoy se llamaría “etapa-escenaria”: sería necesario, primero, realizar una etapa burguesa, y luego una etapa comunista. Posiblemente, Marx, en este sentido, emuló conceptos derivados de la gran revolución de su tiempo, la Revolución Francesa de 1789, que tras establecer el dominio de la burguesía creó las bases para el desarrollo –por primera vez en la historia– de las ideas comunistas modernas.[iv]
No está claro, en el Cartel, cómo el proletariado se apropiaría del poder político en una revolución comunista. El texto contiene la conocida frase, a menudo debatida: “Ya hemos visto más arriba que el primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a la clase dominante, la lucha por la democracia [El surgimiento de la democracia] ”.[V]
¿Cómo se vería esta “elevación”? ¿Sería apropiado tomar el Estado existente y utilizarlo a favor de la clase trabajadora? Si es así, ¿cómo y con qué medidas? ¿Sería apropiado emular la estrategia llevada a cabo por la burguesía en la Revolución Francesa, en la que –tras el levantamiento popular– se conquistó el poder legislativo y éste fue utilizado como palanca para conquistar el poder ejecutivo?
Que se trataba de tomar el poder del Estado entonces existente se desprende de las famosas diez reivindicaciones transicionales presentadas al final del capítulo 2 de Cartel:Expropiación de la propiedad de la tierra y utilización de la renta de la tierra para gastos del Estado; Impuesto fuertemente progresivo; Abolición del derecho de herencia; Confiscación de los bienes de todos los emigrados y rebeldes; Centralización del crédito en manos del Estado a través de un banco nacional con capital estatal y monopolio exclusivo; Centralización del transporte en manos del Estado; Ampliación de las fábricas nacionales, de los instrumentos de producción, del cultivo y mejoramiento de las tierras según un plan colectivo; Trabajo obligatorio para todos, con creación de ejércitos industriales, especialmente para la agricultura; Combinación de la actividad agrícola e industrial, tendente a la eliminación progresiva de la distinción entre ciudad y campo; Educación pública gratuita para todos los niños. Abolición del trabajo infantil en las fábricas en su forma actual. Integración de la educación con la producción material, entre otras medidas.[VI]
De hecho, Marx y Engels siguieron la experiencia de la Revolución Francesa, como argumentó David Riazanov: “La táctica mantenida en la Cartel se basó en el estudio de los acontecimientos de la Gran Revolución Francesa, en la idea de que la conquista del poder político por el proletariado seguiría formas análogas a las de la Convención [el terror jacobino]”.[Vii]
Posiblemente, la estrategia mal determinada de la Cartel – sobre el carácter de la revolución, las medidas transitorias que debían implementarse y los medios para llevar a cabo la toma del poder – no surgieron de los errores políticos de los autores, sino de la inmadurez de la lucha de la clase obrera contra el orden capitalista. Durante la revolución de 1848, particularmente en la Confederación Alemana, esa “indeterminación estratégica” resultó ser una trampa; resultó en la sumisión de los trabajadores a los intereses privados (no progresistas) de la burguesía.
La estrategia democrático-revolucionaria en la primera fase de la revolución
El estallido de la Revolución Francesa en febrero de 1848 encontró a Karl Marx en Bruselas, Bélgica.[Viii] Por razones políticas, el revolucionario fue expulsado precisamente a Francia (donde pretendía ir para participar en la revolución). En París se enteró del comienzo de la Revolución de Marzo en la Confederación Alemana. La revolución, que comenzó en Viena, se extendió rápidamente por todo el territorio alemán; En ciertos reinados derrocó a monarcas y, en otros, creó formas semiparlamentarias.[Ex].
Todavía en Francia, con poderes de dirección en la Liga Comunista (integrada principalmente por alemanes), Marx reconstruyó la dirección de esta organización y escribió, con sus compañeros, un panfleto que contenía diecisiete reivindicaciones para ser difundidas en la Confederación Alemana (muy similares a las diez reivindicaciones del final del capítulo II de la manifiesto Comunista)[X]. Se trata del panfleto denominado “Demandas del Partido Comunista en Alemania”, de marzo de 1848.
A pesar de la similitud con las afirmaciones de la CartelEste folleto contenía puntos que aclaraban el carácter democrático-burgués de las acciones inmediatas de los comunistas en la revolución. Destaquemos, por ejemplo, la décima afirmación: “10. Todos los bancos privados deben ser reemplazados por un banco estatal [Banco estatal], cuya moneda es de curso legal. Esta medida permite regular el crédito en beneficio de todo el pueblo [gente afortunada] y de esta manera socava el dominio de los hombres del dinero. Al sustituir gradualmente el oro y la plata por el papel moneda, se reducirá el precio del instrumento indispensable del comercio burgués, el medio general de cambio, y el oro y la plata podrán funcionar en el comercio exterior. En última instancia, esta medida es necesaria para vincular [hasta el punto del fracaso] los intereses de la burguesía conservadora [burgués conservador] a la revolución.”[Xi]
A continuación comentaremos la autocrítica de Marx y Engels en relación a este punto programático. Por ahora sólo vale la pena señalar que Friedrich Engels, cuando escribió el breve texto llamado “Contribución a la Liga de los Comunistas”, adjuntó el folleto de las diecisiete reivindicaciones como documento histórico, pero suprimió el punto 10 y todo el largo comentario citado anteriormente…
Como se ve en esta décima exigencia, Marx y sus compañeros querían literalmente vincular los intereses de la “burguesía conservadora” a la revolución alemana. Fue precisamente la burguesía industrial alemana la que posiblemente tendría interés en derrocar revolucionariamente a los “hombres del dinero” [obrero].
El proyecto democrático-revolucionario de Nueva Gaceta Renana
Poco después de llegar a Renania, Karl Marx consideró que las actividades clandestinas de la Liga Comunista eran limitadas; que era necesario encontrar formas más influyentes de actuar sobre el movimiento revolucionario en su conjunto. Por ello, suspendió las actividades clandestinas de la Liga (contra los deseos de dirigentes como J. Moll y K. Schapper); ayudó a fundar la Asociación Democrática de la ciudad de Colonia (una organización amplia, no exactamente proletaria)[Xii]; y, sobre todo, fundó el diario Nueva Gaceta del Rin. Su estrategia consistió en unirse al “partido democrático” para criticarlo desde dentro, buscando llevarlo a la izquierda, a la radicalización.[Xiii]
A Nueva Gaceta Renana Inicialmente siguió la línea general del mencionado décimo punto del folleto “Demandas…”. Como si reviviera su actuación al frente del viejo Gaceta del Rin (en los años 1842/43), Marx buscó crear una alianza entre la población proletaria urbana y un posible sector radical, supuestamente revolucionario o progresista, de la burguesía alemana. El propio subtítulo del nuevo periódico, en el encabezado, dejaba claras sus intenciones: “Órgano de la Democracia” [Órgano de la democracia][Xiv]. Según Engels, el programa de Nueva Gaceta Renana Era: “Una república alemana democrática, unida e indivisible y la guerra contra Rusia, incluida la restauración del Reino de Polonia”.[Xv]
La alianza entre el proletariado y un sector de la burguesía quizá no le pareciera imposible a Marx, después de todo, en el mismo nuevo ministerio prusiano, formado a raíz de la Revolución de Marzo, figuraban viejos conocidos suyos, como el ministro presidente GL Camphausen, figura principal del gobierno, y el ministro de Finanzas, D. Hansemann. Ambos eran accionistas de la primera Gaceta del Rin (1842/43) y aprobó la dirección de Marx al respecto.. Entonces, si la cabeza del nuevo gobierno del reino principal de la confederación estaba formada por hombres con los que Marx podía dialogar, ¿por qué no intentar radicalizarlos políticamente?
El carácter democrático-burgués inicial de Nueva Gaceta Renana salió a la luz antes de su publicación, en la “declaración de intenciones”. En una carta pública al periódico italiano el amanecer, publicado a finales de mayo de 1848, Marx, en nombre de la Nueva Gaceta Renana, escribió lo siguiente: “Extendemos nuestra mano al pueblo italiano de manera fraternal y queremos mostrarle que la nación alemana [La nación alemana] repudia en todos los sentidos la política de opresión que se lleva a cabo en su país por los mismos que siempre han perseguido la libertad en el nuestro. Haremos todo lo posible para promover la unidad y el buen entendimiento entre las dos grandes y libres naciones.La nación más grande y más amigable], a quienes un vergonzoso sistema de gobierno hasta ahora ha hecho creer que son enemigos. […]”.[Xvi]
Destacamos la presencia de la idea del Estado-nación como amalgama de un “pueblo”. No hace grandes distinciones entre las clases dentro de la nación; Es característico del pensamiento burgués y es coherente, hasta cierto punto, con la estrategia democrático-revolucionaria inicialmente esbozada por Marx para Alemania. El “enemigo” que lucha contra la “libertad” tanto en Alemania como en Italia son las monarquías prusiana y austriaca (y no las clases dominantes, incluida la burguesía, de estos países).
Contradicciones en la estrategia democrático-revolucionaria
A los pocos meses de iniciado el proceso revolucionario, Marx –como era de esperar– comenzó a criticar públicamente a la burguesía del “partido democrático” del que él mismo había militado. Este “partido” fue criticado por ser demasiado vacilante y centrista, por no llevar adelante la revolución, por no consolidar realmente sus victorias, es decir, por abrir siempre una brecha para que el enemigo feudal-monárquico prusiano se reorganizara y recuperara frentes de batalla.
Esto es lo que sostiene el autor en el segundo número de Nueva Gaceta Renana, en el artículo “El Partido Demócrata” (2/6/1848): “Pedimos al Partido Demócrata que tenga conocimiento de su posición. Esta exigencia surge de las experiencias de los últimos [dos] meses. El Partido Demócrata se entregó demasiado al delirio de su primera victoria. Embriagado de alegría por poder finalmente proclamar su principio en voz alta y abierta, imaginó que sólo necesitaba declararlo para asegurar inmediatamente su implementación. Después de la primera victoria y las concesiones directamente vinculadas a ella, no pasó más allá de esta proclamación. Pero mientras él era generoso con sus ideas y abrazaba como hermano a todos aquellos que no se atrevían a desafiarlo inmediatamente, los otros, que abandonaron o cedieron el poder, actuaron”.[Xvii]
En el mismo texto, Marx critica a aquellos capaces de “conquistar una posición intermedia entre el partido democrático y los absolutistas, avanzando por un lado y retrocediendo por el otro; aquellos que son al mismo tiempo progresistas –contra el absolutismo– y reaccionarios –contra la democracia”.[Xviii]
Como se ve, Marx no consideraba que tales sujetos estuvieran alejados del polo de la clase obrera, sino del polo del partido democrático; No los consideré centristas porque fueran contra los deseos de la clase obrera, sino por su posición contraria a la “democracia”. Este término todavía funciona como un paraguas que protege los intereses de clase.
El sector conciliador criticó que exista “una burguesía moderada y prudente”, presente tanto en la Asamblea Nacional alemana como en el ministerio dirigido por el ministro presidente Camphausen. Este sector burgués, decía también Marx, engañó al “partido del pueblo” [Volkspartei]; Con su centrismo, capituló ante una “poderosa reacción, que llegó al poder incluso antes de que él hubiera realizado una acción revolucionaria”. Estos capituladores eran, según Marx, los “amigos hipócritas”, que decían estar de acuerdo con el “principio democrático”, pero dudaban de las posibilidades de su realización por el “pueblo”. “Esas personas son peligrosas”, afirmó.[Xix]. A la indeterminación del objetivo político –la “democracia”– se añadió la indeterminación del agente político: el “pueblo”.
La paradoja de la estrategia democrática: dictadura y terrorismo
Unos días después, Marx registró un punto de inflexión en su estrategia democrático-revolucionaria. Exasperado por las oscilaciones de los demócratas burgueses, el autor argumentó que debían actuar “dictatorialmente” si querían asegurar el poder y evitar la reacción monárquico-feudal. En un artículo del 7 de junio de 1848, tal comprensión –la defensa de una “dictadura”– apareció por primera vez en su obra.
Allí exigió que la Asamblea Nacional alemana actuara con energía, sin esperar nada del ministerio de Camphausen: “La situación entonces en Alemania le dio [a la Asamblea Nacional] la oportunidad de superar su lamentable situación material. Todo lo que tenía que hacer era oponerse dictatorialmente [indicaciones dictatoriales] a las incursiones reaccionarias del gobierno anticuado en todas partes, porque de esta manera ganaría tal poder en la opinión popular que, contra él, todas las bayonetas y fusiles se harían añicos”.[Xx]
Sin embargo, en lugar de eso, la Asamblea Nacional “aburrió al pueblo alemán” con enseñe del parlamentarismo y de las frases altisonantes (lo que en 1852 Marx llamó “cretinismo parlamentario”). Esto daría más espacio para la reacción, argumentó.
Sin embargo, la “dictadura” proclamada aún no estaba asociada con el dominio de clase del proletariado. Marx nunca utilizó la expresión “dictadura del proletariado” en Nueva Gaceta Renana. De llevarse a cabo, se trataría de una dictadura de la Asamblea Nacional entonces constituida, de carácter clasista heterogéneo (“popular”), contra los restos monárquicos (particularmente en Prusia, el reinado de Federico Guillermo IV se mantuvo en pie y pretendió adaptarse a las demandas populares).
Es interesante que allí, al argumentar la necesidad de una dictadura, Marx presentó por primera vez la defensa de la estrategia del doble poder. La “dictadura” deseada sería la del poder Legislativo (de la Asamblea Nacional) contra lo que quedaba del Poder Ejecutivo monárquico-feudal (la Corona de Federico Guillermo IV). La estrategia de Marx emuló así –como ya hemos argumentado– lo que ocurrió en los momentos más radicales de la Revolución Francesa, particularmente bajo la Convención Nacional, cuando una dictadura del poder legislativo barrió al Antiguo Régimen.
Esto es lo que dice el autor sobre la necesidad de una dictadura y la existencia de poderes paralelos: “Cualquier situación provisional después de una revolución requiere una dictadura, y de hecho una dictadura enérgica [decreto energético]. […] Así, mientras el señor Camphausen dormía el sueño constitucional, el partido derrotado fortalecía sus posiciones en la burocracia y en el ejército, e incluso se arriesgaba a una lucha abierta aquí y allá. La Asamblea […] se puso del lado de la Corona, en pie de igualdad. Dos poderes iguales [Dos grandes éxitos] ¡en un gobierno provisional!”.[xxi]
Los dos poderes eran la monarquía de Federico Guillermo IV y la Asamblea Nacional; El ministerio de Camphausen, a su vez, fue un elemento intermedio o unificador (“dos poderes iguales en un solo gobierno provisional”). La función del ministerio era reconciliar los dos poderes, evitando el estallido de una guerra civil. Marx, por el contrario, esperaba el fin de la conciliación insostenible; Quería que la dualidad de poderes se desarrollara y avanzara hacia la destrucción definitiva del poder monárquico-feudal por el de la Asamblea Nacional.
Como él argumentó: “La Corona y la Asamblea están cara a cara. La 'conciliación' tuvo como resultado [también] separación, conflicto. Quizás sean las armas las que decidan. ¡Quien tenga más coraje y consecuencia ganará!”[xxii]
Dos meses después, Marx parecía aún más exasperado. Como si la palabra “dictadura” no fuera suficiente, se volvió más incisiva. Analizando la derrota de la revolución en Viena y viendo un futuro nublado en Alemania, escribió que “el canibalismo de la contrarrevolución misma convencerá al pueblo de que sólo hay una manera de simplificar y concentrar los dolores de muerte de la vieja sociedad y los sangrientos dolores de parto de la nueva, sólo un medio: el terrorismo revolucionario [En el medio – el terrorismo revolucionario] ”.[xxiii]
En mayo de 1849, el Nueva Gaceta Renana Fue suprimido. Su último número, famoso por sus fuentes en tinta roja, incluía una amenaza de Marx: “Cuando nos llegue el turno, ¡no disfrazaremos el terrorismo!”.
¿Qué tan diferente es este Karl Marx del de manifiesto Comunista! En lugar de la abstracta “lucha por la democracia”, tenemos la necesidad de realizar “terrorismo”, a través de una “dictadura enérgica” del poder Legislativo (que representa a la mayoría del “pueblo”), librando una guerra civil contra el poder Ejecutivo. Ahora aparece en escena un Marx “jacobinista”.[xxiv] Sin embargo, esto está aún lejos de la conclusión de las enseñanzas del autor, en lo que respecta a la estrategia revolucionaria, a partir de la revolución de 1848.
*Rafael de Almeida Padial Tiene un doctorado en filosofía por la Unicamp. Autor de Sobre el paso de Marx al comunismo (Alameda). Elhttps://amzn.to/3PDCzMe]
Versión ampliada del capítulo del libro en ANTUNES, J.; MELO, R. y PRADO, C., Bonapartismo, historia y revolución. Uberlandia: Navegando, 2022.
Referencias
ENGELS, F., “Marx y la nueva Rheinische Zeitung', 1848-1849”. En MEW, vol. 21. Berlín: Dietz, 1962;
Documentos y materiales de la Federación de Comunistas, Berlín: Dietz, 1983;
MARX, K., “Informe del director del diario L'Alba". En MEW, vol. 5, Berlín: Dietz Verlag, 1959;
______. "El Partido Demócrata”, 02/06/1848. En MEW, vol. 5, Berlín: Dietz Verlag, 1959;
______. "La crisis y la contrarrevolución". En MEW, vol. 5, Berlín: Dietz Verlag, 1959;
______. "Programa del Partido Radical Democrático y de los Links en Frankfurt".En MEW, vol. 5, Berlín: Dietz Verlag, 1959;
______. "La polémica revolución en Viena".En MEW, vol. 5, Berlín: Dietz Verlag, 1959;
MARX, K., y ENGELS, F., Manifiesto del Partido Comunista. En MEW, volumen 4, Berlín: Dietz Verlag, 1977;
MARX, K., ENGELS, F. y otros. "Protección de los partidos comunistas en Alemania". En MEW, vol. 5, Berlín: Dietz Verlag, 1959;
MCLELLAN, D., Karl Marx, Su vida y su pensamiento. Londres: Macmillan, 1973
MEHRING, F., Karl Marx, la historia de su vida, Nueva York: Sundermann, 2013;
RIAZANOV, D.I., Manifiesto del Partido Comunista – Notas de DI Riazanov, Ciudad de México: Ediciones Cultura Popular, 1978.
Notas
[i] Sobre esto, véase nuestro libro, Sobre el paso de Marx al comunismo, op. cit.
[ii] Lo que allí llamamos “estrategia democrático-revolucionaria” podría también llamarse “estrategia democrático-popular” o, incluso (según textos de la época), estrategia “democrático-radical”.
[iii] Cf. MARX, K., y ENGELS, F., Manifiesto del Partido Comunista [Manifiesto del Partido Comunista], en MEW (Obras Marx-Engels), tomo 4, Berlín: Dietz Verlag, 1977, pág. 493. Cursiva nuestra.
[iv] Aun así, el autor argumentó que la revolución burguesa alemana ocurriría con especificidades, ya que el proletariado alemán estaba más desarrollado que los proletariados inglés y francés en sus revoluciones burguesas. Así, la revolución burguesa en Alemania, incluso en cierta etapa, sería sólo un “preludio inmediato” de la revolución comunista. Véase el mismo extracto de Cartel.
[V] Ibidem, P. 481.
[VI] Ibid, páginas. 481-82. Marx y Engels sostienen, en el prefacio de la edición alemana de 1872, que “no se debe dar ninguna importancia a estas reivindicaciones” porque las revoluciones de 1848 y 1871 las negaron históricamente. Demostrar esto es parte de la tarea de este artículo.
[Vii] RIAZANOV, D.I., Manifiesto del Partido Comunista – Notas de DI Riazanov, Ciudad de México: Ediciones Cultura Popular, 1978, p. 151.
[Viii] Para una contextualización general de la situación de 1848 y del papel de Marx en ella, véase la biografía del centenario de MEHRING, F., Karl Marx, la historia de su vida, São Paulo: Sundermann, 2013 (capítulo “Revolución y contrarrevolución”). Sin embargo, esta biografía tiene debilidades y debe usarse con moderación. Por ejemplo, oculta deliberadamente la figura de Andreas Gottschalk, que será analizada más adelante.
[Ex] Aunque en este texto a veces utilizamos el término “Alemania”, conviene recordar que en aquella época la identidad nacional que hoy encierra ese nombre no existía realmente. El término correcto es referirse a la Confederación Germánica, una unidad de 39 reinos, ducados, principados y ciudades libres, establecida después del Congreso de Viena (1815), comandada por los reinos de Austria y Prusia. La confederación se disolvió en 1866, durante la guerra austro-prusiana.
[X] Sobre el nombramiento de Marx como jefe de la Liga Comunista en ese momento, véase “Revelación del Comité Central de la Liga Comunista en Bruselas después de su traslado a París”, in Documentos y materiales de la Federación de Comunistas, Berlín: Dietz, 1983, pp. 713–14.
[Xi] MARX, K., ENGELS, F. y otros. “Demandas del Partido Comunista en Alemania”], En MEW, vol. 5, Berlín: Dietz Verlag, 1959, pág. 4. El folleto, escrito por Marx, está firmado por él, K. Schapper, H. Bauer, F. Engels, J. Moll y W. Wolff.
[Xii] En Colonia, la Asociación Democrática rivalizó parcialmente con la Asociación Obrera, de carácter proletario, fundada y dirigida en sus inicios por Andreas Gottschalk, antiguo miembro de la Liga Comunista, defensor del llamado “verdadero socialismo” (o “socialismo alemán”) y alumno de Moses Heß. Regresaremos a Gottschalk más adelante. Sobre las dos asociaciones, véase MCLELLAN, D., Karl Marx, Su vida y su pensamiento. Londres: Macmillan, 1973, capítulo 4.
[Xiii] El “partido democrático” no existía formalmente como entidad jurídica bajo ese nombre. El concepto de “partido” se utiliza allí en sentido amplio, como movimiento de todos aquellos (organizaciones e individuos) que luchan por la democracia.
[Xiv] Los nombres pueden ser confusos. Marx estaba a la vanguardia de dos Periódicos con nombres similares, ambos con sede en Colonia (región de Renania). En octubre de 1842, cuando era partidario de posiciones liberales, se convirtió en redactor jefe del Gaceta del Rin (Revista Renana). Esto duró hasta marzo de 1843. Marx logró un gran éxito político al frente del periódico. EL Gaceta del Rin era un órgano democrático-burgués y su subtítulo era “Para la política, el comercio y la industria” [Para la política, el comercio y el trabajo]. En junio de 1848, indicando una cierta continuidad con su trabajo anterior, Marx fundó la New Rheinische Zeitung – Órgano de la democracia (New Rheinische Zeitung – Órgano de la democracia), con el que también tuvo éxito político (“el periódico más famoso del período revolucionario alemán”, dijo Engels en su texto “Marx y la nueva Gaceta Renana”). La segunda experiencia duró aproximadamente un año.
[Xv] ENGELS, F., “Marx y la 'Nueva Gaceta Renana', 1848-1849”. En MEW, vol. 21. Berlín: Dietz, 1962, pág. 19.
[Xvi] Cf. MARX, K., “Brief an den Redakteur der Zeitung L'Alba” [“Carta al director del periódico L'Alba”], En MEW, vol. 5., op. cit., pags. 8)
[Xvii] Cf. MARX, K., “Die demokratische Partei” [“El Partido Democrático”], 02/06/1848, in MEWvol. 5, p. 22.
[Xviii] Ver Ibid, pág. 23.
[Xix] Todas las últimas pequeñas citas ibídem, Pp 23-24.
[Xx] Ídem, “Programa del Partido Radical Democrático y de Izquierda de Frankfurt”, 07/06/1848, in ibídem, Pp 40-41.
[xxi] Ídem, “Die Krisis und die Kontrerevolution” [“La crisis y la contrarrevolución”], en particular el artículo publicado el 14/9/1848, en ibíd., P. 402.
[xxii] Ibidem, pag. 404. Vale la pena señalar que la noción de “dualidad de poderes” ya había aparecido, pero de paso, en el artículo “Programas del Partido Radical Democrático y de Izquierda de Frankfurt”, al que ya nos hemos referido. Después del artículo ahora elaborado –“La crisis y la contrarrevolución”–, la noción de dualidad de poderes estará cada vez más presente en Grupo Rector. Véanse, en particular, los artículos “Libertad de deliberación en Berlín” (17/09/1848); “La crisis de Berlín” (9/11/1848); “La contrarrevolución en Berlín” (12/11/1848); “El Ministerio está acusado” (15/11/1848); “La Procuraduría General de la República y la Nueva Gaceta Renana"(22/11/1848); “El proceso contra el comité del distrito renano de los demócratas” (25/02/1849 y 27/02/1849).
[xxiii] Ídem, “Sieg der Kontrerevolution zu Wien” [“Victoria de la contrarrevolución en Viena”], 07/11/1848, en ibídem, P. 457.
[xxiv] Se sabe que después de salir de la Gaceta del Rin (la primera, de 1842/43), y antes de trasladarse a París (octubre de 1843), Marx estudió en profundidad la Revolución Francesa de 1789. En ella, sin duda, trató de comprender las leyes generales de un proceso revolucionario. Marx incluso pretendió escribir una “Historia de la Convención” (periodo del “terror” jacobino). Sin embargo, en ninguna de sus notas de la época reveló un gran aprecio por la vía jacobina de la Revolución Francesa. En su primer artículo escrito para su publicación –“Observaciones sobre la última instrucción prusiana sobre la censura”, escrito en febrero de 1842 pero no publicado hasta febrero de 1843– Marx atacó directamente el terrorismo de los jacobinos. También más tarde, en su período francés (finales de 1843), en defensa de nociones democráticas –como el “sufragio universal”–, Marx defendió vías socialistas como las de Dézamy y Cabet, frente a la corriente comunista “dictatorial” que, directamente de G. Babeuf, provenía de la Revolución Francesa y desembocó en P. Buonarroti y A. Blanqui. Ahora, en 1848, tenemos a un Marx que realmente bebe de esta otra vena “jacobinista” de la Revolución Francesa. Vale la pena señalar que Engels, en su artículo “Marx y la Nueva Gaceta Renana", de 1884, comenta que la NGR imitaron en gran medida (aunque inconscientemente) las tácticas de L'Ami du Peuple, de Marat. Esta, como es sabido, representó una de las alas más radicales (junto con los hebertistas de París) de la pequeña burguesía jacobina en la Revolución Francesa del siglo XIX. XVIII.
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